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Café Society

por Qornelio Reyna

 

El octogenario neoyorkino, Woody Allen, regresa a las pantallas con su cuota anual y nos trae Café Society (2016), un drama romántico que ocurre entre Los Ángeles y Nueva York, y que responde a la fórmula del conocido director: triángulos amorosos, el mundo urbano, filosofía y religión, el cine y el sueño americano. Nada nuevo.

Lo que sí es nuevo, al parecer, es el presupuesto con el que el director realizó la producción más cara de su historia: aproximadamente 30 millones de dólares. Ambientada en los años 30, la cinta tiene todos los artilugios necesarios para remontarnos a un pasado de en sueño en un viaje a la nostalgia cinematográfica, tanto de la industria como de las viejas historias de Allen.

La historia va de un joven judío de nombre Bobby, recién llegado a Hollywood, en busca de empleo en la agencia de actores de su influyente tío Phil Stern. Gracias a ello conoce a Vonnie, una chica que decidió alejarse de la superficialidad de la ciudad para concentrarse en su propia vida. Los tres juegan a una suerte de triángulo amoroso que guiará sus vidas entre engaños y traiciones, muy al estilo de Crímenes y Pecados (1989).

Con fotografía del gran Vittorio Storaro y un muy elaborado diseño de producción, somos llevados a la época donde la industria americana fundaba su etapa dorada y el star system veía la luz, con tonos amarillezcos que hacen ver tanto el dorado halo del lugar, como el clima característico y un dejo de nostalgia. El glamour, el dinero, el chisme y la vida de excesos conviven en un lugar en el que la gran depresión y el clima pre bélico, aparentemente, no traspasaban esa burbuja.

Mientras, en la ciudad origen del cineasta, de clima frío, húmedo y azulado, se nos pinta un mundo criminal, una moral dudosa y a una familia judía de bajos recursos que vive alienada a los problemas de gran sustancia, con excepción el cuñado filósofo, amén de predicador de las clásicas cátedras allenescas.

Carta abierta al Nueva York intelectual y de gánsteres y cachetada con guante blanco al Los Ángeles socialité, la película muestra lo mejor y lo peor de ambas ciudades. Entre el crimen y la banalidad, el cotilleo reafirma lo que ya sabemos: en su autoexilio de Hollywood él Allen, es un neyorkino de corazón y claramente prefiere el mundo de bajo fondo sobre el frívolo oropel.

Tal vez es fácil mencionar que al viejo Woody se le han terminado las historias. Incluso su etapa turística, con películas como Medianoche en París (2011), De Roma con Amor (2012) y Magia a la Luz de la Luna (2013), donde visitó ciudades de gran afluencia, dan prueba de ello, pero Café Society se siente obsesiva y perfeccionista, aunque para nada novedosa.

Tal vez Allen nos quiere decir que extraña Los Ángeles pero la controversia y el orgullo le impiden hacer su regreso triunfal, tal vez sienta que si deja de filmar su vida termina, o tal vez esa obsesión temática nunca vaya a ser saciada, pues en sus adentros, estos problemas son el pan de cada día para quien algún día fue un cineasta de narración innovadora.

 

02.12.16

Qornelio Reyna


@Johnny_Mofeta
Comunicólogo en formación, cinéfilo de vocación con esperanzas de realizar estudios cinematográficos en alguna institución, en la calle, en las salas, afuera del Elektra viendo las películas del canal 9... donde sea.....ver perfil
Comentarios:
05.12.16
Abril dice:
Uffff tenía muy altas expectativas de esta película, no sé ni por qué, jaja, las útilmas peliculas de Woody Allen no han sido de mis favoritas, a excepción de Blue Jasmine, pero esperaba que fuera así y no lo fue en lo absuluto. Me molestó un poco que quiso plasmar su personalidad ansiosa en el personaje de Jesse Eisenberg y el final me dejó con cara de what ¿? :( Aunque debo decir que es la PRIMERA vez que veo a Kristen Stewart en un papel donde no todo el tiempo tiene cara de dopada sino que de verdad vi expresiones diferentes en su rostro, o sea que puedo decir que manita arriba por eso.
comentarios.