No hay nada que no pueda tocarse. De hecho, cualquier esbozo mental no puede imaginarse al completo, solo cobra vida tras haberse grabado.
Francis Black, 1991
Al parecer Black Francis, advirtió la funesta posibilidad de que una vez que llevó a su fin a The Pixies en 1993, y se presentó al mundo entero como Frank Black en el single-moo, no lograría el éxito y reconocimiento de aƱos pasados. Se agradece que lo haya reconocido: āNunca te gustarán mis jodidos discos si solamente los escuchas una vezā.
Su propuesta no fue rechazada del todo, pero es evidente que en el lado industrial, no alcanzó los niveles de popularidad que The Pixies lograra una vez que se reconoció su rol como banda revelación de los aƱos noventa. Para el 2007, con catorce discos encima, fue complicado que Black se desprendiera aquel brillante pasado que lo catapultó, y no lo dejó avanzar aún más; es el sello que lo catalogaba como uno de los creadores de la banda grunge que dio formato al rock alternativo, antes de que éste se convirtiera en una etiqueta, incluso en algo tan mainstream.
El segundo álbum de estudio de los Pixies, Doolittle (4AD/Elektra, 1989), es uno de los experimentos musicales más atrevidos y, afortunadamente, fructífero. En éste, tal como lo hiciera en un principio, Francis Black interviene en la creación e interpretación lírica, mientras que la estridencia, es ejercicio técnico de Joey Santiago (co-fundador de la banda).
Listado por la Rolling Stone en el lugar doscientos veintiséis dentro de Los 500 mejores álbumes de la historia, Doolittle es el disco āequilibradoā de The Pixies, pues compagina melodía, berridos y composición. Expresión innata del Lado B de Black Francis, en el que es capaz de conseguir dos minutos, dieciséis segundos de conciliación rítmica y vocal, es āHere comes your manā; también con āMonkey gone to heavenā hace lo propio, esta vez acompaƱado de un cuarteto de cuerdas.
En āDebaserā, primer track de Doolittle, Joey Santiago recurre a los agudos riffs surf para enmarcar los gritos guturales de Francis. Esta vez, la fuente de inspiración no serán aquellos referentes religiosos, cortesía de Larry Norman; no, estamos hablando de un chien Andalusía (como ellos dicen), y otras pretensiones.
Inspirada cien por ciento en Un chien andalou (Luis BuƱuel, 1929), primer cortometraje y, de facto, debut cinematográfico del realizador calandino, nacionalizado aƱos más tarde mexicano, este primer ensayo, inscrito en la corriente surrealista, tal como lo demandó este movimiento artístico, recurre al inconsciente como materia expresiva ideal.
Así convenido en esta tendencia, se privilegia la exaltación de los sentidos, al plasmar lo más profundo de la esencia humana, rechazando el bloque de valores conformados hasta entonces. Considerado el movimiento más importante del periodo de entreguerras, el Surrealismo, procede del Dadaísmo, expresión artística reaccionaria ante el positivismo. Su fin principal fue romper con la estética, cuya base fue totalmente nihilista. Ambos movimientos tienen en común el ánimo de provocar reacciones, polemizar.
A pesar de que el surrealismo, surge con la figura de André Bretón como representante inmediato, se diversificó otras instancias artísticas, no sólo a la escritura, sino a la pintura, desde luego, el cine. La consideración básica fue apelar a la irracionalidad onírica.
En Un chien andalou, Salvador Dalí colabora con Luis BuƱuel para escribir el guión, sin embargo, la dirección y musicalización del corto, son del propio BuƱuel. Serán dieciséis minutos, en los que alterna planos cerrados y abiertos, conjugados con la confusión de tiempo y espacio. Un aƱo después aterrizará en el cine otro experimento surrealista, esta vez será Lāage dāor (BuƱuel, 1930) la cual, por su fecha de estreno, ya se incluye en la etapa de películas sonoras.
De tal modo que para la actualización de Un chien andalou, los Pixies recurren a la estridencia de guitarra y batería, emulando aquél no sense de la tendencia surrealista, claro, aderezada con la efervescente voz de Black, con cada āD-e-b-a-s-e-rā del coro.
Por su parte, en el San Francisco International Film Festival, Black Frank, Francis Black (et al), interpretó la banda sonora que trabajó en 2010 para El Golem (Paul Wegener & Carl Boese, 1920). De este material, sólo se publicaron quinientas copias.
Este experimento ya había sido practicado por la banda en 1987 cuando, como parte de The Purple Tape, se incluyó "In Heaven" (Lady in the Radiator Song), cover del soundtrack de Eraserhead (David Lynch, 1977), la primera película del cineasta estadounidense, también de corte surrealista. Originalmente, esta canción fue escrita por Lynch y Peter Ivers. Un aƱo después, la banda volvió a grabar la pista en una sesión para el show de John Peel, en la BBC; más tarde esta versión fue lanzada en 2002 en el EP The Pixies.
Ahora, será el 6 de agosto cuando Sacred Bones lanzará una re-edición limitada de la banda sonora de Eraserhead. Sólo serán mil quinientas copias para la reedición de lujo de āEraserheadā, la cual contiene un vinilo con la música original, descarga digital, un cuaderno de 16 páginas, tres litografías, y un single de siete pulgadas, con āIn Heavenā, en la cara A, y āPeteās Boogieā, que ha sido mezclada por Lynch, en la cara B.
04.08.2012