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Viene de noche

por Jeremy Océlotl

 

El terror (quizá solo superado por la comedia) ha sido un género históricamente menospreciado por los grandes festivales y entregas de premiaciones,  pues se le ha negado un estatus de seriedad que sí le es otorgado a otros géneros. Esto resulta extraño cuando se toma en cuenta que el género presenta interesantes y complejas alegorías sobre la condición humana, desde la saga de The Night of the Living Dead de George A. Romero, pasando por The Texas Chainsaw Massacre (Tobe Hooper, 1974), hasta llegar a obras modernas como ¡Huye! (Jordan Peele, 2017), el terror se ha encargado de desentrañar los aspectos más intrincados de la mente humana.  Viene de Noche (Trey Edward Shults, 2017), se une a estas cintas como dignísima representante del género,  desvelando rasgos humanos complejamente perturbadores en un relato aparentemente sencillo.

La premisa (que será desvelada gradualmente) va de una familia recluida en una casa en el bosque, ante el advenimiento de una enfermedad mortal que se entiende ha acabado con gran parte la población y es altamente contagiosa e incurable. La dinámica se verá perturbada mediante la llegada del intruso Will, con sus subsecuentes consecuencias, hasta llegar al fatídico desenlace.

Uno de los primeros aciertos del filme de Shults es el situar la acción dentro del microcosmos del núcleo familiar formado por Paul, Sarah y su hijo Travis, pues a diferencia  de filmes recientes con temáticas similares como Guerra Mundial Z, Contagio o clásicos del serie B como El fin de los tiempos, Viene de Noche opta por no mostrar graficamente la devastación que ha dejado en la civilización la mencionada enfermedad.

La cámara comienza en un bosque que no se abandona durante todo el filme; así, apoyándose en el fuera de campo, en los diálogos y las expresiones de los actores, Shults contextualiza y deja a imaginación del espectador el postapocalíptico mundo en el que viven los personajes.

Otro acierto es la intangibilidad de la amenaza, pero sobre todo la incombatibilidad de la misma. Si en las películas de zombis o virus mortales existe la búsqueda de una cura o maneras de evitar ser contagiado (que no te muerda el zombi por ejemplo), en este filme no encontramos científicos que busquen una cura, sino personas comunes buscando sobrevivir; además de que el modo de contagio de la enfermedad queda deliberadamente ambiguo, y cualquiera puede representar una amenaza que debe ser eliminada a toda costa.

La vida de los protagonistas transcurre en la rutina de la recolección de leña y agua, y realizar dos comidas al día para conservar los víveres, todo esto en un claustrofóbico y oscuro refugio, representado por la casa. Así, se siguen reglas básicas como jamás salir de noche y mantener una puerta roja cerrada en todo momento a menos que sea necesario utilizarla. Este último detalle recuerda al uso del color de cineastas como Argento, quien utilizaba colores primarios para enfatizar ciertos elementos, en el caso de Shults, el rojo está en la puerta como elemento de amenaza.

Por supuesto la rutina se verá trastocada tras la llegada de un agente externo.  Se modificará entonces la dinámica, mediante la convivencia de dos familias, y aunque parece que todo está en armonía, una desconfianza, paranoia y tensión son palpables entre ambos núcleos familiares. En este sentido It Comes At Night, retoma elementos del primer largometraje de Shults: Krisha (2015), donde la intrusión de una persona extraña a una dinámica ya establecida causará desconfianza y recelo.

Aquí se hace una puntual distinción entre ambas familias, por un lado Paul se preocupa porque nada ni nadie logre entrar en la casa, sacrificando su libertad en pos de la seguridad, incluso a costa de la luz que raramente permea la vivienda, y la dinámica con su familia parece de lo más pragmática imaginable; mientras que la familia de Will posee una calidez y jugueteo que Travis parece anhelar.

Este filme, también, plantea una alegoría sobre las relaciones de poder en la sociedad, pues la familia de Paul (los dueños de la casa) son quienes controlan las armas, las llaves y  toman las decisiones, mientras que la de Will (los invitados) se someten a estas reglas. Esto resulta más interesante cuando se toma en cuenta que Paul es profesor de historia, mientras que Will ha trabajado como mecánico o trabajador en construcciones, reafirmando relaciones de poder donde la mano de obra se somete ante las clases educadas.

Las tensiones entre estas dos familias desiguales irán creciendo debido a malos entendidos y confusiones, y será en el momento en que la familia de Will busque salir de la oscuridad y encierro del refugio de Paul, cuando el verdadero terror surja, no por parte de la enfermedad, sino de algo también intangible llamado naturaleza humana. Y aunque ninguna de las dos familias tendrá un final feliz o esperanzador, está más que claro cuál es la verdadera amenaza intangible e invisible para el director, esa que viene de noche, cuando el miedo, el recelo y la paranoia lo infectan a uno, y a la que ningún ser humano es inmune no importa cuánto se esconda de ella.  

 

03.07.17

Jeremy Ocelotl


Yo, como Cecilia en la Rosa Púrpura del Cairo, voy al cine y termino teniendo romances con los personajes. Comunicólogo por la UNAM, crítico matriculado en la escuela de la autodidaccia.....ver perfil
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