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Nebraska

por Gabriela Amione

 

Nebraska (Alexander Payne, 2013) tiene, entre otros, un gran resultado: conseguir la sensación –se podría decir que universal–, de quien alcanza la tercera edad en un ambiente de rutina y monotonía. De la misma manera, el realizador logra el intercambio inevitable de roles que atraviesan quiénes, ya cómo adultos, aún ven a sus padres envejecer.

La película comienza con Woody (Bruce Dern), un hombre ya mayor, caminando solo por la carretera de Montana. Una patrulla se detiene y lo lleva a casa. No es la primera vez que Woody hace esto; él que insiste en que tiene que ir a Lincoln a recoger su premio de un millón de dólares, pues recibió una notificación diciendo que tenía que reclamarlo. Se trata de uno de esos anuncios de marketing de revistas y todos saben que no se ha ganado ni un centavo, sin embargo, tras la insistencia, David (Will Forte), su hijo, decide llevarlo.  La esposa de Woody (June Squibb) se queja amargamente pero finalmente los deja ir.

Contado desde un punto de vista casi externo –y digo casi, porque muchas veces la impresión es que la historia la lleva, David, el hijo de Woody–, todo lo que vemos y escuchamos de la película está hecho para apoyar aquella idea, la sensación de estatismo. Aquí empieza una road movie más de Alexander Payne, que a pesar de haber hecho por lo menos dos más [Las confesiones del Señor Schmidt (About Schmidt, 2002) y Entre copas (Sideways,2004)] las historias se distinguen entre sí.

En Nebraska, a diferencia de sus otros filmes, se inventa un viaje entre un padre y un hijo que a pesar de ya ser adultos, no se conocen. David siempre vio a su padre como un borracho, y ahora sólo lo ve como un viejo que está perdiendo la razón. A mitad del camino deben detenerse en Nebraska y esperar que pase el fin de semana. Woody es originario del lugar y a David le parece una buena idea que conviva con sus hermanos y con sus antiguos amigos; quizá así, dejará de pensar en el millón de dólares,  contento y entretenido.  La llegada con la familia de su padre no es nada espectacular, todo el ambiente que se pinta con la dirección de arte, a partir de los múltiples personajes de tercera edad, y con escenas como la de un viejo cantando karaoke, es también monótono, casi deprimente.

Por un lado, la idea de vejez es apoyada con un blanco y negro precioso, cortesía de Phedon Papamichael (cinefotógrafo de cabecera de Payne) quien ofrece unos encuadres simétricos, arquitectónicos y fijos. Una vez empieza el viaje, la iluminación y los encuadres parecen estar inspirados en las fotografías de Ansel Adams, donde se cuida muy bien el blanco y negro; en esos planos, Papamichael y Payne nos llevan por unos paisajes que si no fueran por el movimiento del coche, parecerían fotografías fijas. Por otro lado, el guión es un poco predecible, y no por el hecho de haber visto/escuchado esta historia mil veces, sino porque los personajes están tan bien perfilados, y la historia construye tanto sentido, que después de un rato frente a la pantalla es fácil imaginar cómo va a reaccionar un personaje frente a una u otra situación. Parece, también, que Payne ve a las mujeres como una carga, pues al igual que en About Schmidt, Kate, la esposa, no para de hablar ni un segundo y agrega a la identificación con “el pobre” protagonista.

El rumor del premio se empieza a extender por el pequeño pueblo y si bien nadie había reconocido a Woody como un héroe por haber ido a la guerra de Corea, ahora todo el mundo quiere hacerle entrevistas por ser millonario. Todos en el pueblo lo saludan cuando lo ven, le sonríen, lo notan.

Woody parece contento teniendo la atención de todo el mundo y su hijo decide seguirle la corriente.  La fama sólo dura una horas antes de que la gente empiece a querer aprovecharse de la situación. David es amenazado en el baño por un antiguo amigo de Woody que reclama haberle prestado dinero alguna vez y nunca haberlo exigido de regreso, así comienzan otra amenazas.

La esposa de Woody llega a Nebraska a acompañarlos en la comida familiar al igual que su otro hijo. Desde aquí todos, como familia, ven a Woody de otra manera, lo defienden y lo ven como un buen hombre. Se logra un vínculo que no se hubiese producido si Woody no hubiera querido hacer “algo” para cambiar su situación. David aprende mucho de su padre en Nebraska y empieza a entender su bebida como parte de un trauma causado por la guerra. Todos saben que algún provecho se ha dado en el viaje.

Tras un desafortunado encuentro nocturno con los primos de David –unos personajes gordos y muy poco agraciados-, seguido de burlas, Woody sigue insistiendo en ir por el premio. Cuando llegan, evidentemente, una señorita amablemente les dice que el panfleto ganador no es válido, pero le regala al viejo una gorra que dice “Prize Winner”. El co-protagonista, tras ser transformado por su padre, decide finalmente hacer algo por él. Manejando en camioneta por Nebraska, Woody  e hijo salen airosos a pesar de la fallida búsqueda por el premio; David está de alguna manera realizado al ver a su padre tan contento.

El filme de Aalexander Payne es una película muy bien lograda a pesar de que Woody pierde continuidad por unos instantes –la escena en la que sale llorando del bar afirmando que quería el dinero era para dejarles algo a sus hijos, siendo él, si no un personaje egoísta, por lo menos demasiado dentro de su propio mundo. De repente se trata de hacer al protagonista más “correcto” y pierde un poco de humanidad.

Pero Nebraska apela a identificarte no con una, si no con muchas de las situaciones y escenas que se plantean en la película, elemento por el cual la sencilla historia parece alcanzar un realismo o verosimilitud, convirtiéndose en un interesante espejo de nuestras propias relaciones.

 

28.03.14



Gaby Amione


Estudió cine en el ESCAC (Escola de Cinema i Audiovisuals de Cataluyna) especializándose en dirección. Creyente de que para hacer cine no hay mejor forma de acercarse y aprender que viendo películas. ....ver perfil
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