por Elías Razo Hidalgo
De mirada penetrantemente introvertida, en el fondo como suplicante, en espera de no contestar preguntas que intimiden más allá de lo obvio, así ofrece su personalidad nuestro Juan Rulfo etéreo, que continua con su añoranza en torno a su experiencia en el cine. En principio es como cada uno de nosotros cuando nos enfrentamos al medio: un espectador atónito a la magia del movimiento de imágenes proyectadas en una enorme pantalla, dejándose atrapar y convirtiéndose en parte de la película.
−Sí, con Rey de Reyes, en 1932, inicio los paseos cinematográficos, en principio con Severiano, mi compañero permanente, hermano solidario y protector en el orfanato, en ese tiempo mi pareja andante, con quien que mi madre y abuela anhelaban un futuro entre nosotros, pero no sería así, al menos ellas murieron con esa certeza. Enclaustrado me agarraron estas desgracias, la muerte de mi madre estando en el orfanato, en 1927, y la de mi abuela cuando rezaba en el Seminario, ya en 1935, si no hubiera pasado esto último, es casi seguro que me hubiera hecho párroco para ir al Vaticano.
“Creo que el cine fue lo que nos separó en definitiva, yo ya iba al cine solo, ya desde antes nos hablábamos poco. Nuestra comunicación era casi exclusivamente visual, pensaba entonces que nos leíamos el pensamiento, yo con toda mi fuerza intentaba platicarle lo que leía en los libros de la casa de la abuela, en donde me pasaba arremolinado en los equipales de cuero, haciendo mis lecturas nocturnas iluminadas por inacabables velas que surtía de la tienda: ‘¡Mira qué cosa tan bonita estoy leyendo!’, le quería decir con el pensamiento y él invariablemente contestaba: ‘Nepo, me podrías pasar esto o aquello’, a la hora del desayuno o la comida; y yo pensando bastaba la mirada agradecida al pasarle la sal, los totopos o un pedazo de cecina para sentirme comprendido.
”Era 1934, 1935 cuando pude ver cine hablado, cintas gringas, como De frente marchen, con Buster Keaton hablando en español y la mexicana Madre querida, de Juan Orol. Yo suspiraba por ver Santa o La mujer del puerto, pero en el Seminario ni pensar pedir permiso para ir cuando fueron estrenadas, me las imaginaba cuando escuchaba la música de estas películas. Primero mi abuela censora, decidiendo qué ver o escuchar, después el Seminario
”Ya con la muerte de mi abuela me sentí como libre y creo que por ello también dejé el Seminario y en parte la ligazón con la familia materna y voltee a la rama paterna, buscando el apoyo de mi tío, el coronel David Pérez Rulfo, para iniciar un nuevo sendero de historia de vida, dejaba el espiritual religioso y pretendía hacer una carrera militar y muy terrenal. A partir de entonces ya no sería Nepo, ahora firmaría con el nombre de Juan Pérez Viscaíno”.
***
A principio de los 30, las productoras Warner y Fox implementarían la dotación de equipos de sonido a las salas exhibidoras del país, cuyo prototipo lo había construido Joselito Rodríguez (hermano mayor de los cineastas Roberto e Ismael), en California, inaugurándose la era de cine sonoro en México en 1931 con Santa, película dirigida por Antonio Moreno, asistido por Fernando de Fuentes, con un argumento de la novela de Federico Gamboa y la fotografía de Alex Phillips. La canción de Agustín Lara fue promocionada enormemente por la XEW, en el programa La hora íntima de Agustín Lara.
Con esto se cumplementaba el decreto establecido por el presidente interino Emilio Portes Gil, que ratificaría ya en la presidencia Pascual Ortiz Rubio, en 1931, en donde se exigía la utilización del idioma español en la difusión de películas, un tanto por cuestiones nacionalistas, para apoyar con ello el nacimiento de esta industria en el país, pero sobre todo por el enorme porcentaje de población analfabeta que se veía impedido de leer títulos escritos en las películas. Por ello la cinta De frente marchen, dirigida por Edward Sedgwick y Salvador de Alberich en 1930, en donde participaban Buster Keaton, Conchita Montenegro, Romualdo Tirado y Juan de Landa, era hablada en español, muy castizo, pero español al fin.
La mujer del puerto, dirigida por Arcady Boytler en 1933, con Andrea Palma, Domingo Soler y Joaquín Busquets y canciones de Max Urban y Manuel Esperón, también tendría una promoción radiofónica especial, por la íntima interpretación de Lina Boytler que hace de Vendo placer.
Madre querida se estrenó en México el 10 de mayo de 1935, con un éxito sentimental explotado adecuadamente en taquilla, y hasta hace muy pocos años se siguió viendo en ciertos cineclubes exquisitos ese mismo día. La cinta, moral y literalmente la dirigió Juan Orol, con sonido hecho también por los hermanos Rodríguez, en la que participaron Luisa María Morales y Alberto Martí.
30.05.17