por Jorge Luis tercero
Recientemente en salas comerciales, los hollywoodenses ambicionaban hacer resurgir la legendaria motosierra de la historia que inició en 1974 con The Texas Chainsaw Massacre (Tobe Hooper), pero su arroz se les pasó de tueste. Casos como éste vuelven a poner sobre la mesa la importante lección sobre los errores fatales que no se deben cometer a la hora de retomar la continuidad de historias tan, por decirlo de cierta forma, entrañables.
La saga que iniciara con la formidable La Masacre de Texas, dirigida por Tobe Hooper, es una de las más emblemáticas dentro del subgénero de horror denominado como slasher film. En la versión original, hoy remasterizada y reestrenada en México, nos encontramos con la aventura de unos adolescentes turistas de los setenta que por error penetran en el núcleo de lo perverso al llegar al trastornado pueblo sureño que vemos en la pantalla. En aquel círculo infernal, los protagonistas se ven asediados por una tétrica familia de psicópatas caníbales, entre los que destaca el asesino de la motosierra: un hombre corpulento con alguna malformación facial que lo lleva a cubrir su cara con los rostros cercenados de sus víctimas… además tiene un buen gusto para maquillar sus labios. Este personaje es conocido por la historia del cine como Leatherface, interpretado en un inicio por Gunnar Hansen, quien se convertiría en emblema de la saga.
Sin embargo, a través de los años, la franquicia degeneró en un par de secuelas, una ochentera y dos noventeras, que no fueron muy bien acogidas por la crítica, a saber: The Texas Chainsaw Massacre 2 (Hooper, 1986), Leatherface: Texas Chainsaw Massacre III (Jeff Burr, 1990) y The Texas Chainsaw Massacre: The Next Generation (Kim Henkel, 1994) –con todo y unos jóvenes Zellweger y McConaughey–. En 2003 también se llevó a las salas un remake de la película original, The Texas Chainsaw Massacre, dirigida por Marcus Nispel mientras que en 2006 se produjo una precuela, The Texas Chainsaw Massacre: The Beginning, de Jonathan Liebesman. Ambas levantaron un poco el nombre de la pisoteada saga.
Recientemente encontramos en cines la cinta Texas Chainsaw 3D, otro ejemplo de la obsesión que tiene la industria cinematográfica por adaptar al “ahí se va” historias estimables por los fans. La película abre con unos primeros diez minutos magistrales en los que el espectador puede acceder a un collage (muy vintage) de escenas de La Masacre de Texas original, además, revitalizadas por el recurso 3D. Hasta ahí todo perfecto. Tristemente, más allá de eso, de ser infiel o no a las atmósferas delirantes y grotescas que hicieron famosa a la película fundacional de Tobe Hooper, esta nueva entrega queda como otra película de horror sin encanto alguno; ni para fans ni para nuevas audiencias.
A manera de ejemplo, podría decirse que la pieza está plagada de escenas llenas de comicidad involuntaria; como aquella donde nos topamos con un Leatherface quien, en tono de niñito cansado y deprimido, se deja caer en una silla en medio de una cocina mientras su prima intenta consolarlo… o algo así.
Pero no todo está perdido, siempre tendremos la masacre texana original. El mejor homenaje que podría dársele a la legendaria motosierra es traerla de nuevo a la pantalla grande y justamente eso, en este otoño de 2014, es lo que tenemos en algunas salas de cine comercial. Con el gore del primer Leatherface las palomitas no serán desperdiciadas.
24.11.14