por Ali López
Coherencia. (Del lat. cohaerentÄa).
1. f. Conexión, relación o unión de unas cosas con otras.
2. f. Actitud lógica y consecuente con una posición anterior.
Coherencia, parte importante del desarrollo de historias. No hablo de lo real, pues lo fantástico, lo imaginario, lo irreal, es también parte importante de la narrativa, de la creación y de los mundos ficticios (per se) del entretenimiento, espectáculo o artes. ¿Me creerían en un mundo real, tan apegado a la ciencia como el nuestro, que un robot vino del futuro a matar a una tal señora Connor? ¿O que hay un tiburón gigante asolando las playas de una pequeña isla, asustando a sus bañistas? Ejemplos sobran, porque en el cine no hay algo real o irreal; cada film parece ser un universo único, con sus propias reglas y sus propias leyes, y la mayoría de las veces, nosotros no nos detenemos a cuestionarlo, lo aceptamos. Cada uno de esos universos se justifica a sí mismo, nos da sus leyes físicas, químicas, lógicas, filosóficas, etc. Entramos a su juego, le creemos. Creemos que hay una horda de aves que asolan Bodega Bay, que hay un asesino tras una máscara de portero de hockey, o que un adolescente mordido por una araña radioactiva ahora tiene superpoderes. Coherencia lógica, coherencia lógica en cada uno de los ejemplos dados.
Dame tus Ojos, filme mexicano del 2009 –estrenado en 2012, pero que llega hasta ahora hasta nuestros cines–, cuenta la historia de Mayo (Paula Luckie), una chica trastornada, autodestructiva, depresiva y manipulable, que junto con Abril (Miriana Moro), contraparte maldita, deciden salir a las calles a asesinar hombres, quitarles los ojos, y huir en busca del padre de ésta última. Al mismo tiempo un policía borracho y deprimido, Alejandro (Raúl Méndez), con otro policía un poco más responsable pero mal amigo, David (Shalim Ortiz), una eficiente reportera con dotes de criminología y bastante coqueta (por decirlo de alguna manera), Valerie (Anouk Ogueta), y su camarógrafo Pedro (Iván Arana); intentan encontrar a las asesinas, salvar sus relaciones personales, y de paso, su propio ser. Marco Tarditi Ortega escribió ésta historia y José Luis Gutiérrez, por encargo, como él mismo aclaró, dirigió la cinta.
Como verán, traté de alargar el paso a la crítica. ¿Por qué? Porque soy un amante del cine mexicano y un obseso fanático sin control del cine de terror, y ver Dame tus Ojos fue un golpe duro y directo a eso que vendría siendo el ego de un espectador. Coherencia, lo digo otra vez, esa pequeña palabra, es lo que más le hace falta a la película. El guión cojea mucho. La idea principal de tomar los ojos de las víctimas carece de fuerza, tal vez el concepto ésta ahí, pero no es ni siquiera un poco evidente. ¿Qué es lo que no quieren ver? Quien sabe. El terror, a pesar de ser un género considerado menor por la academia, es un género bastante difícil, con sus reglas y cánones muy bien definidos, marcados perfectamente. El terror jamás llega a la pantalla mientras observas la cinta, el horror, que es otro tipo de género, tampoco.
La risa, dentro del terror, sirve para traer al espectador un momento de alivio, liberar la tensión, destensar las situaciones y conservar la calma. La risa es necesaria y eficiente dentro de las peliculas de asesinatos, sean slasher o no, pues humaniza tanto la cinta como a los personajes. En sí, la risa funciona, pues después de ver muerte o sangre, la adrenalina sube, el cuerpo y mente no podrían soportar ese ritmo de euforia. En Dame tus Ojos, se nota la idea del humor, del chiste, que se queda sólo en eso, pero no logra su intención de hacernos reír pues no hay una situación de tensión que los preceda, no hay terror, ni horror, ni gore, ni nada. Los chistes por sí solos no sirven, están mal contados y fuera de contexto.
La dirección peca en el ritmo y la cadencia. La película es lenta, muy lenta. Pero esto podría ser soportable o menos evidente, si los actores tuvieran un nivel digno de, digamos, actuación. Todos están sobre actuados, mal enfocados, con una perspectiva errónea de su personaje o de la situación, con gestos telenovelescos, acentos actorales de puesta en escena de preparatoria en día de muertos, y eso sí, mucho humor involuntario.
Un plano holandés, una actriz sobreactuada, una situación de plena villanía… en vez de parecer una franca escena de terror, donde se mata a un tipo, parece ser una especie de parodia al Batman de Adam West, pues aquella actriz se ríe y exagera como si fuera villana kitch. Ya dije que la tensión jamás se logra, pero ¿y el horror?, habrá que aclarar que hay sangre, pero nunca hay gore; las escenas de asesinatos están hechas con una manufactura digna del tono mencionado ya, por lo que el horror se esfuma entre la dirección de arte y las interpretaciones. La poca sangre que se ve está diluida por un filtro azul que colma toda la película. Si hay algo que puede ser salvado de la película es la fotografía Aram Díaz, que no va más allá de un encuadre complaciente y funcional, pero que por momentos nos da planos bastante decorosos, lástima que se trate de escenas que son un eslabón entre una y otra secuencia, y pueden ser desechables.
Hay un acierto, tal vez, en la historia: una vuelta de tuerca que francamente sorprende, pero se diluye. Recomiendo tanto a creadores como espectadores, que vean Haute Tension (Francia, Italia, Rumania, 2003) de Alexandre Aja, para saber como, con una vuelta de tuerca similar, se logra el cometido de una buena (por no decir excelente) película de terror, y no es que peque de malinchista, pero lo logrado en la película europea es mil veces mejor.
Falta coherencia, en las acciones, actuaciones, imágenes, diálogos, desarrollo y conclusión. El síndrome de Estocolmo nace en Valerie en menos de un minuto. El final feliz, aunque malo, pero feliz y coherente, pierde solidez ante una “sorpresa” evidente.
Lástima que estos esfuerzos del cine de terror mexicano sean tan vacíos y fallidos. Lástima que tenga que decir la verdad, pero no les recomiendo para nada acercarse a esta película, no vale la pena. Habrá que recurrir otra vez a los clásicos de Taboada, Corkidi, Jodorowski o López Moctezuma para saber que hay buen cine mexicano y de terror, horror o fantasía. Lástima que se los diga, pero si Mayo (a pesar de lo guapa que es), saliera de la pantalla y lanzara al público un Dame tus ojos, yo le diría: No, yo te los doy, prefiero no seguir viendo tu filme.
14.05.14