por Viridiana Martínez Marín
Jean-Pierre Léaud fue homenajeado en el Festival de Cannes 2016 y recibió la Palma honorífica después de 50 años de haber pisado, por primera vez, dicho festival. Léaud es una de las figuras emblemáticas del cine francés e internacional gracias a todos los directores con los que ha trabajado, para muestra de ello su última película, la esperada La Mort de Louis XIV (2016) de Albert Serra, presentada en esta última edición del festival donde el histrión interpreta al Rey Sol en la declinación de la corona y sus últimos momentos de vida.
Jean-Pierre Léaud nació como actor en 1959 a la edad de catorce años cuando interpretó a Antoine Doinel en la ópera prima y película parcialmente biográfica sobre la infancia del director pionero de la Nouvelle Vague, François Truffaut, la celebre Los 400 golpes.
François Truffaut encontró muchas diferencias con el niño que creyó haber sido, Léaud era más arriesgado, desvergonzado y arrogante, lo que enriqueció el personaje de Antoine Doinel, como decía uno de los maestros del realizador, Jean Renoir: ‘‘el actor que interpreta a un personaje es más importante que el propio personaje en sí mismo’’. A partir de entonces, Truffaut desarrolló sus películas autoreferenciales con dicho personaje en la denominada "Saga de Antoine Doinel" que consta de 3 filmes de larga duración y un mediometraje. Truffaut-Léaud crearon, también, una mancuerna de trabajo en otros filmes como Les Deux Anglaises et le Continent (1971) y La nuit americaine (1973) pero sobre todo una íntima amistad.
Leáud se convirtió en el ícono de la Nouevelle Vague por excelencia, tan es así que se reafirmó su lugar a propósito de los eventos de febrero a mayo de 1968, cuando el entonces ministro de cultura André Malroux solicitó la destitución de Henri Langloise y todo su equipo, incluyendo al maestro Jean Mitry, de la Cinémathèque Française. Langoise fue el fundador y mayor promotor de la preservación fílmica de la época, por lo que la comunidad cinéfila (muchos de la Nouvelle vague), estudiantes y los miembros de Cahiers du cinéma se organizaron en un comité en defensa de la cinemateca francesa, liderado por Truffaut y Godard, para protestar contra estas acciones. Entre los manifestantes estaban Jean Marais, Louis Malle, Claude Chabrol, Orson Welles y Jeanne Moreau. Las protestas llegaron incluso a la interrupción del festival de Cannes de ese año. Para entonces Truffaut y Léaud se encontraban en la filmación de Besos robados (Baisers volés, 1968) por lo que tenían que dividir sus tiempos.
Jean-Pierre fue vocero del movimiento y, al hacer uno de sus discursos en torno a las manifestaciones, finalizó con la frase "mi padre Truffaut, Godard mi tío, Langlois mi abuelo". No solo se volvió el hijo de todos ellos sino una figura revolucionaria para los estudiantes de mayo del 68 en Francia.
Para entonces el joven actor ya había comenzado a trabajar con Jean-Luc Godard: en 1966 interpretó a Paul en Masculin, Féminin y también apareció en Weekend (1967) y La Chinoise (1967), fue asistente de Godard en Pierrot le fou (1965), Made in U.S.A (1966) y Alphaville (1965).
Mi primera película con Godard fue Masculino-Femenino, en ese momento él utilizó una técnica que consistía en poner los auriculares a los actores para enviarles preguntas que teníamos para responder e improvisar, se entró en un estado de naturalización. Pero hay que decir que en las películas de Godard, lo que más me impresionó cuando él no usó este método, era la forma en que era preciso en lo que esperaba de los actores. Sabía palabra por palabra lo que quería, sabía si se tenía que hablar rápido o lento. Todo era muy decidido, al contrario de lo que se podría pensar de él.
Sin duda Truffaut y Godard hicieron de él un actor relevante pero fue su talento interpretativo, natural, y que en ninguno de sus papeles haya abandonado su personalidad, lo que hizo que una enorme lista de grandes realizadores trabajaran con él, como Jean Cocteu (Le Testament d'Orphée, 1960), Jean Eustache (Le Père Noël a les yeux bleus, 1966), Jerzy Skolimowski (Le départ, 1967), Phillpe Garrel (La Concentration, 1968), Pier Paolo Pasolini (Porcile, 1969), Glauber Rocha (Le Lion à sept têtes, 1970), Jaques Rivette (Out 1 : Noli me tangere, 1971), Jean Eustache (La maman et la putain, 1973) Raoul Ruiz (Treasure Island, 1985), Agnès Varda (Jane B. par Agnès V., 1987), Oliver Assayas (Irma Vep, 1996, Aki Kaurismäki (Le Havre, 2011), por mencionar algunos trabajos.
Jean-Pierre Léaud es, como mencionó Truffaut en alguna ocasión, el mejor actor de su generación. El filme de Albert Serra en el que participó, se avecina con una estética desbordante, fiel a la composición y protocolo del Versalles del siglo XVII al estilo Straub-Huillet. Ahí es más que simbólico el papel que tiene como Luis XIV, siendo él, el astro alrededor de la Nueva ola francesa, un actor que cierra como Rey Sol en Cannes después de haber sido un principito, aquella primera vez en 1959, cuando pasó por la alfombra roja del Festival.
25.05.16