Crecer en la sociedad actual, tan moderna y movilizada, pero a la vez débil y monótona debe ser difícil. Cuesta un poco pasar del “niño que ya no puedes seguir siendo” al “adulto que tampoco eres aún”. Así que debe ser más difícil hacer esa transición en una sociedad y entorno distintos al lugar donde creciste.
En apariencia el director Hugo Vieira da Silva intentó reflejar en su tercer largometraje, Cisnes (2011), un cambio de entorno, donde Manuel, un joven de 18 años, viaja con su padre, Tarso, de Portugal a Berlín para visitar y posteriormente cuidar de Petra, una mujer que se encuentra en terapia intensiva, en un tipo de coma ocasionado por la terapia que recibió para curar el cáncer. Padre e hijo se mudan al antiguo departamento de la mujer, donde comparten espacio con Kim, amiga de Petra.
Con la ayuda de Kim, o al menos con su presencia, y la de Petra, Manuel comienza a explorar su sexualidad. Con la ayuda del padre… nada, entre ellos apenas existe comunicación, Tarso está mucho más concentrado en la recuperación de Petra que en la relación con su hijo o el estado sentimental de éste. Petra está condenada a la muerte, y esto Manuel lo entiende mejor que Tarso. El joven la visita poco, desarrollando algo parecido a una relación o conexión entre ambos, al mismo tiempo que intenta pertenecer al nuevo entorno.
Con planos muy cuidados, la película transcurre tan lentamente como cuando uno no la está pasando bien o cuando se esperan los resultados de algún análisis, nervioso por el diagnóstico. Aunado a esa lentitud están los diálogos, que son pocos y que en conjunto diagnostican una fallida película contemplativa.
Llena de nieve, de invierno, de contingencia. La fotografía no permite que el espectador salga con un sentimiento de esperanza o felicidad, sino lo contrario, y lo único que podría brindar una sensación de alivio, es el final.
Durante toda la película, me parece, se siente como si le sobraran escenas completas. A ciertas secuencias les falta el tiempo que se desperdicia en otras, como cuando Kim se encuentra en la bañera en contraste con aquellas donde Manuel convive consigo mismo sin avanzar en la historia. Definitivamente el filme podría durar una hora menos.
En cuanto a actuaciones es Petra, la mujer (casi un prop) que se encuentra en la cama durante toda la película y que solo la vemos en contadas ocasiones, realiza un trabajo de admirarse. De ahí en fuera nada que destacar.
Y así transcurre Cisnes, escrita y dirigida por Hugo Vieira da Silva, realizador y guionista radicado en Alemania, nacido en Portugal, con una sospechosa fijación por cuidar los escenarios más que las historias.
20.02.12