Julio César Durán
Morir por su país ya no es más una cosa formidable, pero en el cine, cuando no se tienen opciones, es preciso que el filme se haga a cualquier precio.
John Cassavetes.
Existe un personaje en la historia del cine norteamericano tan importante por sus formas de hacer cine como ensombrecido por una industria que basa su razón de ser en el star system. A este protagonista del Nuevo Cine Norteamericano (o incluso llamado, sin más ni más, “cine independiente norteamericano”) se le conoce mejor por sus rostros: desde sus inicios en la TV con apariciones en Alfred Hitchcock presenta, Johnny Staccato o la célebre ¡Combate!; hasta filmes de culto como Los intocables (Montaldo, 1969), El bebé de Rosemary (Polanski, 1968) y Doce del Patíbulo (Aldrich, 1967). Sin embargo, la importancia de este cineasta recae en cómo cambió para siempre la manera de hacer películas y del cómo contribuyó a formar una “escena” fílmica fuera del círculo comercial, misma que contenía un carácter fuera-del-sistema pero sobre todo más personal. Señoras y señores, con ustedes John Cassavetes (1929 – 1989).
La figura de Cassavetes se distingue con el paso de los años por tener un compromiso con sus personajes, con las verdades que puedan exprimirse de la creación de un universo en pantalla. Desde su ópera prima, Shadows (1959), el realizador nacido en Nueva York comenzó a buscar una manera distinta de hacer cine y de mostrar, ante todo, seres humanos a través de la cámara. Precisamente ese primer filme –que bien se le ha descrito como “una cinética ejecución en bruto, musicalizada con jazz, del New York bohemio que habla francamente sobre sexo, que es progresista y está intoxicada de juventud”[1]– se trató de un experimento hecho gracias al taller de interpretación que impartía desde 1956 y que buscaba descubrir los momentos en que los actores podían volverse más que personajes, personas reales sea en el escenario o en el set.
Se cuenta la anécdota que en una entrevista para televisión, el mismo John Cassavetes aseguró que si la gente quería ver un filme auténtico sobre personas auténticas deberían contribuir con un dólar a la causa; de esa manera recaudó dinero de aproximadamente 2mil personas. Con ello, mas sus ahorros y unas ganas terribles de filmar, se logró hacer aquel debut que daría paso a un cine sin emplazamientos de cámara perfectos o cortes precisos en el montaje, con una puesta en escena atrevida y en movimiento que tenía por objetivo fundamental el dotar de vida a todos sus personajes y ser honesto con ellos.
John Cassavetes, tras trabajar para las industrias de TV y de cine, sea como actor o dirigiendo intérpretes, consiguió las herramientas perfectas para resolver una filmación con poco dinero y fuera de los cánones e inclusive de los protocolos que Hollywood (y anexas) impone a todo creador audiovisual. A partir de la independencia, tanto creativa como de los medios de producción, Cassavetes logra una fuerza y una sinceridad que no se han repetido de la misma manera en el cine estadounidense.
Quizá los ejemplos más cercanos al director neoyorkino sean Jonathan Caouette, Jim Jarmusch o Harmony Korine y en menor medida gente de la talla de Sofia Coppola y Alexander Payne. Lo que Cassavetes provocó fue el darle valor a un tipo de cine que basara su razón de ser en personajes palpables, empáticos, humanos y a partir de ellos construir un argumento y una imagen acorde a sus complejas personalidades, todas dignas de enamorarnos de ellas, tanto que no hay ninguna restricción formal en ello, ni mucho menos técnica y financiera. El cine de John Cassavetes es poco político pero sí marca una línea bastante clara, es anti-establishment y supone un “hágalo usted mismo” por demás estilizado. Se trata de un cine que se preocupa por las personas, que intenta descrubrirlas, que ama la juventud y la ternura, por más agresivos que puedan llegar a ser esas características. Dice el mismo Cassavetes:
Shadows es un filme tremendo porque va mucho más lejos que muchas otras películas. Es un filme sobre los jóvenes, y sobre los jóvenes se pueden decir cosas más extremas que sobre los viejos, puesto que los jóvenes mismos tienen necesidad de expresarse de una forma extrema; es que ellos corren continuamente el riesgo de perderse, es decir, de morir. Los jóvenes aman o detestan las cosas o las personas sin contemplaciones; ellos no se expresan más que en términos de absoluto. En Faces (1968) por el contrario, no ha sido fácil hablar de hombres y mujeres maduros, que cambian de un minuto a otro en función de su estado de ánimo, de sus recuerdos, de su salud, de lo que les ocurrió diez años atrás, o de lo que les ocurrirá dentro de diez años, cuando mueran. No habría sido capaz de terminar si todos aquellos que han participado en la cinta no hubieran descubierto esta cosa absolutamente fundamental: ser artista no reside más que en el deseo, la loca voluntad de expresarse completa, absolutamente.
Padre del cine independiente norteamericano le llaman. Incluso se le ha descrito como “genio accidental”, porque buscando personajes complejos y reales, descubrió, al mismo tiempo que desarrolló, una forma de hacer películas sin ningún miramiento formal, sin pretensiones económicas, sin algún límite industrial que le marcara tiempos, protocolos, juntas con miembros/sindicatos/productores/inversionistas. Los filmes de Cassavetes se hacían o no, así de simple, sin permisos de ningún tipo ni concesiones a nadie más que a la vida que dotaba a las historias mismas. Se trata de un cine personal que va más allá de lo autoral, que por supuesto se hace de un estilo propio pero que pone su peso y atención en la verdad que pueda salir de la pantalla, más que el culto a un dictador. Se trata de cine en colectivo, donde todos los participantes decidían el camino a seguir, una orquesta con un director que logró rascar las heridas para sacar lo mejor de sus obras.
El próximo 9 de diciembre John Cassavetes cumpliría 85 años, así que en homenaje F.I.L.M.E. y Kinotecnia realizarán el ciclo Padre sólo hay uno: Cassavetes y el cine nuevo cine norteamericano, que nos llevará a lo largo de dos décadas por 3 de los filmes más representativos de este cineasta durante los martes del mes en el Foro Hilvana.
Shadows (1959)
81min.
Faces (1968)
130min.
Husbands (1971)
131min.
La cita es todos los martes a las 19:30 horas, en Colima #378 col. Roma, Cuauhtemoc, México D.F. Muy cerca de metro Sevilla.
27.11.14
[1] Ventura, Elbert en http://www.slate.com/articles/arts/dvdextras/2009/11/shadows.html