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Un canto a la feliz anarquía de la niƱez

por Laura Meza Orozco

En una entrevista Francois Truffaut llegó a mencionar que Zéro de conduite (1933, Francia) era el más poderoso y auténtico retrato sobre la infancia jamás flmado, nada menos merecido para referirnos de la bellísima película de Jean Vigo. Ya desde la primera escena se percibe esa esa espontaneidad: dos chicos sentados en un compartimento del tren que los lleva a la escuela, con la única compaƱía de un adulto que se encuentra dormido. El adulto pertenece a ese otro mundo, está rígido, tan sólo duerme mientras los chicos dan comienzo a su festa, sacándose de los bolsillos toda suerte de objetos, plumas de gallina, una trompeta de latón, un globo al que pueden reventar, hondas, cuchillos y dos grandes cigarrillos que encienden con cuyo humo producen grandes oleadas de nubes; para después ensanchar barrigas imaginarias poniendo los pulgares en los sobacos de invisibles chalecos y hacen tintinear invisibles cadenas de reloj. Se ríen del que duerme, del que permanece inmóvil y cuando el tren se para de pronto y el durmiente se cae del asiento, gritan: ā€œĀ”Está muerto!ā€ Y es que un filme no se siente sólo con la cabeza, sino con todo el cuerpo, con el corazón; sin duda, frente a la velocidad de consumo que reclaman nuestras pantallas en HD, resulta difícil encontrar imágenes que permanezcan y que nos inviten a vivir en su interior. ĀæQuiere decir eso que cada vez vemos menos cine con el corazón? Tal vez.

En mi historia particular del cine, al igual que el personaje de una de las películas de Truffaut, Antoine Doinel, apenas se es un infante y ya se da uno cuenta de otros sabores: tristeza, soledad, angustia, incomprensión; y uno se rebela contra aquello que le impide ser como se quiere ser. Justamente todo eso manifesta Antoine, amante del cine y de Balzac, pícaro pilluelo, inconformista y siempre desafante, mira el mundo con desconfanza y temor. ā€œĀæPor qué no me entienden?ā€, suele decir con frecuencia. Igual que todos a los 13 aƱos, sientes que no te ven y haces cualquier cosa para llamar la atención, sólo deseas que alguien te quiera, que alguien te defienda, te irritas, decides mandar al carajo a todos y todo, sólo deseas huir, huir de todo porque eres libre, porque no quieres ser esclavo de nadie, porque tu esencia nadie te la debe quitar porque al igual que Antoine en Los cuatrocientos golpes (1959, Francia) al que dejamos en esa última escena corriendo en la playa, nos mira y nosotros preguntamos.

No sé que es lo que pasa cuando nos volvemos adultos. Me quedo con la escena fnal de Paisaje en la niebla (1988, Grecia) en la que la neblina se va abriendo ante dos niƱos hasta mostrarles un árbol, hasta mostrar un rayo de esperanza y optimismo. La innegable belleza del cine de Theo Angelopoulos consigue como nunca que hagamos nuestra su historia y nos conmueve de igual modo que cuando Truffaut llevó a Antoine Doinel a orillas del mar.


Feliz día del niƱo.


30.014.13

Laura Meza Orozco


EstudiĆ³ la Licenciatura en Artes PlĆ”sticas y Visuales en la ENPEG, "La Esmeralda". "Lala", como la conocen sus amigos, es Ć”vida lectora, escritora autodidacta desde los 8 aƱos, chacharera, recolectora de historias, anĆ©cdotas y objetos, compulsiva obsesiva. En sus primeros aƱos creciĆ³ viendo el cine de Steven Sp....ver perfil
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