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Ahora México: Las apuestas más radicales

por César de la Vega

Muy probablemente el mayor desafío lanzado al público general y especializado se encuentre en la selección “Ahora México” dentro de la edición 2014 de FICUNAM. Quizá porque al tratarse de autores mexicanos se activa una mirada crítica más exigente por parte de nosotros sus connacionales. Un  miedo a que nos defrauden aquellos que de alguna forma nos representan, cual síndrome histórico generalizado. O simplemente se trata de un rechazo a secas porque el cine mexicano no nos gusta desde hace mucho. Así pues, las propuestas más radicales dentro del contexto del cine contemporáneo mexicano se encuentran programadas en una sola función compuesta por tres trabajos provenientes de autores reconocidos en sus respectivos ámbitos: El palacio de Nicolás Pereda, cineasta quien a pesar de su muy temprana trayectoria ha venido a generar polémica y expectación. Amsterdam, de Carlos Amorales, artista visual consagrado de reconocimiento internacional y Tiempo Aire, de Bruno Varela, artista audiovisual, gestor cultural, escritor, activista y académico. Pese a que los tres son mexicanos y exploran en su trabajo las posibilidades límites del lenguaje audiovisual, cada uno procede de maneras radicalmente distintas.

 

El palacio: El radicalismo de la mirada patriarcal procesuada

Una pieza que devela una mirada aguda sobre la densidad sórdida que entraña ámbitos inanes para explotar, asimismo, una estética inane, pero estética al fin.

El palacio trata sobre un espacio en el que una cofradía de mujeres de bajos recursos parecen ser adiestradas en las artes de la servidumbre. Se les enseña cómo contestar en una entrevista de trabajo, cómo usar una lavadora, y cómo tender una cama desde chiquitas. Por su temática, la reminiscencia al Instituto Benjamenta  (1996) de los hermanos Quay es insoslayable.  El tema, que podría ser terriblemente sensible, muestra una dinámica laboral en la  que las condiciones de género y sociales configuran la realidad de un sector vulnerable en la sociedad mexicana. Pero ese no es el comentario del filme.  Pereda, conocedor del lúdico y lucrativo proceso de crear zonas de indeterminación del cine en su vasta ductilidad enunciativa, de la ahora cada vez más proliferada sensibilidad hermenéutica mas no razonamiento hermenéutico, y de la filosofía aguada del less is more, tuvo la extraordinaria idea de asociarse con Teresa Sánchez, su agente y musa que sabe realmente hablar y relacionarse con los seres (en este caso las 17 mujeres del filme) que el autor gusta escrutar desde su bien parapetada visión de autor cosmopolita a las que le dedica una soterrada risa mezcla de admiración, burla y un no saber qué decir. En mayor nivel los últimos dos.  En realidad se trata de algo que se planeó como documental pero que no logró cuajar. Por desgana, por desdicha, por lo que fuera.  Es una lástima pues aciertos visuales los había.  Nicolás Pereda sin Teresa Sánchez es sólo una idea, puro humo. Pero justo el resultado de El palacio manifiesta la radicalidad de una profunda estructura de poder, en el que la mujer está sometida ante el proceso de un pensamiento autoral del Señor hito.

Amsterdam: El radicalismo solipsista de lo procesual

Blanco y negro, hombre y mujer, paroxismo, rituales, ruinas, estructuras, pintura en el cuerpo. No es Fando y Lis (Jodorowsky, 68) Se trata de una pieza de Carlos Amorales que emprende una arriesgada exploración espeleológica a las profundidades más radicales de su concepción de cine y arte.  Pero se despeña, la soga se rompe apenas los primeros instantes. Es el cuerpo perdido de su búsqueda por la significación audiovisual lo que queda como registro. Bellamente bien retratado, la foto es buena[1]. Pero no hay nada más allá que deudas con un pasado anhelantemente noventero en el que cualquier ocurrencia justificada por un erudito era salvable para el museo o la galería de arte[2]. Es un cuerpo sin órganos deleuzeano el que se desea construir en Amsterdam, pero desde un ámbito completamente equivocado, pues Amorales, un gran megalomaniaco de la descodificación al querer siempre en sus obras crear lenguajes o códigos ( desconozco si sepa realmente la diferencia de ambos) lo que terminará haciendo es comunicarse con la añoranza de un arte contemporáneo que pensó que al cine se le podía entrar por donde fuera, y "Ahora México", era cuando. Resulta realmente encantador escuchar hablar al autor cuando dice que lo importante es el proceso de esa creación, que no buscaba significar nada. Hubiera sido respetable escucharlo decir “lo siento, yo no sé nada de cine, sólo vine a ver si chicle y pegaba” Pero no lo hizo.

Tiempo Aire: El radicalismo político en el cine contemporáneo mexicano

Una mixtura de formatos audiovisuales, polifonía de discursos verbales y textuales, escenarios de un México rural y urbano. Quinceaños, jaripeos, páramos de frontera, también Bolivia, Nueva York y naves espaciales. Citas de Stalker de Tarkovski, Pierrot le Fou de Godard y Blade Runner de Ridley Scott enunciadas en código .srt con todo y su código de tiempo para demostrar que sí, efectivamente, se trata de cine de reempleo Tiempo Aire de Bruno Varela.

Hay un hilo conductor, huidizo, indeterminante también pero que logra ser exacto. Una historia-leyenda, en la que un tal Hermes, quien fuera a cruzar la frontera, regresa a su tierra original, pero un tanto distinto física y espiritualmente. Hermes como el gran mensajero griego, pero también como un Buda transformado henchido de conocimiento nuevo o como el retorno de un Quetzalcóatl, y es que el radicalismo de lo heterogéneo también es. Es el mito milenario prolongado en la contemporaneidad de los que se van para el otro lado y regresan. Microcosmos (escenas de esfinters) y macrocosmos (tomas de la NASA). Todos los mensajes posibles que parecen apuntar a nada pero que a todos lados acierta.

El cine de reempleo es una práctica artística de vanguardia que tiene una implicación política radical: En un mundo en el que las imágenes en movimiento son mediadas, dictadas, sesgadas y obstruidas por las leyes del mercado y el gran capital, aparece como una efectiva alternativa de resistencia re-escribirlas, apropiarlas, hacerlas nuestras. Palabras más o palabras menos es la postura de Varela. En los pocos treinta minutos de Tiempo Aire, el autor dispara como metralleta un multiplicidad de temáticas del México actual. Una estampa posmoderna que lleva con honores el nombre de Ahora México sería quedarse en la reducción. El filme, incluso, lanza preguntas directas hacia el quehacer cinematográfico. ¿Cómo hacer cine aquí, ahora cuando estamos ahogados en una crisis de imágenes (y en todos lo sentidos) que anuncian realidades tan diversas? La respuesta más inteligente, y aunque pareciera obvia, es sencillamente apropiarse de esas imágenes. El alcance estético que se logra en esta pieza es igual de generoso que la diversidad de sus imágenes y sus sonidos.

01.03.14

 

 

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1. Igual es lo único bueno.

2. Por el momento el curador audiovisual y el crítico de cine son divisiones de trabajo bien codificadas.

 

 

 

Las tres obras se podrán ver en la misma función únicamente los siguientes dias de marzo: 

 

Domingo 02. Cinematógrafo del Chopo. 16:00 hrs.

Sábado 08. Julio Bracho, CU. 16:15 hrs

 

 

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