siguenos
FICM 2014: Competencia mexicana I

La competencia mexicana del Festival de Cine de Morelia se ha convertido un escaparate fundamental para el cine nacional. Aquí revisamos un par de los filmes que están en la carrera por el premio, por un lado la nueva apuesta formalista del galardonado Julián Hernández, que retoma el nombre de un filme que Fassbinder nunca pudo realizar, y por el otro, la comedia que Gustavo Moheno usa para parodiar a la escena de rock mexicano.

 

por Julio César Durán
 

Yo soy la felicidad de este mundo

La reciente película del dos veces ganador del Teddy Award en el Festival de Cine de Berlín, Julián Hernández, se estrena a nivel nacional como parte de la competencia de ficción. La obra revisa una vez más las complejidades de las relaciones que siempre quedan muy grandes para etiquetas tan simples como “diversidad sexual”, “hetero” u “homo”.

El director mexicano compone una interesante obra en torno a los deseos, la carnalidad, las emociones y los sentimientos en los encuentros/desencuentros de Emiliano (Hugo Catalán), un joven cineasta que tiene ciertas dificultades para conectarse con un otro a nivel íntimo, y Octavio (Alan Ramírez), un diestro bailarín que intenta acercarse a aquel. Juegos de poder que se dan en lo erótico y llegan a ser sumamente líricos.

A partir de estos dos puntos de vista, se desarrolla una imaginería pasional construida a partir de las marcas personales de Julián Hernández, como sus estilizados travellings y planosecuencias, que todo el tiempo abrazan a los personajes de manera absoluta, llevándonos por los espacios que los personajes ocupan (calles, habitaciones, baños, camas) hasta llegar a poder casi ver sus sentimientos.

Los encuentros de Octavio con Emiliano se dan intensamente, pero nunca llegan a estar conectados completamente. La imagen nos dice todo, incluso los diálogos en todo el filme se antojan accesorios (sumado a lo artificiales que pueden llegar a escucharse), los planos cenitales nos muestran una experiencia aplastante que aprieta a estos jóvenes. La posterior liberación emocional del bailarín en un episodio sexual da pie al entreacto protagonizado por Gabino Rodríguez, que representa una serie de tensiones entre dos humores masculinos intentando asir a una mujer activa y sensual —casi un sueño o pesadilla. Dicho interludio consigue, más que ser un elemento ajeno a la parte argumental del filme, volverse una suerte de catapulta que amarra la primera parte con la segunda que ya nos trae a cuentas el punto de vista del director de cine, Emiliano.

La cámara se mueve suavemente, apelando a una sexualidad directa que aparece como más compleja que cualquier discurso verbal. Con una fina puesta en escena, apoyada perfectamente en el delicioso diseño de producción al que ya nos tiene acostumbrados el equipo de Mil Nubes Cine, Yo soy la felicidad de este mundo llega a ser una aventura sobre la elaborada condición sentimental humana, con una propuesta visual que no dejará a nadie indiferente y que quizá tenga como única falla, la desproporción del tono de los diálogos. Con todo esto, se trata de una obra de arte que deja un buen sabor de boca.

 

 

Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero

Al realizador Gustavo Moheno lo conocemos bien por sus guiones que han tenido bastante éxito en la cartelera comercial, llámese el sacrílego remake de El libro de piedra (2009). Ahora llega al Festival de Morelia con su aventura de viejos rockeros venidos a menos que regresarán a los escenarios en tono de comedia ligera.

El filme comienza con Bono (sí, el de U2) descubriendo un viejo “single” de Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero –nombre de la banda que pone título al filme–. Con su intención de comprar los derechos de la rola “Cheve en la fiesta”, para coverearla, pasamos a ver a Lalo (otrora frontman de Los Ángeles…) quien hoy día, casi como la suerte que le tocara a La Revolución de Emiliano Zapata, es parte de un “grupo versátil”.

Con la noticia, Lalo (o “Eddie” interpretado por un Damián Alcazar al estilo de “El Mastuerzo”), consigue reunir a sus viejos músicos excepto al gran guitarrista (remedo caricaturizado del “Raúl Greñas” interpretado ), Santos. Luego de emprender un viaje para encontrarlo y convencerlo de firmar para vender la canción que compusieron juntos, el cuarteto se verá tentado a regresar al mundo de la música con las respectivas consecuencias que ello implica a gente ya bastante entrada en años. De aquí lo demás es predecible.

Entre la ligera mirada sobre el “old times” versus la actualidad, y la sátira de la escena del rock pop mexicano, la película supone una eficiente agradable manera de hacer cine. Se trata de un filme con un argumento sencillo, sin pretensiones y con una muy buena manufactura (salvo algún pequeño error de continuidad por ahí), pero no más.

Se trata también, desgraciadamente, una película que no llega a ser más que el buen rato que uno pasa con las palomitas. Se trata de una comedia con gags que se logran, pero fácilmente olvidable en un par de años. La dirección de actores está algo floja, donde una serie de caras conocidas del cine mexicano se dedican a “recitar” sus diálogos de una manera un poco artificial. Como último contra, el sabor local empapa absolutamente todo, por supuesto que hará reír a mil y un fans del rock mexicano, pero difícilmente se entenderá (si se puede decir así) fuera de nuestro país.

 

21.10.14

Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
Comentarios:
comentarios.