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FICM 2014: Adiós al lenguaje


por Julio César Durán

 

El viejo Jean-Luc Godard asalta una vez más las grandes pantallas festivaleras con un filme que ha tenido ya un buen recorrido por los escaparates más importantes del orbe. Ahora ha llegado a México gracias al Festival Internacional de Cine de Morelia, que ¿sin saberlo? cae en la burla que el auteur y el propio filme pretenden para con estos eventos.

No se puede evitar pensar en la poca solemnidad con la que el maestro Godard ha trabajado siempre y en ese sentido hay que aclarar algo muy importante: su filme en 3D, Adiós al lenguaje (2014), supone su gran broma para las salas de cine, para las grandes exhibiciones y para el público cautivo de los prestigios y las cinematografías argumentales. Tomar en serio la sobreintelectualización de esta película pudiera hacer pensar que sólo se trata de una tomadura de pelo (que en parte, por supuesto lo es) y pasar por alto que llega a constituir un reto risible que destruye significados.

A la manera de su Film Socialisme (2010) en la que se mofó de Cannes (al haberlo programado dentro del Festival) regresa a ensayar acerca del lenguaje que a él le interesa: palabra e imagen. Aquí se vuelve a demostrar la manera en la que estamos atados a la palabra y a la imagen; estamos limitados por ellas y, a la manera del perro (uno de los protagonistas de la película), somos animales buscando un lenguaje, tratando de establecer significados y significantes.

Godard separa estos dos lenguajes de manera literal en la pantalla, establece dicotomías. Separa aquí el masculino y el femenino, continuando un versus que inició al respecto en los años 60. En este mismo orden de ideas, más que una narración, o más que una experiencia incluso, el presente filme es montaje y, a su vez, confrontación.

Adiós al lenguaje experimenta, fragmenta al 3D, disloca la imagen y en la parte que se antoja más discursiva (que para evitar molestias, favor de no confundir con argumental) propone metáforas sobre la violencia, el Estado y la política. Las imágenes confrontan y lastiman la mirada. A partir de un lenguaje, Godard violenta al espectador, se burla de él y lo obliga a salir de la sala de cine (lo cual es divertido ver y más en un festival internacional). Las gafas de tercera dimensión constituyen el último filtro por el que la agresión llega al público que espera la obra maestra de un viejo genio, mismo que con toda la edad y renombre que carga encima, se vuelca a parodiar dispositivos, contrapone diferentes formatos, manipulando y cuestionando a la Historia misma –de la imagen–: “sexo y muerte”, “cero es infinito”, “adiós al lenguaje”. A partir de nuestro limitado lenguaje, es decir la palabra y la imagen, estamos buscando nuestra propia liberación.

De la misma manera en que juega con texturas que salen de la pantalla en su “Los tres desastres” de 3x3D (a seis ojos con Greenaway y Pêra, 2013), muestra una manera diferente de entrarle a la tercera dimensión. Godard dispone de su imaginería intelectualoide para provocar a un espectador que busca la estructura narrativa y logra, con todos los abucheos posibles, sacarlo de sus casillas. Se trata, más que de una película para las grandes salas, de un filme para museo, un performance audiovisual que deliberadamente jode miradas.

 

26.10.14



Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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