siguenos
Entrevista con Michel Franco

Pues así es que tuvimos la oportunidad de platicar en exclusiva con Michel Franco, director de Daniel y Ana, antes de que partiera para Cannes con su último filme Después de Lucía, película que ha dado mucho de qué hablar en tan prestigiado festival y de la que esperamos pronto tener en cartelera mexicana.

¿Qué significa para ti trabajar como cineasta en México?

La posibilidad de expresarme a través del cine que me ha interesado desde que soy adolescente, el poder hacer mis propias películas y expresarme con el lenguaje cinematográfico ha sido un privilegio. Es difícil, es un esfuerzo constante e ir un poco contracorriente, pero ha valido la pena.

 

¿Qué se siente llegar con un largometraje a las salas de cine como Daniel y Ana , luego de varios éxitos fuera de la corrida comercial, hablando específicamente de tus cortometrajes?

Es como volver a empezar porque hacer el primer largo es casi como hacer el primer corto. Primero que nada, el guión es toda una nueva experiencia, obviamente la producción, todo lo que tiene que ver con el manejo del tiempo, espacio, la relación con los actores, el esfuerzo incluso físico de filmar por 5 o 6 semanas para llegar a la sala de cine y tener la relación de diálogo con el espectador de hora y media y no de diez minutos, cambia todas tus perspectivas.

¿Cuál fue tu experiencia en ese diálogo?

Me dejó con muchas ganas de seguir filmando. Fue bueno por tener éxito fuera de México, que eso siempre ayuda a generar confianza, y después porque las cosas que fueron pasando se presentaron de manera impredecible. Por ejemplo: Daniel y Ana estuvo más o menos en 30 o 40 salas de cine, y el distribuidor luchó mucho porque le dieran salas en Casa de Arte, que en ese momento existía, en Bosques de las Lomas, en lugares que él consideraba que iba a tener mucho éxito la película, y hacía de menos las plazas en zonas más populares, y nos sorprendió que ahí fue donde hubo interés y más entradas se vendieron, mientras que en las salas que él sí consideraba, no hubo un interés real. Para mí fue más halagador e interesante que el público en general se haya interesado en la película. Siempre hay sorpresas.

Un tema difícil, un shock para espectadores.

Nunca lo vi así. Para mí hubiera sido más difícil hacer una película que hablara sobre nada, sin sustancia, sin contenido fuerte, porque entonces ¿cómo logro entretener a la gente con cosas no interesantes o no importantes? Se lograría a través del género, la fórmula, pero eso no me interesa, entonces a partir de que yo hago el cine desde un punto de vista particular y que hay una apuesta, pues necesito de temas con suficiente sustancia para sostener una película por hora y media.

¿Cómo convenciste al productor?

Fue breve el asunto. Ya éramos amigos y le platiqué de mi película, como amigo, y de inmediato le gustó. Ocho meses después estábamos filmando.


Háblanos de tu experiencia durante el rodaje.

Hacer una película es volver a empezar, como les decía. Por ejemplo: algo que yo no sabía que me iba a costar tanto trabajo o que era tan difícil era el paso del tiempo en la película. En un corto no existe ese problema, y el largo ¿cómo expresar que transcurrieron tantos meses o un año? ¿cómo lo haces sentir? ¿cómo van creciendo los personajes? ¡El tono! Muy difícil lograrlo en las óperas primas: nunca es parejo, o que al buscarlo corres el riesgo de que sea muy plano. Medir, mediar, se aprende. Hay cosas que me salieron bien, otras que considero que no. El chiste es ir aprendiendo para las demás películas que vendrán.

¿Qué ha pasado después?

Filmé dos películas que estoy terminando de postproducir: una en verano, otra hace un mes (enero 2012). Ahora hay que encontrar espacio para cada una, dónde se van a estrenar. Una, la que hice en verano, se llama Los ojos, y está basada en el corto Entre nos que ya había hecho hace 10 años, y la protagonista es Mónica del Carmen, la actriz de Año Bisiesto; se trata de una mezcla de ficción y documental con tres meses de rodaje. Y la que acabo de terminar hace un mes se llama Después de Lucía, un guión que llevaba 10 años escribiendo, y va más en la línea de mi primer largometraje, pues trata sobre la relación entre los miembros de la familia, en este caso un padre y su hija y los problemas de comunicación entre ellos después de la muerte de la madre, de cómo van llevando el duelo, y de cómo su incapacidad comunicativa les impide todo para salir adelante.

¿Qué opinas de la crítica cinematográfica en México?

Creo que se está desarrollando a la par de la industria. La gente apenas está comenzando a identificar a los críticos. En EEUU ya sabes que si sigues a tal o cual crítico con el que compartes tu visión sobre el cine, te servirá para comprender tal o cual película. En México apenas se están consolidando algunas carreras de cineastas, al mismo tiempo que la crítica comienza a ser leída y respetada, aunque también se ha sufrido de tropiezos, pero creo que va por buen camino y es parte del esquema que tiene que existir.

¿Qué película te hubiera gustado dirigir?

Cualquier película de Bergman o de Buñuel. Luz de invierno, por ejemplo es una joya con la cual cualquier cineasta pudo haberse retirado sin hacer otra más, es una obra gigantesca, no obstante, Bergman hizo 40 más, y yo aspiro a hacer algo así en mi carrera con la certeza de que nunca haré algo ni remotamente tan brillante, otra sería Los olvidados de Buñuel. Esas dos me encantan.

 

Entre los cineastas contemporáneos, ¿a quiénes admiras?

Por supuesto que Haneke, asi como Lars von Trier que siempre está explorando en la temática, en la forma e incorporando en la tecnología, y Woody Allen, que no es el mejor, lo sé, pero es el que más vuelvo y vuelvo a ver.

Y en la literatura.

A la literatura trato de disfrutarla y entenderla fuera del cine. Tengo el mal de clavarme con un escritor y quedarme ahí. Me leí todos los libros de Bukowski, que además son muy ligeros y muy divertidos, pero que nunca me servirían para una adaptación cinematográfica decente. Incluso cuando escribió cine, no fue muy afortunado. Me gusta mucho Juan Rulfo, y es otro ejemplo de adaptaciones fallidas, y por ahí dicen que van a volver a hacer Pedro Páramo, que francamente no lo veo ningún caso.

Cineastas mexicanos contemporáneos.

Muchos, Gerardo Naranjo y su Miss bala, me encantó; Amat Escalante me gusta mucho; Fernando Eimbcke, Ernesto Contreras; Año bisiesto de Michael Rowe me encantó por eso hice una película con Mónica, que es una gran actriz y se presentó en una gran película, en una buena mancuerna… Reygadas y Luz silenciosa que se acerca al nivel de Bergman que les hablaba hace rato.

Subrayas mucho el manejo del lenguaje cinematográfico en tus películas

Justo los que mencioné ahora tienen muy claro la exploración del lenguaje, y también creo que es algo que es muy característico de esta generación, y mía por supuesto. En eso siento que estamos muy separados de la generación anterior. Antes igual había un sello muy distintivo en las películas de Ripstein y Fons, incluso en los diálogos… No estoy diciendo que ahora nos parecemos en todo, pero sí que el común denominador es esa exploración que tú dices. Falta tal vez más apoyo en la distribución para que hubiera más presencia en cartelera y que la gente conozca a toda esta camada de directores de alta calidad. Ya quisieran muchos países nombrar a 10 buenos directores jóvenes al hilo.

 

24.05.12

Mr. FILME


@FilmeMagazine
La letra encarnada de la esencia de F.I.L.M.E., y en ocasiones, el capataz del consejo editorial.....ver perfil
Comentarios:
comentarios.