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Adiós al horror maestro

por Joel Gustavo

“Siempre use el zombi como personaje para la sátira o crítica política”, afirmó en una de sus últimas entrevistas George Romero, el anciano maestro de cine fallecido en julio pasado. Para su leal legión de zombifans su muerte caló simbólicamente por ser en vida “el padre del zombi moderno”.

No obstante, el creador de los no muertos favoritos del público abandonó el 16 de julio pasado algo más que una lucha contra el cáncer de pulmón, dejó una permanente lucha del cine independiente por alcanzar la mirada del gran público. Veintiún películas dan cuenta de su personal deseo por incluir en historias de terror un mínimo de entusiasmo a favor del cine como producto sociocultural.

Fearless

Criado en Nueva York, en el seno de una familia de ascendencia española y lituana, Romero se graduó en Artes en 1960 por la Carnegie Mellon University (Pittsburg). La afición juvenil de Romero por el cine alcanzo nuevos horizontes al coofundar Ten Productions, negocio que se consolidó como productora de comerciales para televisión. Además de su trabajo televisivo Romero produjo algunos cortos cinematográficos, que a la postre sembraron en él y sus socios John Russo y Russell Streiner la inquietud de filmar un largometraje de terror.

A mediado de los sesenta el trío creativo cerró un acuerdo con Harman Associates por un capital inicial de 6 mil dólares, dando inicio a un empeño cinematográfico cristalizado en la celebrada cinta La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968) Luego de sortear numerosos problemas argumentales, técnicos y financieros la película se estrenó en teatros y en cines de Pittsburg, captando inmediatamente la atención del público adolescente y posteriormente de algunos padres de familia que consideraron la película “inapropiada” y “degenerada” por tratarse de una historia protagonizada por un afroamericano amenazado por insaciables cadáveres caníbales.

El escándalo redundó tan solo un mes más tarde en una revisión de las normas de contenidos cinematográficos en Estados Unidos por parte de la Motion Picture Association of America, el órgano censor de la industria cinematográfica de ese país. ¿A qué se debió esa circunstancia? En buena medida fue producto del clima político contracultural, la opinión pública sobre la política gubernamental gringa y las luchas por los derechos civiles de minorías étnicas, que en aquel momento estallaron en diferentes regiones de los Estados Unidos. Allende las vicisitudes políticas y sociales esta película inicial significó un giro en la producción de cine independiente y el renacimiento de un mito cinematográfico contemporáneo: el zombi.   

 

La política de los muertos

Tres películas de terror escritas y dirigidas por Romero forman una trilogía en la que se satirizan realidades sociopolíticas con un toque gore: El amanecer de los muertos (Dawn of the dead, 1978), El día de los muertos vivientes (Day of the dead, 1985) y Tierra de los muertos (Land of the dead, 2004). El escenario común en estas cintas es un realidad apocalíptica en la que una catástrofe de dimensiones globales arrasó los Estados Unidos, más aun, a lo largo y ancho de su territorio una horda de hambrientos cadáveres depredan incansablemente a los pocos vivos sobrevivientes, a la vez que estos luchan entre sí mismos por víveres, gasolina, refugio, vehículos y todo aquello cuanto puedan aprovechar de un mundo de muertos, en el que gobiernos, servicios médicos, policía, instituciones públicas en general son un mero recuerdo.

El mundo de estas películas está en permanente estado de guerra entre vivos y muertos andantes, pintura fiel del Estado de Naturaleza hobbesiano, pues la vida humana resulta solitaria, pobre, bruta y corta. Sin embargo, aun en este escenario apocalíptico los seres humanos aspiran a sobrevivir en grupos, formar comunidades y construir instituciones sociales, formar y mantener un poder social que los mantenga unidos a pesar de los deseos egoístas o individualista. Bajo este lente sociológico podemos comprender cada cinta de la trilogía zombi de la siguiente manera:

Una apología sobre el consumismo. En El amanecer de los muertos, un pequeño grupo de sobrevivientes del apocalipsis zombi se refugia en un centro comercial. Inmediatamente la sobreabundancia vuelve cautos y codiciosos a los sobrevivientes. La idílica situación consumista de los sobrevivientes termina poco después de aniquilar a la legión de consumidores en perpetuo shoping, pues un grupo organizado y motorizado de pandilleros arrasa el centro comercial dejando los tesoros del supermercado para los muertos vivientes, seres cohesionados armónicamente por el hambre de carne viva, carne humana.

Una apología sobre el poder. Si las instituciones sociales se derrumban, el poder en manos de quien lo retenga tratará de prevalecer. Esta situación se articula en El día de los muertos vivientes, una pesadilla acerca de la degeneración del poder militar y como  puede imponer objetivos y apetitos personales. En este filme, un reducido grupo de científicos buscan desesperadamente comprender la epidemia que aniquiló a la mayoría de la población, entre tanto, dentro del complejo en que se resguardan se gesta una lucha de poder, que redunda en la destrucción, aprovechada otra vez por los zombis para hacer de las suyas.

Una apología sobre la lucha de clases. Mucho tiempo después de iniciada la pandemia zombi se levantaron ciudades fortaleza. En una de ellas un grupo de líderes aristócratas reviven el esclavismo y feudalismo como órdenes sociales, económicos y de gobierno. En lo que se presume propagandísticamente como un refugio para los sobrevivientes, se instala un sistema de desigualdad social sin límite, pues mientras unos pocos gobiernan y concentran el poder armado, la mayoría de refugiados no tiene a lo mínimo para subsistir por lo que tiene que ganarse la vida como sea. Paralelamente, la amenaza zombis se organiza bajo el mando de un líder, Big Daddy, quien guía su horda putrefacta en una disputa contra los vivos por un espacio para habitar.

 

La muerte es solo el comienzo

George Romero murió de una forma muy diferente a la mayoría de sus personajes de película: en su hogar acompañado de su esposa Suzanne y Tina, escuchando la banda sonora de El hombre tranquilo (The Quiet Man, Ford, 1952), una de sus cintas favoritas. Un final de película para un hombre de cine y convicciones políticas y sociales plasmadas en su trabajo.

Cerca del final de sus días, Romero se manifestó sobre uno de los productos mediáticos más exitosos en años recientes, The Walking Dead, serie de televisión basada en el comic homónimo. Sobre ésta afirmo: “es una soup opera con un zombi de vez en cuando”, es decir un melodrama centrado más en situaciones emocionales entre los protagonistas, que una lucha sin tregua entre zombis y vivos. Sin duda tenía razón.

The Walking Dead es esencialmente un melodrama ejemplo fiel del boom de películas y productos relacionados con zombis, el cual no ha dejado de crecer desde principios de siglo. Los no muertos acaparan atención en cine, televisión, juguetes, videojuegos, novelas y todo tipo de mercancías (existen moldes y decorados de repostería para comer un pastelazo zombi).

De esta explosión o explotación de los zombis el mismo Romero participó ofreciendo charlas y visitas en convenciones organizadas en varios países del mundo, en las que compartió su idea del zombi como un no vivo, un mito contemporáneo y un sujeto político por estar construido con temores reales y ficticios de las sociedades contemporáneas, lo mismo que con deseos de vida y muerte.

Romero legó numeroso historias Z en cine, TV y comics a sus fans, pero fue al cine de terror y cine independiente a quien legó su empeño e imaginación, una producción en la que permanecerá como un no muerto destacado entre la gran informe y putrefacta horda zombi.

 

21.11.17

Mr. FILME


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La letra encarnada de la esencia de F.I.L.M.E., y en ocasiones, el capataz del consejo editorial.....ver perfil
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