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En territorio amigable

por Julio César Durán

Texto publicado originalmente para EMPIRE en español, en abril de 2019, y reeditado para F.I.L.M.E.

 

Hoy en día sostenemos ideas en favor de los derechos humanos como un discurso universal. Si bien las disputas para abolir la esclavitud y los choques con las diversas coronas europeas –reflejos de los abusos de poder y de un feudalismo hoy anacrónico– ocurrieron desde finales del siglo XVII, en ciertos territorios estas intenciones no alcanzaron un eco importante ni mucho menos unanimidad hasta mediados del XX. Hoy en día, incluso, seguimos encontrando crímenes por xenofobia en diversas latitudes.

En este tenor Warwick Thornton, ganador de la Cámara de Oro en el Festival de Cannes por su ópera prima, Samson and Delilah (Australia, 2009), dirige su cuarto largometraje el cual supone una representación de la ignorancia y la esclavitud de los años 20 del siglo pasado, al mismo tiempo que refleja la xenofobia actual de las naciones que hemos definido como “desarrolladas”.

En territorio amigable (Sweet Country, Australia, 2017) es un filme que toma al género western para ponerlo de cabeza y cuestionar, quizá a la manera de las epopeyas de Sergio Leone, la conquista de inhóspitas tierras de pueblos originarios. Inhóspito al menos para los habitantes blancos que han llegado décadas atrás para establecerse como una extensión del Imperio Británico.

Como en la Norteamérica de Leone, para Thornton el choque cultural y conquista en este caso del Territorio del Norte (uno de los dos territorios continentales que forman parte de la estructura del continente austral) no fue romántico como en el western más convencional, no hubo héroes o aventuras con final feliz, ni pacificación de un lugar salvaje, por el contrario, aquel espacio se conquistó a través del dolor, la sangre y los dólares… La “conquista” de la Australia aborigen, según nos ofrece el filme, se llevó a cabo a causa del odio y la barbarie.

En territorio amigable, que advertimos se desarrolla en la década anterior a las aboliciones  políticas entre Reino Unido y las colonias como Australia, contiene una narración en tres fases: el crimen, donde todos los elementos (emocionales y formales) van siendo configurados; la cacería, donde el preciosismo de la naturaleza contrapuntea la intensidad de la violencia, y finalmente, el juicio, donde explota y aterriza el discurso que a manera de odisea se nos ha ido presentando.

Desde el primer plano de la película, que se repite como leitmotiv, vemos que los sentimientos (fundamentados o no) de los personajes están hirviendo y que sólo es cuestión de tiempo para que se desborden de manera violenta. Cada figurante de este cuento es delineado con un plano de establecimiento, close ups que enmarcan profundas miradas, flashbacks y prolepsis. Desde los protagónicos hasta los personajes periféricos van perfilando sus historias a partir de sus rostros y las sencillas interacciones que tienen entre sí.

Una de las marcas de estilo que Warwik Thornton consigue en éste, su tercer largo de ficción, es estructurar la narración a partir de un tiempo fragmentado, gracias a los juegos temporales antes mencionados y a las elipsis que usa para intensificar la aparente parsimonia del relato.

El realizador, quien por cierto es de origen kaytetye (aborígenes del Territorio del Norte), coloca un contenido paradójico para su estructura de tres actos, la cual de por sí ya está rearmada de manera no cronológica. El paisaje que registra a cuatro ojos con su codirector de fotografía, Dylan River, está puesto para sobrepasar con su grandilocuencia las pequeñas no obstante agresivas vidas y muertes humanas. El odio y la incomprensión, elementos que se reflejan todo el tiempo en la olla que hierve desde el inicio, responden de manera opuesta y se confrontan con la belleza de los desiertos y sabanas de Australia.

Estas panorámicas abrazan una historia desencantada sobre las barreras culturales y de lenguaje entre los blancos y los habitantes originarios del continente oceánico, mismas que van a provocar la agresión de Harry March (Ewen Leslie) sobre Lizzie (Natassia Gorey Furber) y su esposo Sam Kelly (Hamilton Morris), quien termina matando en defensa propia, acción que más tarde se traducirá en la aguda persecución que sobre ellos lidera el Sargento Fletcher (Bryan Brown).

Los blancos de este cuento son británicos en una tierra ajena, salvaje desde su punto de vista, misma que ellos van a civilizar de manera agresiva para su rey, además de que Harry y Fletcher cargan con una neurosis arrastrada desde la Primera Guerra Mundial, de la cual se sugiere son veteranos. Quizá el padre Fred Smith (Sam Neill) es uno de los pocos occidentales que escapa a la espiral de rencor que padecen los colonos.

En esta película queda patente el poder que los blancos ejercen sobre todos aquellos otros, aborígenes en este caso, que existen sólo como objetos en la posibilidad de ser usados. Por su parte los habitantes originarios del lugar retratado, son conscientes de que los anglosajones no sólo robaron sus tierras, sino que con ellas se fueron tradiciones y lógicas (espirituales, quizá) que los han dejado desamparados y cuya falta va a repercutir para todos por igual.

Desde cómo los aborígenes son entendidos por sus contrapartes colonizadoras, hasta la intención de impartir una ley común, nos preguntamos si existe un lugar para la justicia en aquel “territorio amigable”. Sin ser determinante, la respuesta de la pregunta que plantea el filme tal vez sea negativa. Quizá, y sobre todo hacia la última parte del relato, nos damos cuenta de que no hay condiciones para que exista la justicia en un mundo xenófobo, la intención por un juicio justo está dada únicamente por el ánimo de modernidad, pero no en la razón de ese lugar machista e iracundo.

En territorio amigable es un reflejo de los derechos que aún en el siglo XXI nos faltan por ganar. De ritmo discreto, marcado por el montaje de Nick Meyers, termina siendo un producto de su tiempo aunque las agendas mediáticas de hoy en día nos digan otra cosa.

 

23.09.20

Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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