siguenos
Star Wars. Episodio I - La amenaza fantasma

El 2 de julio de 1999, en medio de un álgido momento en la UNAM, a menos de un mes de un terrible terremoto que sacudió San Andrés Cholula, Puebla, y otro temblor no de menor grado llamado Matrix se hubo impuesto en las salas de cine, llegaba con toda la fuerza mercantil el tan aullado inicio de la tan aullada precuela de La guerra de las galaxias. Y casi con el mismo ímpetu con el que se instaló en las multisalas, La amenaza fantasma era vapuleada. Aquí, una huella del abucheo unánime, escrita por Rafael Aviña, publicada en Primera fila del periódico Reforma.

 

El regreso de George Lucas desde un mall muy lejano

 

por Rafael Aviña

 

No hay duda que uno de los acontecimientos más importantes de este fin de siglo en materia de cine es el esperado regreso de La guerra de las galaxias en su versión primigenia; es decir, el episodio 1 o la matriz donde arranca justamente todo ese embrollo de la Fuerza y la saga de Luke Skywalker en contra del Imperio. La amenaza fantasma (1999), escrita y dirigida por su creador original, George Lucas, es un hito fílmico no tanto por sus aportes a un género y a una trama que ha ido modificando su empaque y su filosofía desde el arranque mismo del cine, sino por su brutal impacto a nivel comercial, al grado que público, prensa escrita y electrónica y los exhibidores mismos tuvieron que doblar las manos y hacer caravanas ante la Fuerza y las exigencias de Lucas y de la Fox.

Lo curioso, es que el Episdio I es también, sin duda, una de las grandes decepciones no sólo del género, cuyas propuestas actuales se encuentran a años luz de la cinta de Lucas –véase Dark City (Proyas, 1998), El cubo (Natali, 1997), La nave de la muerte (W.S. Anderson, 1997) o la dispareja Matrix (Wachowski, 1999), por ejemplo–, sino de la misma trilogía anterior. Incluso la tercera parte que era la peor y la más infantil de todas es muy superior a este capítulo que primero resulta soso, confuso y pueril en extremo. De hecho, Lucas, o más bien su equipo de mercadotecnia, ha vuelto la mirada a un público infantil, muy infantil a quien está dirigida la historia y donde funciona de manera correcta.

En efecto, la calidad de Lucas como productor y cineasta deja mucho que desear. De hecho, su imaginación para concebir mundos fantásticos se encuentra por debajo de los resultados en pantalla, rebasados incluso por sus productos mercadotécnicos, lo que lo convierte en una personalidad que fascina y que choca a la vez. Así, el Episodio 1 parece más una simple excusa para generar productos de consumo que un proyecto fílmico de trascendencia. Aquí, los efectos especiales se integran a la puesta en escena y la rebasan con su sofisticación, que impresiona pero reduce a su mínima expresión los contenidos del género.

De hecho, este filme, realizado con una técnica muy pobre casi televisiva (campos, contracampos, duelos personales con cámara fija), si se compara con las secuencias digitalizadas, que son un prodigio pero que están hechas por una computadora, resulta inferior al debut del realizador: una curiosa saga de ciencia ficción, THX 1138 (1970), que retomaba con cinismo ciertas ideas de Orwell y de Huxley.

En La amenaza fantasma el escapismo y la puerilidad parecen ser la obsesión de Lucas y su visión del cine de aventuras no rebasa ni siquiera el homenaje y sólo deja ver su ingenuidad y su falta de pericia para poner al día o trasladar al género de la ciencia ficción cintas como Ben Hur (Wyler, 1999), Robin Hood o El halcón de los mares (Curtiz, 1940).

El Episodio I anuncia con pobreza el desvío de Anakin Skywalker (Jake Lloyd) hacia el lado oscuro de la Fuerza, lo que le llevará a convertirse en el malvado Darth Vader. Obi-Wan Kenobi (Ewan McGregor) es aquí un imberbe jovencito sin carisma alguno, atento –es un decir– a las enseñanzas de su maestro Qui-Gon Jin (Liam Neeson). Destaca a su vez, las decisiones absurdas e incomprensibles de la reina Amidala (Natalie Portman) y/o de su guarura, y más aún la aburrida primera media hora, sin faltar por supuesto ese enigma bíblico o tomadura de pelo, que es el nacimiento de Anakin, concebido aparentemente por obra de un espíritu “santo”.

La trilogía integrada por La guerra de las galaxias, El imperio contrataca –la mejor de todas– y El regreso del Jedi fundía con inteligencia cine de acción y aventuras, ciencia ficción, el nuevo género de magia y espada y, a su vez, reactualizaba los viejos seriales cinematográficos (Flash Gordon, Buck Rogers) y las novelas de caballería medieval con un misticismo que recuperaba las leyendas del santo grial y del afamado J.R.R. Tolkien (con El señor de los anillos, por ejemplo[1]), sin faltar las referencias a Ford, Curtiz y Kurosawa.

Ahora, Lucas ha concebido un universo infantilizado cercano a Disney pero sin sus alegorías perversas: Jar Jar Binks (Ahmed Best), por ejemplo, es una suerte de Tribilín de una galaxía muy remota. Asimismo, la escena del mundo marino va de Pinocho a 20 mil leguas de viaje submarino y la trama es reducida a lo más simple.

Para colmo, se deja de lado la presencia inquietante y diabólica de Darth Sidious y Darth Maul, y resulta básicamente irrelevante –éste último, se reduce al figurín de diablito de pastorela que termina mal, por supuesto–. De hecho, el filme destaca principalmente por sus villanos de caricatura como Watto (la voz de Andy Secombe) el propietario de Annakin, que es como un mosco de Baygón verde con espíritu de un Elisha Cook Jr. y también el maloso Sebulba (Lewis MacLeod), mezcla del Coyote y el Correcaminos. Por supuesto, hay que reconocer los hermosos paisajes de Nabboo, la carrera de las naves tomada de Ben Hur, el despliegue de ejércitos de androides, como en Espartaco (Kubrick, 1960) y la integración perfecta entre actores y animaciones digitales, pero carece del humor irónico de las otras cintas, especialmente de El imperio contrataca y su disfrutable tensión sexual que existía entre Han Solo y la princesa Leia.

 

30.11.15

[1] Resulta curioso que mencione, para equipararlo, para distanciarlo, el libro del proyecto en el que Peter Jackson y la legendaria compañía productora de Saul Zaents se basaron para emular la hazaña comercial de La guerra de las galaxias en un periodo de tiempo menor, que fue de 2001 a 2003, en un primer momento con la trilogía de El señor de los anillos, que con su precuela, El hobbit: un viaje inesperado (2010-2012), se diría que calcó el diseño de producción de la estrategia de Lucas. N. de la e.

Rafael Aviña


Cinéfilo crítico y cineasta, en este orden complementa sus oficios y ha ido al cine desde niño, ha ejercido la crítica ininterrumpidamente en diversos medios (escritos y audiovisuales) desde 1997 y tiene en su haber, como guionista, varias series documentales y un mediometraje sobre José Revueltas, hijo del hombre....ver perfil
Comentarios:
comentarios.