por Brianda Pineda
La empatía es un estado del alma que van alcanzando aquellas personas aún dispuestas a rescatar del ritual lo sagrado. Nacer es la primera acción, a través de la forma en que el nacimiento se da es posible trazar el bosquejo de un porvenir. Nacer es un proceso y el griterío doloroso es resultado de que México ocupe el lugar número uno de la lista (que usted prefiera) salida de los infiernos, a causa de una voluntad cuyo orgullo es la ignorancia; mismo orgullo de instituciones inconscientes que llevan a cabo la cesárea como método quirúrgico.
Naolí, una mujer que mira como río y sonríe como esos cielos detenidos en azul por el tiempo, es una partera que hizo escuela. Su presencia es magnífica y el oficio al que ha entregado su vida no hace sino recompensarla en la expansión del círculo de parteras, sumado a los ojos abiertos de mujeres que asimilan una realidad liberadora: el hospital, mientras no esté condicionado como un lugar donde la naturaleza del instinto permita dar a luz –sin necesidad de realizar episiotomías y cesáreas de modo impuesto [por circunstancias de dudosa ética y moral]–, es una mera posibilidad ante las urgencias médicas y las enfermedades y no el primer sitio al que una madre debe acudir como nos lo han hecho creer al fomentar la cultura de la prisa y el temor.
Es más importante (metáfora encabezando el título del documental) dar la primera sonrisa entre lazos de sangre y sudor que un primer grito a fuerza de vacío en su carácter de intervención quirúrgica.
La cineasta Guadalupe Sánchez Sosa eclipsa en su lente la magia entre manos, hierbas, cantos, plegarias por medio del pensamiento, técnicas naturales, para traer ya sea bajo el agua o en cuclillas y espasmos los hijos al mundo; mujeres reconociéndose por la fiereza sin máscaras del instinto natural del alumbramiento, reuniones de parteras que desconocen la prisa y atisban el llamado a la luz [cuerpo y conciencia mediante] como modo único de aniquilar la oscuridad. El documental no es tan solo una denuncia en los páramos del pesimismo, es también afirmación de la vida, hierofanía en el útero, esperanza a la vuelta de una decisión fundamental y, por lo tanto, fundacional.
09.08.16
Xalapa, 1991. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana. Ganadora en dos ocasiones del Premio Nacional al Estudiante Universitario Carlos Fuentes. Ha publicado reseñas y artÃculos en La Palabra y el Hombre y reseÃ....ver perfil