por Lola Morrison
Un viaje inesperado, de Oaxaca a Chihuahua, realizado por dos hermanos adolescentes, Omar (Sebastián Cobos) y Karina (Valentina Buzzurro), se convierte en el descubrimiento no sólo de ellos mismos, sino también de un país roto y cercado por violencia.
Viento aparte, el más reciente largometraje de Alejandro Gerber Bicecci (México, 1977), evidencia la realidad social de un México lacerado.
Sobre esta película, la cual fue también para el director un viaje “en busca de comprender el complicado amasijo social nacional y particularmente su coyuntura actual”, va la siguiente entrevista:
Los viajes forman y deforman. ¿Viento aparte es un viaje iniciático?
AG: Sin duda. Es lo que en Estados Unidos llamarían un coming of age. El retrato de un viaje es ideal para estructurar el viaje de crecimiento personal de uno o varios personajes; forma y contenido coinciden en este esquema que no es nuevo. En este caso, el desencanto es parte de esa iniciación. El descubrimiento de un país roto y cercado por eventos violentos y desconfianza en el que los refugios son escasos.
¿El nombre de la película se refiere a algo en particular?
AG: El nombre sale de uno de los versos de Altazor de [Vicente] Huidobro. Está escogido particularmente por la potencia poética y simbólica del nombre, más que por alguna asociación particular.
En una conferencia de prensa comentaste que “Existe un contraste social que nos define como nación” y que esta película era un reflejo de lo que se está viviendo en México. Ambas cosas quedan evidenciadas en algunas escenas…
AG: Sí. Es importantísimo para mí aprovechar la oportunidad de filmar una película para hablar de lo que nos pasa en términos sociales y humanos. Me resulta difícil, en un estado de emergencia como el que vivimos, pensar en filmar historias que evadan la realidad. Confío en que esta película sume algo a la transformación de esta situación, espero no pecar de naive.
Mientras transcurre la historia de Omar y Karina en paralelo se narra la de su “núcleo” familiar y la vemos a través de los videos que el adolescente registró con un celular de Joaquín, su papá. En una escena el papá de ellos muestra su molestia porque están vacacionando en un lugar sin Internet y sin celular, lo que para él es estar “en medio de la nada, incomunicados”. Yo lo que veo es también una falta de comunicación que va más allá de lo tecnológico, y es la que tiene que ver entre ellos. Al menos hay una distancia muy evidente entre Omar y su padre.
Y en el matrimonio de los padres también. La idea era retratar una familia que se encuentra atravesando una crisis. El viaje de vacaciones a un destino "exótico", es una típica medida desesperada para tratar de solucionar desacuerdos de pareja. La distancia de Omar con el padre está marcada por un lado por la edad de Omar y su necesidad de independencia que corre a lo largo de toda la película; y también por la torpeza del padre a la hora de generar una relación con su hijo. Una mezcla infalible para el desencuentro padre-hijo.
A lo largo de ese recorrido de más de 2 mil kilómetros se encuentran con muchos personajes como Tomás Mejía, fotorreportero; un transportista zapoteco deportado de Estados Unidos; Raymundo, un trailero, para quien los chilangos “nomás para mandar a la chingada sirven”; Emilia, empleada de un restaurante; una pareja en el desierto y otra que les da hospedaje en Chihuahua. Pero también cada población por donde pasan es un personaje en sí a través del cual vemos los diversos rostros del país.
Parte de la "misión social" de la película, por llamarla de alguna forma, era retratar este país de mil rostros, en el que la diversidad es a un mismo tiempo, la mayor riqueza cultural que tenemos, y la fuente de una buena cantidad de desencuentros generados por racismo, clasismo, xenofobia y muchas otras taras culturales que seguimos arrastrando desde hace siglos.
Hay una exposición inconsciente, propia de la adolescencia, al realizar ese viaje. En un principio no miden los riesgos de estar literalmente solos, pero cuando se percatan de ello (la escena en el puente en el que terminan arrojando sus maletas y aquella en que son testigos de un “ajusticiamiento”) se genera una tensión entre los dos, un enfrentamiento verbal y físico que al final deriva en una toma de conciencia y en un acercamiento.
AG: La conciencia de que es en el otro, en el hermano, en quien se puede encontrar refugio, descanso y comprensión sólo puede llegar (creo yo) cuando todo está puesto en riesgo. Es en las situaciones límites en las que la esencia de los personajes se devela, con sus mayores virtudes y sus más intensos defectos.
¿Qué hay de la escena en el desierto en donde un señor le cuenta a la niña sobre la aparición de un ovni? ¿Es una suerte de “descanso” (lo de que soltaron una “quebradita” es muy gracioso)?
AG: Lo de la arena me lo contó un ejidatario de la "Zona del Silencio", donde pensábamos filmar en un principio, lo contaba como una tragedia ocurrida. Tengo entendido que es cierto, aunque no hice ninguna investigación para corroborarlo. Él también me contó cómo despreciaba a los turistas ufólogos que llegaban a su desierto a "buscar OVNIS", le molestaba mucho el tema. Ha vivido ahí toda su vida y jamás se le apareció ninguno. La mitología del lugar como sitio de constantes visitas del espacio exterior está basada en una mentira y eso lo descolocaba. El personaje y esa escena es un pequeño homenaje a este personaje peculiar que me tocó conocer. Y sí, de algún modo representa un descanso en el periplo de los hermanos.
¿La escena de la protesta en la carretera por la masacre de Arroyo Rojo es en referencia a un acontecimiento real?
AG: Esa escena parte de Acteal, Aguas Blancas, Ayotzinapa ahora... Vivimos, desafortunadamente, en un país en el que las masacres ya pueden ser consideradas como algo genérico y epidémico. No hay referencia a ninguna en específico, sino a su conjunto y a la repetición trágica de la misma infamia.
¿Podrías hablarme un poco del trabajo con el resto del reparto, en particular con Alberto Lomnitz y Úrsula Pruneda?
AG: El trabajo con la familia (Alberto, Úrsula, Omar y Valentina) partió en todo momento de improvisaciones muy largas, hechas en la preproducción para encontrar a los personajes. Nunca ensaye "formalmente" con ellos. Propuse eventos para configurarles un pasado que les permitiera entender el momento de crisis que atravesaban. En el caso del resto de los personajes trabajé de un modo mucho más formal, con ensayos y repeticiones; e incluso marcando la puesta en escena desde la preproducción.
¿Por qué escogiste Paquimé como el destino?
AG: Por un lado me atraía mucho la idea de "Casas Grandes" como referencia al destino final, la casa de la abuela. Por otro lado, al conocer esas ruinas laberínticas me pareció que serían una metáfora ideal para cerrar los dos discursos de la película: Los hermanos que atraviesan un laberinto; y el laberinto social sin salida del país.
Hay una dedicatoria a Verónica Gerber. Ella colaboró contigo en el “Diseño de la carpeta”. ¿Puedes comentar algo también al respecto?
AG: Es una película sobre dos hermanos, y mi referencia sobre lo que significa ser hermanos es Vero. Creo que es natural, justo y necesario dedicarle la película. Habla eso también, supongo, de la excelente relación que tenemos como hermanos.
Hay muchos agradecimientos de tu parte, pero uno en particular a tus amistades “a prueba de películas”.
AG: Son duras las películas, rompen muchas cosas.
Viento aparte se estrenó en la 29 edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara. De acuerdo con información publicada en la web del IMCINE, esta película, la cual se exhibe actualmente en la Cineteca Nacional, recorrerá “un circuito alternativo del Distrito Federal en sedes como Cinemanía, Casa del Cine, Le Cinema-IFAL, Film Club Café y Cine Tonalá, entre otras. Además, la película tendrá un estreno simultáneo en dos plataformas digitales disponible en México: MUBI, con sede en Palo Alto, California; y, FilminLatino, un proyecto conjunto entre el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) y el servicio español de VOD, Filmin".
* La filmografía de Alejandro Gerber incluye los cortometrajes de ficción y documentales Peatonal (CCC-2004), Morada (CCC, Universidade de Sao Paolo-2003), Onces (CCC-2002), Huéspedes (CCC-2001) y Abandonos (CCC-1999); así como el largometraje Vaho (2009).
En diciembre pasado grabó un cortometraje basado en una crónica de la periodista y escritora veracruzana Fernanda Melchor (publicada en su libro Aquí no es Miami) que habla de la entrada del narco a Veracruz y la pérdida de la inocencia (una vez más). Hace un mes terminó la postproducción. Se llama Luces Brillantes y actúan Emilio Gaitán, Adriana Paz, Alberto Santiago y Desiderio Däxuni. El IMCINE se está haciendo cargo de enviarlo a festivales nacionales e internacionales. “Quedó muy bien, dice el director. Me imagino que muy pronto se podrá ver en distintos lados.”
13.08.15