por Praxedis Razo
El año pasado se cumplió un cuarto de siglo de haberse estrenado una película muy influyente en la década de los 80. Veinticinco años son suficientes para comenzar a considerar si una película ha resistido el embate del tiempo, y Volver al futuro (Zemeckis, 85) ha demostrado haber trascendido del todo a varias películas de su generación.
Todos conocemos y disfrutamos con la historia, con la trama, con la selección musical. La película se presentó en su momento como la gran vanguardia de efectos especiales, la superproducción del stablishment, la clásica película teenager (que durante la década de los 80 abundaron) con los artistas que la televisión había puesto de moda. Es decir, todos fueron al cine a ver la película del año y no salieron defraudados. Cumplía con creces las expectativas que ponían en duda el éxito de una película que cantara una oda a una década aparentemente lejana como la de los 50.
Dos generaciones se enamoraban de Jennifer y/o de Marty, dilucidaban los problemas de generar 1.21 gigawatts y vivían en carne propia el delirio freudiano de enamorarse profundamente de su madre. Nadie sospechaba que la película que produjo desinteresadamente Steven Spielberg estaba lista para el siglo XXI, quizá nunca más fresca ni más elocuente.
La nostalgia por los viejos tiempos entonces se transformaba en una triple nostalgia. Los ochenta lloraban los 50; los 90 clamaron por los 80; y los dosmiles revivieron todas las “mejores†épocas anteriores.
12.2011