por Nicolás Camacho
Alfredo Gurrola nace en la ciudad de México el 11 de agosto de 1943. Nace y aunque no lo identifique vive la Segunda Guerra Mundial, crece en el mundo que deja la derrota nazi, la retribución, la paz, la seguridad, la calma y la reorganización. El autocuestionamiento del individuo respecto a la capacidad humana y sobre el camino que las personas han decidido seguir. El exponencial crecimiento mexicano es parte del flujo social y cultural que le permiten crecer en un entorno artístico con un cierto grado de libertad.
Desde muy joven siente esa extraña fascinación por descubrir los misterios que el cine encierra y es por ello que en 1969 realiza su primer cortometraje en 8 milímetros Tercer suspiro con el que obtiene el premio Luis Buñuel en el marco del I Concurso de Cine Independiente convocado por el Centro de Arte Independiente Las Musas, al mismo tiempo se inicia como asistente de dirección teatral y actor en obras como La tragedia de las tragedias, Landrú, La noche de los asesinos, El atentado, Retorno al hogar y otras más
En 1974, con el apoyo del CUEC, tiene la oportunidad de dirigir su ópera prima Descenso al país de la noche, realizada en 16 mm, a partir de una obra del dramaturgo belga Michel de Ghelderode. Protagonizada por Diana Mariscal, Rosa Furman y Juan José Gurrola. Ésta su ópera prima es un drama provocador y semi fantástico con el tema de la muerte y el sexo. Alfredo Gurrola colaboró a su vez como co-guionista y co-editor.
En 1975 dirige su segundo largometraje independiente, Asno frota asno y el corto Helen Escobedo, ambos en 16 mm. En 1976, realiza sus primeros trabajos en 35 mm con los cortos Un barco hacia el océano, Pesca de altura, El Quinto Jinete (Contaminación) y VI Maratón del Río Balsas. Con ésta última obtiene el Premio Nacional de Periodismo y con El Quinto Jinete nominada al Ariel para Mejor Corto Documental recibe el Colón de Oro en el Festival de Huelva, España.
En 1978 Alfredo Gurrola hace su debut formal como director dentro de la industria con La sucesión, cuyo guión de Jorge Patiño había obtenido un año antes el primer lugar del Concurso Nacional de Guiones Cinematográficos de SOGEM. Aquí, demostró indudables dotes artesanales para abordar temas de acción y violencia y en el manejo de grandes contingentes, como lo muestra esta notable e insólita película centrada en las relaciones del poder político y el terrorismo revolucionario.
En 1979 Alfredo Gurrola contribuye a dignificar una suerte de cine negro a la mexicana, otorgando dignidad al siempre menospreciado cine policíaco a partir de tres atractivos thrillers, uno de los cuales lleva de nombre de Llámenme Mike, escrita por Jorge Patiño y Reyes Bercini, ganadores del premio Ariel.
Llamenme Mike: Identidad dividida, personalidad adquirida.
“Era la época en que el golpazo al narcotráfico consistía en el hallazgo de cocaína en un frasco de mayonesa, cuando proliferaban las “madrinas”, soplones de la policía que se entretenían robando los tapones de las llantas de los Mustangs. Eran los tiempos de lo “negro” del “Negro” Durazo.”
Gurrola nos presenta a través de una técnica cinematográfica extraordinaria una aventura fantástica con una crítica social fuerte e implacable, descarada y sobre todo justa.
Junto a su excelente calidad cinematográfica se filtra un foclor que pocas veces había visto en una película mexicana. Fotográficamente acorde a su estilo, tiempo y lugar; Tan precisa al hablar de composición. El movimiento en la película funciona con una naturaleza apegada a la Nueva ola francesa.
La agradable paradoja en el lenguaje del personaje que Gurrola suelta como modo de sociolecto establece una queja, o tal vez sólo una observación, sobre la implicación de la cultura popuplar cinematográfica Estadounidense y cómo ésta ha ido transformando nuestro propio pensamiento. Se habla, a manera de parodia, de la crisis mundial que fue la Guerra fría, vista desde la locura y obsesión de una ezquizofrénica personalidad adquirida de un patriota Estado unidense en el cuerpo de un policía mexicano con ánimo de justicia.
Reiterando sobre el pensamiento de Raúl Miranda, de Gurrola y de muchos antes que nosotros queda aquella crítica respecto a la corrupción, tema pasado y vigente, razón del mismo aplazamiento de la película por parte del cuerpo de censura del Estado mexicano durante dos años.
Llamenme Mike es una mirada aguda y sin perdón que habla sobre las monstruosidades policiacas, el abuso de la autoridad y la filtración de la corrupción en todos los niveles y tipos de organizaciones. Habla del miedo general de la gente, devela monstruos que dicen ser ayuda y defensa civil. En un universo donde la locura parece ser la cosa cuerda, un extraño mundo al revés que devela el mundo real como algo frío, abusivo, autoritario. Gurrola establece una premisa y le da una motivación al personaje totalmente descarrilada que pudiese sonar como una alegre suerte utópica. Peligrosa sin duda, e incluso más cuando casi cuarenta años después hay noticias de que rondan “vigilantes civiles” que toman la justicia en mano propia.
Bibliografía:
1212.12.16