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Nicolas Roeg, un director de otro planeta

En la vida común existen personajes peculiares, diferentes o extraños. Una pregunta sobre lo extraterrestre, que raya en las teorías de conspiración, es sobre qué tan probable sea que seres de otros mundos, extranjeros intergalácticos, caminen entre nosotros, los humanos convencionales. Nicolas Roeg, uno de los realizadores británicos más interesantes de la segunda mitad del siglo XX (y ahora inactivo), siempre se ha visto a sí mismo como un ente distinto a la sociedad convencional, generando una mirada bastante extraordinaria en su filmografía. Como punto clave de su alieneidad, Roeg representa esa sensación a través de la interpretación de David Bowie en El hombre que cayó en la tierra.


por Andrea G. Rain // @G_Rain_

 

El ritmo, la ambientación, los diálogos, la caracterización de los personajes y la banda sonora, entre otros elementos, en The man who fell to Earth (1976) provocan una sensación generalizada de confusión y absurdo, justamente como un extraterreste percibiría a los humanos. Así es como el estilo disonante de Nicolas Roeg  da vida a Mr. Newton, un ser del espacio exterior que visita la Tierra en un desesperado intento por conseguir agua para su planeta desértico.

En la realización de sus películas, el cineasta londinense es meticuloso en todos los aspectos; busca (y encuentra) que las cosas se den con cierto caos natural. Por ejemplo, para el protagonista había pensado en Peter O'Toole, con quien trabajó en la segunda unidad de Lawrence de Arabia (1962), hasta que vio a David Bowie en el documental Cracked Actor (1975). A Roeg le pareció que el músico, aparte de su conocida excentricidad, irradiaba incomodidad con su entorno, peculiaridad que le vendría muy bien a Newton, el extraterrestre. Arregló una cita a la que el “Duque Blanco” llegó ocho horas tarde, por descuido, tiempo que Roeg esperó despreocupado. Al finalizar el día, David Bowie había quedado convencido de interpretar al personaje.

Bowie le preguntó a Roeg cómo era Thomas Jerome Newton y el director le respondió que tampoco lo sabía. El director y el actor fueron construyendo al extraterrestre: Bowie siendo él mismo, con su ansiedad, su personalidad enigmática y su fría racionalidad, al punto de no distinguir si el músico hacía de extraterrestre o en verdad lo era; Roeg, dejándolo ser. Esto era lo que el director buscaba, no construir el perfil psicológico de un alienígena, sino encontrarlo en alguna faceta del humano, exponiéndolo emocionalmente, ajeno a la sociedad en la que vive y al sentido común.

Dentro de lo caótico de su proceder, Roeg prefiere no hacer storyboards, le gusta darle oportunidad a la casualidad. En la escena donde Mr. Newton llega por primera vez a la civilización, se encuentra con un inflable enorme en forma de payaso que se ha soltado y el viento lo arrastra por el pueblo desértico; al otro lado de la calle, vemos un señor en un juego de feria para niños. Nada fue planeado y resultó una introducción espléndida al mundo de los humanos para el extraterrestre. Escribiendo un guión nunca se podría llegar a algo tan sincronizado y absurdo como eso. Roeg dice que Dios se burla de las personas que hacen planes.

Roeg trata constantemente el tema de alienación: en Walkabout (1971), Performance (1970) y en The man who fell to earth pone a sus personajes en un contexto ajeno y los hace pasar por peripecias que los hacen cuestionarse sobre su identidad. Mr. Newton llega a la Tierra con el único propósito de conseguir agua para llevar a su familia que muere de sed. Con patentes de la tecnología que posee logra volverse rico, pero no es suficiente, necesita más dinero y se le acaba el tiempo. En su frustración se vuelve adicto a la televisión y al alcohol. Se ve aislado en una vida monótona al lado de su esposa humana, Mary Lou, con quien entabla una relación sexual perversa, otro elemento característico de las películas de Roeg: sexo bizarro, sin sentido, patológico y visualmente innovador.

“¡No me importa qué seas, no te puedo dejar ir!” grita Mary Lou. Las galletas están listas, las saca del horno y se las ofrece a Newton, éste golpea la charola y salen volando por la cocina; se intercalan escenas de extraterrestres, volando igual que las galletas, teniendo sexo al intercambiar fluidos gelatinosos que lubrican por todo su cuerpo. Newton se quita su disfraz de humano para mostrarse como realmente es, su mujer se orina aterrorizada al verlo, pero aun así decide tener sexo con él. Se desnuda, no puede, llora en el suelo de la cocina.

La edición de la película yuxtapone distintas escenas, haciendo contrastes entre diferentes mundos: las galletas y el sexo alienígena, el lejano planeta desértico seguido la lluvia en la Tierra, el bombardeo de información de las televisiones que ve Newton contra la vida lánguida que lleva. Se crea así, con la música de fondo desfasada y cambiante, un ritmo psicótico en la película. Nicolas Roeg logra plasmar en sus películas el desconcierto que se agita dentro de su cabeza.

Roeg siempre le da finales drásticos a sus personajes. Cuando Newton logra al fin desarrollar un programa espacial, es traicionado por la corrupción de su empresa y lo capturan para experimentar con él. Mr. Newton queda atrapado en el planeta Tierra, sin esperanza y sin identidad, donde pasará el resto de sus días como alcohólico, sabiendo que su familia muere y no puede hacer nada para salvarlos.

Nicolas Roeg tiene un estilo característico, lleno de desesperanza, confusión, absurdo y con un ritmo aparentemente sin sentido, pero es justo como él percibe al mundo, una sociedad a la que pertenece pero con la que no comparte un sentimiento de identidad. Es como un extraterrestre lejos de su planeta.

 

Colaboración cortesía de Ipso Facto.

 

25.11.13

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