por Silvia Itzel Bravo Rangel
A finales del siglo XIX Francia se encontraba en un momento donde la fe en el progreso, en las bellas artes, y por supuesto -la expansión imperialista- eran el anhelo de las grandes potencias europeas. En las artes, los hermanos Lumière lograron revolucionar el mundo del entretenimiento con su invento el cinematógrafo. Era un mundo que vivía de forma rápida, estrepitosa y con ansias de obtener más y más.
Justo a través de la pequeña filmación de un dúo de payasos, realizada por los Lumière, es que se conocen unas breves y reveladoras imágenes, de un hecho insólito. Un par, donde uno de ellos es de color. Si pensamos en la difícil situación en contra de los negros, debido al racismo y a la convicción de la superioridad del blanco (basta con observar el esclavismo, muy vigente en todo el orbe en aquel período), resulta peculiar.
Es así que Roschdy Zem, basándose en la biografía escrita por el historiador francés Gérard Noiriel, presenta Mounsieur Chocolat (Chocolat, 2015), película que narra la vida de Rafael Padilla, un esclavo cubano que por diversas circunstancias llega al París de la Belle Époque, lugar donde consigue dedicarse al mundo del entretenimiento: resulta divertidísimo para el público francés observar la simpatía de un personaje tan exótico y diferente.
Padilla inicia su carrera en un pequeño circo, alejado del glamur de París. Mientras tanto, el famoso payaso inglés George Footit intenta recuperar su fama, y para lograrlo necesita innovar sus actos. Los grises monótonos y burdos del pequeño circo rural, se transforman en colores saturados y brillantes. Tales cambios anuncian el éxito y el refinamiento en su nuevo escenario el Nouveau Cirque.
A partir de ese momento Chocolat adquiere felizmente la condición de blanquitud, término que vale la pena rescatar ,del filósofo Bolívar Echeverría, para referirse a todos aquellos individuos “no blancos” que asimilan la identidad moderna capitalista, hecho que se vislumbra a través del comportamiento.
Muestra de tal suceso es la adquisición de los modelos propios de la burguesía y de la tolerancia (ya que nunca es visto como un igual) por parte de ellos. La vestimenta, los lujos y la ludopatía son signos visibles de un estrato social, que por nacimiento, no son posibles de adquirir para alguien como Padilla. Este asimiló y reprodujo sin más los valores occidentales de la época.
Sin embargo, por un evento desafortunado conoce a Víctor, un intelectual haitiano que le cuestiona el valor de su profesión de artista, le muestra lo denigrante de sus actos y la reproducción del sometimiento blanco en ellos. “Lo que les encanta a los franceses es ver cómo un blanco te patea el trasero”, le dice en algún momento.
Es así que se refuerzan dos ejes que son primordiales dentro de la película. Por un lado, la relevancia de Shakespeare, primero de Romeo y Julieta y después de Otelo, como parte del ambiente letrado al que accede Padilla. Y, por si no fuera poco, hay una referencia apenas perceptible a la oposición intelectual de la burguesía europea, entiéndase las corrientes que adquirieron fuerza a finales del XIX como el anarquismo, socialismo, etc., materializadas en Víctor.
Mientras tanto, el payaso Footit es la representación del estatismo de la cultura blanca parisina letrada, que se encuentra cómoda y obtiene éxito al reproducir la “sutil” violencia simbólica en sus más diversas variantes. En este caso, visible en el montaje de diferentes, variados y divertidos números, a los cuales asiste la élite parisina con una gran expectativa. La pareja hace reír a todos con los que, supuestamente, son inocentes juegos de rol.
Ambas idiosincrasias se confrontan, en el dúo interpretado por Omar Sy y James Thiérrée. Al inicio Chocolat no es capaz de visualizarlo, pero en el fondo es una realidad que en todo momento conoce y acepta, en pos de obtener los beneficios de la élite parisina. Y cuando decide hacer frente a tal situación, la reacción de su entorno cercano es de desconcierto, ¿Dejar todas las comodidades para enfrentarte al feroz mundo burgués/francés blanco?
Padilla intenta apropiarse y reinterpretar la cultura blanca a través de Shakespeare, sin embargo no es admitido que alguien de tal procedencia intente parecerse al blanco. Se tolera, más no se ve ni se acepta como un igual. Ambos personajes, Footit y Chocolat, cargan con la ya aludida idiosincrasia, que determina en gran medida su autoproclamado lugar social. El blanco asume de inmediato el rol del dominador, del que “agrede” y el negro el de receptor pasivo e ignorante en sus actos.
Aunque tal dualidad no es del todo maniqueísta. Ambos asumen su rol, sí, pero no por tal motivo Footit es portador de la malicia natural del blanco, ni Chocolat es un receptor pasivo y sumiso. Ambos comprenden dicha complejidad y saben que uno significa en tanto es referido por el otro. Un entramado que los une a tal grado, que no se pueden concebir el uno sin el otro (sólo en el plano laboral).
Es en ese complicado entorno en el que viven, crean y descubren las posibilidades que ofrece un dúo de payasos. Footit buscó la innovación y lo consiguió. Chocolat intentó probarse a sí mismo y encontrar el porqué de su profesión. Ambos buscan su lugar, con o sin reconocimiento del otro, dentro del complejo entramado social parisino que tiene una expectativa y exige sea cumplida.
Monsieur Chocolat, además, contiene una mirada muy actual respecto al tema racial. Independientemente de que se haya o no logrado algún avance en tal materia, el drama de las injusticias, cometidas en contra de Padilla, se busca subsanar. El recuperar la historia, y traerla a la memoria fílmica, como un recordatorio de los peligros de la intolerancia y del racismo es central para Zem. Y es así que a través de la película envía un mensaje de avenencia. Reconozcamos y aceptemos al otro en su específica forma de ser y de concebirse en el mundo.
11.10.16