El dolor de cabeza en el género dramático

por Isabel Ocadiz

El filme enmarcado en la Irlanda en los cuarentas, cuenta la historia de Philomena  que se embaraza y sus padres la encierran en un convento donde venden a los hijos de las internas. Es un excelente argumento pero jamás consigue desarrollar de forma pertinente el género dramático con su toque de época.

El dolor de cabeza radica en el siguiente cuestionamiento: ¿Quién dijo que leer y aprenderse dos guiones al año te hace ser un escritor?, los actores que añoran convertirse en guionistas, nuevamente invaden el cine con la cinta británica Philomena (Stepehn Frears, 2013) la que fue escrita por el actor inglés Steve Coogan en colaboración con Jeff Pope, haciendo referencia a la moda de los últimos años;  reconocer a un actor como guionista y permitir que escriba películas en pobres condiciones.

Philomena intentó crear una adaptación bajo el esquema de la majestuosa y premiada Expiación, deseo y pecado (Joe Wright, 2007), también británica, la cual demuestra que el cine de época debe tener varias características de contenido y estilo que hay que respetar cuando se habla de una obra maestra, en este caso encontramos todo lo contrario en Philomena. En los primeros 20 minutos vemos a Philomena con físico similar a Briony (Romola Garay) protagonista de Expiación, deseo y pecado, posteriormente Judi Dench interpreta a la misma Philomena culposa por sus pecados en la vejez, parecido a la Briony anciana de la misma película citada. Entre otras escenas similares, esta es la única parte positiva en la película, pues el filme pierde estilo e interés después de mostrar la estructura literaria y el contenido real, peor aún abandona el formato narrativo de Ian McEwan que hubiera sido una buena opción para salvar a Philomena.

En consecuencia, no existen otros datos que sustenten que el filme es una buena cinta, su dirección es promedio y el guión está desestructurado, contiene altas y bajas que no corresponden a la parte emocional de los personajes, son bajas que suscitan a través de un equívoco modo de abordar un relato, cuando Steve Coogan escritor de la misma, es el medio conductor para resolver el conflicto, además de funcionar como narrador, limita la actuación de Judi Dench cuando parece quitarle importancia en cada golpe dramático.

El personaje de Philomena es incongruente y deficiente de conciencia, en la primera parte del filme aprendes que ella estaba en total desacuerdo con las monjas que vendían a los hijos de las internas embarazadas, repentinamente tiene un cambio extraño que es incompatible con el perfil del personaje, con la situación y lo que se planteó desde un inicio. A partir del momento en el que se empieza a desarrollar el conflicto Philomena defiende a las monjas, habla bien del convento y muestra un espíritu religioso inverosímil, entonces el trazo del personaje se extravía, esto sólo comprueba que el personaje es ajeno a la historia, ojalá fuera como el personaje de Kate Winslet en Sólo un sueño (Sam Mendes, 2008) quien tenía una conducta llena de matices que en la totalidad de su incongruencia es el personaje más congruente de la cinta, por el contrario, pasa como si Jack Nicholson en Atrapado sin salida (Milos Forman, 1975) se hubiera puesto de parte de la enfermera que interpretó Louise Fletcher. En efecto, el terror de Philomena no termina en la creación del personaje, sino en el clímax, cuando la protagonista se enfrenta al enemigo y no resuelve el conflicto, la cinta devalúa a la heroína, la antagonista no pelea, ambos personajes se nulifican y el personaje que funciona como vehículo para narrar la historia también se hace a un lado, dejando el conflicto latente y convirtiendo el final en la mayor decepción para el público, un final gris sin resolución, ni emotividad.

Philomena tiene de positivo la necesidad de crear algo similar a Expiación, deseo y pecado, pero quedándose a medio camino. Definitivamente Philomena será un dolor de cabeza para los conocedores del cine dramático.

13.02.14