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Jamón Jamón, una tragedia a la Bigas Luna

por Fernando Bustos Gorozpe


Jamón Jamón (1993) es quizá la cinta más emblemática de Bigas Luna. Logró posicionarlo como un gran cineasta, referente del cine español contemporáneo. La película se convirtió en un clásico no sólo por la aparición de actores que hoy en día son estandartes del cine español a nivel internacional, como Javier Bardem y Penélope Cruz, sino también por la gran labor cinematográfica aquí emprendida: magníficas tomas abiertas con un montaje que atiende a simbolismos fuertes y entendibles. Una tragicomedia engalanada por unas actuaciones soberbias, excelente fotografía y un soundtrack emotivo.

En la cinta se recrea un universo que intenta retratar un lado pasional de España a partir del fuerte gusto por los toros, la tortilla de papa y el jamón serrano, elementos que más que circunstanciales, aparecen como necesarios para el desarrollo de la trama y la pulsión de los personajes. Silvia (Penélope Cruz) es una chica de escasos recursos, hija de una prostituta y que trabaja en la manufactura en una empresa de calzoncillos; su novio es el hijo de los dueños de la compañía, un junior que gusta de dos cosas de ella: sus tortillas de papa y sus tetas. Ella está embarazada y él no encuentra la forma oportuna de decirlo a sus padres pero sobre todo a su madre, quién, bajo un complejo de proporciones freudianas al saber que su hijo está enamorado de su empleada, decide contratar a Raúl (Javier Bardem), un repartidor de jamones que además trabaja como modelo de ropa interior de su empresa, para enamorar a Silvia y lograr separarla de su hijo.

La tragedia está instaurada en una serie de elementos que aparecen a lo largo de toda la trama y que queda acentuada desde la escena inicial en que Raúl aparece jugando con una carretilla a ser torero, acto que lo marca y condena a ser el artífice de la muerte trágica y que después lo confirmará alegóricamente el anuncio en que modela calzoncillos bajo el eslogan “Hay un Sansón dentro de ti”. La decadencia de las historia así como de sus personajes se ve reflejada en la constante aparición de moscas sobre la piel como signos de pestilencia que indican la descomposición moral de los individuos conforme van tomando decisiones que cortarán su destino.

En Jamón Jamón no se le puede reprobar casi nada a Bigas Luna porque hasta los gags que de momento parecieran simplones sirven como dato que apunta a una forma de hacer cine que va de la mano con la época y con el surrealismo que buscaba trabajar, como la escena en que la madre de Silvia (la puta madre), antes de follar con el novio de su hija, se para junto al loro y comienza a hacer ruidos que imitan al animal. Pero si algo es inmejorable en este filme y que vale la pena resaltar, es la escena final en que la tragedia se desata en un ambiente árido que desaloja de pertenencia al lugar y que sirve como escenario para la muerte. José Luis (el novio) va en busca de una venganza amorosa a confrontar a Raúl para encontrarse con que éste acaba de follarse a su madre; dionisiacamente agarra un hueso de una pierna de jamón como arma para embestir a su enemigo y desafiarlo en un duelo que Raúl (el guarro) antecede proféticamente diciendo: “No sigas chaval, porque te mato”.

La pelea se libra atípicamente pero muy simbólicamente con una pierna de jamón serrano en las manos de uno y con un hueso en las del otro, recreando así una versión moderna de uno de los cuadros más emblemáticos de la cultura española pintado por Goya: “Duelo a garrotazos” que ha sido interpretado como muestra de la irascibilidad del español y la discordia entre los hombres. Raúl mata a José Luis con un certero golpazo de jamón serrano para después estallar en un llanto incontrolable como muestra de la bondad que vivía dentro de él –que ahora ha perdido– y que más adelante se recalca cuando agarra a “jamonazos” el Mercedes Benz del papá de su adversario para finalmente arrancarle el emblema y aparecer tirado en el suelo llorando con el signo del coche dispuesto en su abdomen como símbolo de aquello que lo había llevado a tal punto de decadencia: la ambición por el dinero.

Lo único que logra una mejor comprensión del final y de toda la película, son los créditos que se muestran como elemento sumatorio de la trama, los cuales raramente dispuestos no exhiben los nombres de los personajes sino el papel representado, jugado en esta versión moderna de una tragedia griega a la española:

La madre puta – Stefania Sandrelli

La puta madre – Anna Galiena

El padre – Juan Diego

La hija de puta – Penélope Cruz

El chorizo – Javier Bardem

El niñato –Jordi Mollà

Imposible no encontrar envidiable y recordar gustosos ese pequeño diálogo folclórico entre Bardem y Penélope que aparece como un breve resumen excepcional de la cinta:

–Eres un guarro.

–Y tú una jamona.


08.07.13

Fernando Bustos Gorozpe


@ferbustos

Filósofo. Especialista en nada. Profesor en la universidad Anáhuac Norte. Colabora también en: La Tempestad, Nexos, La ciudad de Frente y Cuadrivio.

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