por Praxedis Razo
Nunca ser congruente con el planteamiento inicial de un proyecto, no traicionarse en el camino, pues, había sido tan negativo hasta la llegada de Matar extraños (2013), una aburridísima y deliberada heteróclita coproducción entre amigos: el realizador mexicano de medio culto Nicolás Pereda y el debutante director de cine canadiense Jacob Secher (editor en Play, Östlund, 2011).
Desde el principio, a los 20 segundos, se anuncia (palabras más, palabras menos) que esta película trata de la Revolución Mexicana (cabe destacar la obvia errata que cometen los que escriben dicho concepto histórico en esos títulos… A lo mejor que querían hacerse los chistocitos, pero no se entendió, eh), y que, luego de exhaustivas audiciones buscando arquetipos de jóvenes revolucionarios entre actores no profesionales (sic), decidieron contratar a tres verdaderos profesionales del histrionismo para las recreaciones históricas, que veremos expuestas entre las sesiones de pruebas a esos actores “no profesionales” y algo que puede llegar a interpretarse, si la vida dependiera de ello, como la cotidianidad de uno de los “verdaderos” actores –por cierto, se trata de Gabino Rodríguez, fetiche de Pereda–.
Advertidos, incluso sobre las obras citadas a lo largo de los 63 minutos (que van de fragmentos “significativos” de Stanislavski a Mi pobre angelito, Columbus, 1990), se nos deja caer un extreme close-up de dos caras recitando un textito de la Arendt a cámara. Algo quieren los sesudos realizadores que le busquemos a esos planos, que, a pesar del inocentón juego de audio en off al que nos enfrentan, nada tienen, y, órale, aparecen viñetas de un viejo escenario western habitado sólo por un bestiario esencial (los perros a cuadro, las aves en off), que se mezcla con locaciones de una casa en la actualidad, demostrando lo que será la constante del filme: la, creo yo, aleatoria combinación de épocas, discursos y acciones, de la que cada sujeto en butaca tendrá que sacar sus propias conclusiones… o no (¡viva la libre “experiencia artística” del espectador! ¡¡Arree!!).
Nada tengo que agregar sobre lo visto, ya que todo está dispuesto para demostrar cuán hábil se es (o no, repito, como me pasó) para descifrar el montaje antes señalado. Solamente subrayaré cosas importantes:
26.02.14