por Mathilde Lajarrige, Alice Froussard
Con La gran belleza (2013) hubo unanimidad, o casi. Sin embargo, Youth, esta vez dividió al publico de Paolo Sorrentino, abucheado y aclamado a la vez en el Grand Théâtre Lumière durante la proyección de prensa del 20 de mayo. Nosotras, de lado que lo aclamó.
Suiza. Fred (Michael Caine) y Mick (Harvey Keitel), dos amigos frisando los 80 años, disfrutan de sus vacaciones en un hotel de lujo en el corazón de los Alpes. Fred, compositor y director de orquestra retirado, no tiene ninguna intención de empezar de nuevo la carrera musical que abandono desde hace anos, mientras que Mick, realizador cinematográfico, sigue trabajando, apresurándose para terminar el guion de su última película. Los dos amigos padecen de los síntomas de la vejez, están conscientes de su edad, pero se ligan para afrontar el futuro juntos. Un futuro lleno de dudas, encuentros y sorpresas que les hace darse cuenta que la vejez es mera ilusión del tiempo que transcurre.
La experiencia de Youth es una que no se puede explicar, como espectador. Hay que vivirla. Ya habíamos visto con La gran belleza su inspiración fellinesca y la encontramos de nuevo, en el paroxismo, con Youth. Y esa vena no solamente divierte y da “belleza” a la película, sino también evoca temas centrales de la vida. ¿Qué es la vejez? ¿La soledad? ¿La insatisfacción? ¿Cuántos recuerdos podemos guardar dentro de nosotros? ¿Qué significan las experiencias del pasado? Si Youth no da repuestas, revela que con filosofía la juventud es más una cuestión de actitud y de entretenimiento del deseo, que de una apariencia física. La vejez es más una expresión del cuerpo que del alma, mientras que la juventud se vive plenamente.
Youth es una película en la cual la filosofía supera la historia, y en la cual las imágenes hablan por ellas mismas. La estética es dominada a la perfección y el balance de colores ilumina la pantalla. Paolo Sorrentino nos ofrece aquí una puesta en escena refinada, meticulosas secuencias hechas de ralentí y primeros planos. La simetría de las imágenes, la luz brillante y los tonos cálidos dominan para dar placer a los ojos.
Pero la diversión de la película reside principalmente en un guion que alterna escenas divertidas y serias, absurdas y profundas. Cruzan la pantalla una galería de personajes (ahora ya) sorrentinescos, que van de lo más poético a lo más grotesco, como Miss Universo, una estrella gordísima, una actriz botoxada, un poeta que vive plenamente su pasión. La historia de Youth es la de esos personajes contrastados, cuyos encuentros no son fortuitos, y van dejando huellas profundas en su manera de mirar hacia el futuro.
La obra es una sinfonía visual que nos sumerge dentro del placer sensorial, donde nuestros cuerpos y mentes se recrean a través de la cinematografía de Sorrentino.
22.05.15