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Gabriel Figueroa en cuatro pasos

por Julio César Durán

 

Hoy en día la proyección internacional que tienen los cineastas mexicanos es el pan de cada día, además de obtener premios del calibre de un Globo de Oro o de un Óscar. En este tenor, Gabriel Figueroa (1907 – 1997) fue quizá uno de los primeros cinefotógrafos nacionales que consiguió colocar su nombre entre los grandes del cine mundial, en parte por haber sido nominado en 1965 por Mejor Fotografía en los óscares gracias a La noche de la iguana de John Huston.

No obstante, Figueroa ya había sido galardonado como el mejor cinefotógrafo por La perla (1947) en el Festival de Venecia y en los Globos de Oro, también en el Festival de Cannes y en el de Locarno por su trabajo en María Candelaria (1944). Además de colaborar en el cine de Hollywood durante varios años, elemento que ha hecho del cineasta una influencia en técnicos internacionales.

El maestro mexicano de la luz ha sido fuente de inspiración para cinefotógrafos y realizadores del mundo entero. Pensar en Gabriel Figueroa nos remite a  una de las piezas clave dentro de los anales de  historia del cine. Tal cual ha sido el gran maestro de múltiples generaciones que aún hoy, con la hegemonía del cine digital, siguen los pasos del personaje que dominó un lenguaje en proceso de gestación. Gabriel Figueroa cumple, por donde se le mire, con la figura del viejo mentor. No obstante, una pregunta interesante es si su genio apareció de la nada o fue propulsado por alguien más.

Mucha tinta ha corrido a propósito de la influencia que Tisse tuvo en el fotógrafo oriundo de la Ciudad de México, o de lo aprendido al trabajar codo a codo con Jack Draper; de hecho, el mismo Figueroa habló, en los años 90[1], de personajes como Gregg Toland, quien aceptó ser su preceptor y guía, o incluso de James Wong a quien reconoció como “el gran maestro del cine americano”. Aquí algunas claves de estos cuatro cinefotógrafos que marcaron por completo el trabajo del cineasta mexicano.

 

Eduard Kazimirovich Tisse (1867 – 1961)

El cinefotógrafo soviético que comenzó su carrera en los noticieros cinematográficos para explotar toda su capacidad al lado de Sergei Eisenstein en impresionantes filmes como La huelga (1925), El acorazado Potemkin (1925) y por supuesto, ¡Que viva México! (1932 / 1979). El realismo y el suprematismo impregnaron su obra, dotándola de enérgicos primeros planos y de la monumentalidad de los parajes reales, elementos con los que se formó la generación de operadores de cámara a la que perteneció Figueroa, quien refleja esta influencia, principalmente, en los icónicos cielos de “El Indio” Fernández.

 

Jack Draper (1892 – 1962)

Gracias al trabajo que Tisse y Paul Strand llevaron a cabo en México, surgió toda una camada de profesionales que llenaron de vida por más de tres décadas al cine nacional. Entre ellos se encontraba el norteamericano Lauron “Jack” Draper, quien en más de 150 filmes (en su mayoría de la llamada Época de Oro del cine mexicano) consiguió una imagen de blancos y negros en rotundo contraste, la cual fue adoptada por Figueroa, al que tuvo como asistente y con quien compartió la operación de la cámara en cuatro largometrajes, entre ellos Vámonos con Pancho Villa (1935) y Las mujeres mandan (1936).

 

Gregg Toland (1904 – 1948)

Durante los años 30 se convirtió en el camarógrafo más joven de la creciente industria hollywoodense. En esta carrera no sólo consiguió trabajar con los directores fundamentales de Estados Unidos, sino que fue pionero en el desarrollo de objetivos y tecnología que le permitió explotar sus inconfundibles claroscuros y la profundidad de campo. En 1935 aceptó como “alumno” a Gabriel Figueroa, quien llegaría a apropiarse la técnica que maravilló en filmes como The Grapes of Wrath (1940) y El ciudadano Kane (1941).

 

James Wong Howe (1899 – 1976)

El maestro de la sombra fue uno de los cinefotógrafos más solicitados y respetados de Hollywood hasta que la llegada del macartismo arruinó su carrera por ser considerado comunista. Wong consideraba las texturas que los colores le darían a su fotografía B/N y desarrolló una especial afinidad por el enfoque de distintos planos en la misma escena. El estilo que se aprecia en Las aventuras de Tom Sawyer (1938) o El indomable (1963) fueron admirados profundamente por Gabriel Figueroa, quien tuvo la oportunidad de trabajar con él en los 30 y años después, cuando huyó de E.E.U.U. para asilarse un tiempo en México.

 

23.02.19


[1] Isaac, Alberto. Conversaciones con Gabriel Figueroa. Universidad de Guadalajara, 1993.

Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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