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¿Qué causa risa en La risa en vacaciones?

 

Que hablen mal de uno es espantoso, pero hay algo peor: que no hablen.

Oscar Wilde

por Rebeca Fortul Rebull

 

Inevitablemente la primer película que me vino a la mente con el tema de vacaciones, y en contra de mi orgullo, fue La risa en vacaciones (Cardona Jr. de 1988 a 1996), después pensé en Vacaciones del terror (título inmejorable para tal realización) y hasta esa serie de películas gringas de vacaciones con Chevy Chase. Claro, estos filmes vinieron a mi mente sin mucho esfuerzo porque contienen la palabra “vacaciones” en su título. Luego, tras sacudirme esas primeras ideas de la cabeza, películas menos deplorables vinieron a mí; no obstante, de esas no me propongo tratar.

Algo tendrá esa saga de La risa en vacaciones que sé bien que se le plasmó en el cerebro a más de una generación, ya que en múltiples ocasiones he oído y compartido chascarrillos acerca de estas películas con gente de mi edad o mayor que yo, y aunque casi todos los comentarios sean para hacer escarnio de ella, algo hay que reconocerle a esas producciones: que no importa cuán malas puedan ser o que tan criticables sean los objetivos de quienes las hicieron, la gente las recuerda.

Para hablar de la segunda entrega, pues la primera de la saga sucede en la Ciudad de México, ya algunas veces me he preguntado cómo es que el director o el guionista (si es que tiene) se acercaron al productor a presentar su proyecto, ¿cómo se puede uno acercar a que alguien te pague las vacaciones en la playa disfrazando tu oscuro objetivo de película de bromas al estilo Candid camera (tradicional programita de la televisión gringa)? Imaginarme esa escena me cuesta trabajo, casi tanto como pensar que esta situación ocurrió no una ni dos veces, sino ocho ocasiones. Ahora bien, una vez que el proyecto quedó aceptado, las locaciones ya están más que seleccionadas, tantas veces he escuchado decir a la gente con implacable ironía: “Mira qué raro, una película mexicana que ocurre en Acapulco”.

El recurrente chiste de “A mí me gustó La risa en vacaciones de la 1 a la 7, porque la 8 ya fue un exceso” explica sin lugar a dudas la repetición de las escenas y las bromas, la fórmula gastada que no sé en realidad si es que funcionó desde la primera película. Yo no recuerdo, sin querer sonar muy amargada, si he visto a alguien reírse de las escenas. Al menos yo no lo hago. Recuerdo que las vi, no sé si todas o sólo partes de algunas, pero dudo mucho haberme perdido de algo de la trama.

El punto es que me sucedió (y supongo que a muchos de los que las han visto) un efecto hipnótico mientras la pasaban en la televisión sin prestar mucha atención a lo que ocurría, a lo más creo que era algo parecido al morbo lo que sentía al pensar: “¿Cómo pueden ser tan malos actores las víctimas de semejantes guasas?”, aunque para ser sincera creo que algo de nostalgia me impedía cambiar el canal rápidamente: la vestimenta noventera y espantosa de los “actores” o más bien era… Sí, debo admitirlo sin reparos: era la inmejorable selección musical que ambientaba las bromas, no puedo pensar en esas películas sin que se me atraviese en la garganta el verso “… Dos libras de cadera no es cadera…” cantada por El General.

Supongo que algún avezado en el Cine Nacional podría darme una respuesta sensata a todas mis interrogantes, como que Pedro (cuyo nombre real desconozco) pudiera ser el productor de las películas; o que los actores fueran personas que se agarraban un minuto antes de rodar y por eso eran tan malos a propósito, o que las películas fueran una cortina de humo para encubrir planes malévolos del gobierno, o que fueran películas para desviar fondos de la mafia… Yo qué sé, la cosa es que por elección propia o por un desafortunado incidente muchas personas las han visto y se ríen. Tal vez.

En mi caso, por ingenuidad infantil, un tiempo tuve miedo de encontrarme un león a la entrada de un baño público, o temí que algún ciego morboso me pidiera ayudarle a cruzar la calle en mis vacaciones en la playa, ejemplos de que de alguna manera indescifrable la película (no sé cuál de todas) logró un efecto en mí.

En conclusión no puedo generalizar con nada. Trato todo el tiempo de no hacerlo, pero en pleno ejercicio de la memoria, reto al atento lector a que no se sepa el nombre restante de las estrellas de las cintas: Pedro, Pablo y…

Si se lo supo, querido lector, usted como yo fue víctima del éxito de estas películas que atormentaron las vacaciones de un gran sector de la población mexicana.

 

21.08.13

Rebeca Fortul Rebull


Entusiasta de las letras, ferviente creyente del arte y su poder reivindicativo. Seguidora de la realidad a través de la ficción. Directora de sus errores, guionista de sus monólogos y espectadora de la tragedia humana. Ser humano de tiempo completo.....ver perfil
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