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Cortázar en el cine

por Daniel Valdez Puertos

 

Hace cien años es que nace en Bruselas una de las plumas más ágiles, prolíficas y de insólita originalidad de toda la literatura hispanoamericana: Julio Florencio Cortázar Descotte, hijo de argentinos trashumantes de linaje alemán, francés y vasco, hijo de un tiempo en el que el lenguaje y la escritura era elemento tan vital como el agua y el aire. Julio Cortázar creció en ese maravilloso contexto y fue por fuerza de gravedad que se estrelló de frente con la literatura perdiéndose para siempre en la manipulación del idioma, al firme servicio de la imaginación creativa, en la que erigió todo un continente de personajes fantásticamente reales que hablan un idioma extrañamente familiar y a los que le rebasan situaciones mágicamente posibles que rozan siempre los límites de lo supra-infra-hiper-real.

Desde sus casi dos metros de altura, sus monstruosas manazas tecleando la bien lubricada Remington y el gitano humeante en un cenicero, hizo los juegos pirotécnicos más bellos que un lector atravesado por el conflicto del lenguaje pueda experimentar. Para beneplácito de la humanidad lectora, esto fue lo mejor que pudo hacer en toda su vida, sin embargo sabemos que pudo haber sido de otra forma.

Podemos afirmar que en casi todo escritor contemporáneo habita en él un menudito cineasta que en frecuentes ocasiones asiste, oportunamente o no, durante el proceso creativo. En los textos de Cortázar es posible escuchar esa voz que susurra desde el inconsciente cinematográfico.

Si nos detenemos un momento en su estilo observamos que le caracteriza esos extensos párrafos confeccionados a base de tres, cuatro, cinco o más oraciones subordinadas, cual si estuviera describiendo una secuencia de John Cassavetes o de Alain Resnais (a quien por cierto rinde un homenaje en Último Round vol.1), así como también de abruptas oraciones cortas separadas por un punto y aparte. Simple yuxtaposición. Como si de un insert revelador se tratara. Pero debemos ser más específicos en cuanto a esta idea, y es verdad que Cortázar no hubiera sido únicamente uno de los mejores cineastas de su tiempo, sino, posiblemente, el mejor cineasta del nuevo cine latinoamericano y así ostentar el orgullo de que la revolución del lenguaje cinematográfico que surgió en los 50’s y 60’s, ocurrió efectivamente en este controversial continente tropical.

Pues bien, como Cortázar no realizó ni una película, otros directores se dieron a la tarea de hacerlo por él, adaptando al celuloide algunos de sus textos, aunque con resultados demasiado disímiles. Comparto aquí una lista de algunas películas inspiradas en sus cuentos:

La cifra impar, 1961 de Manuel Antín, basada en el cuento de Las cartas de mamá, aquél en el que la señora en su senil delirio le escribe al hijo sobre su hermano muerto como si áun estuviese vivo y que incluso avisa que le irá a visitar. Es la primera película basada en la obra cortaziana, de extraña atmósfera y surrealismo necrológico, pero que no podría superar al texto original pues aquí se tiende más a explotar el dramatismo de la situación eliminando así todo el efecto estético del absurdo, complementado a base de justas necedades cinematográfica y prolongando el texto con sobrantes explicaciones. Con este filme se demuestra cómo es que la obra de Cortázar será dificilmente entendida por este realizador, quedándose siempre en una primera línea meramente anecdótica, aunque valioso en su forma de hacer cine, muy a la Resnais, muy así de disfrutable.

Circe, 1964, del mismo Manuel Antín, adaptación del cuento homónimo que se defiende un poco más que el anterior, quiza por el discreto ingrediente erótico de la trama sobre esta femme fatale ignorante de su propia condición.

Intimidad de los parques, 1965, de nueva cuenta el insistente Manuel Antín. En esta ocasión pretende re-sobre-estirar un relato que evidentemente no podría ser una película convencional, como es esta propuesta, en donde efectivamente se pierde por completo el gran efecto metanarrativo, quit del cuento homónimo de Cortázar, pero en el que sin duda se pueden apreciar hermosos planos carnavaléscos dignos de un... Glauber Rocha, por ejemplo.

Blow-up, 1966, de Michelangelo Antonioni. Quizá la mejor adaptación que ha tenido hasta el momento la obra de Cortázar, basada ésta en Las babas del diablo, en el que encontraremos una serie de personajes y elementos que no aparecerán nunca en el texto original, pero que sí rescata respetuosamente la esencia fundamental del relato.

Weekend, 1967, de Jean-Luc Godard. Existe una anécdota bastante curiosa al respecto, pues resulta que Godard llama muy entusiasmado a Cortázar para permitirle hacer una adaptación libre de su cuento La autopista del sur, el escritor igualmente entusiasmado acepta, ya que desde luego conocía la obra de Godard y su reputación como uno de los mejores cineastas del mundo. Cuando por fin Cortázar ve la película, lo primero en preguntarse fue: ¿para qué carajos se molestó en llamarme? Sí, casi nada tiene que ver con el cuento, pero sin duda una de las mejores obras del maestro Godard.

Lingorgo, 1979, de Luigi Comencini, aquí Los embotellados, también adaptación de La autopista del sur, casi idéntico al relato con el tosco toque de comedia italiana. Efectiva.

La furia, 1999, de Alexandre Ajá. Basada en el relato titulado Graffiti, francamente no la hemos visto, parece estar destinada al olvido... además, con el título y el cartel, las expectativas se reducen.

Todas estas cintas son absolutamente recomendables, por el noble y excelso motivo que las originaron. Sin duda hay más adaptaciones, muchas en el mundo subterraneo de los estudiantes de cine, material que resulta, si no imposible, muy complicado conseguir. Para este natalicio debería por comenzarse a convocar una muestra de aproximaciones cinematográficas de la obra de Julio Cortázar, ya que, todo lector de aguzado oído no deja de escuchar la inclemencia de unas bobinas que se proyectan a través de cada cuento o novela del gran Cronopio.

 

26.08.12

Daniel Valdez Puertos


@Tuittiritero

Textoservidor. Lic. en Técnicas de la alusión con especialidad en Historia de lo no verídico. UNAM generación XY. Editor en Jefe y cofundador de la revista F.I.L.M.E. Fabricante de words, Times New Roman, 12 puntos. Es....ver perfil

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