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Capotazo a Un filósofo en la arena

por Luis Vaca

 

Para el filósofo Francis Wolff las corridas de toros son una tradición condenada a desaparecer. Son precisamente su figura y sus razones el tema central del documental Un filosofo en la arena (2018), dirigido por Aarón Fernández y Jesús Muñoz.

El filme tuvo su estreno durante la pasada edición 33 del Festival Internacional de Cine en Guadalajara y se trata de una coproducción México-España. Con una duración cercana a los 100 minutos, el documental se arroja valientemente a un tema poco conocido por sus realizadores, quienes terminan pasando de forma involuntaria de los tendidos al ruedo para bregar un tema polémico como lo es la tauromaquia.

La película arranca con espontaneidad y ritmo en lo que parece ser una road movie que llevará a Francis Wolff por las principales plazas y festejos del mundo taurino, pero a las primeros capotazos la forma se desdibuja para abrir paso a un retrato que se construye a partir de las ideas del propio Wolff, quien parece que por instantes toma las riendas de la dirección del filme.

Wolff deja clara su postura valiéndose de una retórica sólida y consecuente desde el inicio. Las reflexiones del filósofo francés, que aparecen en su mayoría mediante el recurso de la voz fuera de cuadro, se van apoderando del discurso documental, como esta reflexión que se repite en un par de ocasiones: “La moraleja de las corridas de toros es que nadie tiene derecho a matar al animal respetado si no pone su vida en juego”.

Desafortunadamente el documental entra al trapo del discurso anti taurino, lo cual le resta importancia a la premisa, pues no sólo es clara y conocida la postura de Wolff, sino que el abismo de argumentos que hay entre ambos bandos es enorme. Escurriendo el bulto, los directores utilizan las intervenciones de los anti taurinos para distanciarse de las opiniones de Francis Wolff, olvidándose de que la parte central del documental es un personaje abiertamente taurino y la película trata exactamente sobre eso, su más grande pasión: los toros.

Se dice que para torear hay que parar, templar y mandar. Eso también podría aplicarse a cualquier arco dramático. Desafortunadamente, el desarrollo del documental no satisface este requerimiento y se torna, por momentos, inestable. El montaje, un tanto confuso, brinca de una idea a otra sin dejarnos seguir el hilo de pensamiento organizado que va suministrando en pequeñas dosis el filósofo francés.

Vale la pena hacer mención de la fotografía, que nos regala hermosas pinceladas: una sorprendente toma aérea sobre la Plaza México con un lleno hasta la bandera, un par de postales que capturan la belleza del campo bravo en Tlaxcala y los paisajes que se muestran a través de la ventanilla del tren a su paso Francia.

Otro tema que surge al hilo del debate es cómo entendemos la muerte en el siglo XXI, en oposición con los valores del XX —y anteriores—. Wolff nos hace intuir la farsa que reside detrás de la corrección política, tema que aborda fugazmente una de las académicas en cierto fragmento del documental, catalogándola como una “moda”.

Con mucha sinceridad, los directores de Un filosofo en la arena abordan un tema escabroso. Aún cuando el resultado fue un poco distinto a lo que esperaban —según me contó uno de ellos en una entrevista— deciden seguir adelante a sabiendas de que la  conclusión del documental puede ser entendida como una apología de la tauromaquia, de la cual ambos no son simpatizantes, pero finalmente allí radica el sentido del género documental: poder abordar un tema y explorarlo, mostrar que no hay tópicos sobre los que no se pueda hablar, o filmar, en este caso.

Finalmente, en corto y por derecho, Francis Wolff sentencia: “Nuestras sociedades productivistas prefieren la muerte en los mataderos, mecanizada e industrial. Muerte fría, oculta. En ese mundo de violencia aséptica yo no quiero vivir. Y ustedes, ¿qué tanto se identifican con el toro? ¿Preferirían una vida de esclavos y morir en el matadero? ¿O vivir libres y morir peleando?”

 

1.05.18

Luis Backer


@backersluis
Vigemonónico flâneur que escribe que escribe, sin comillas. M.A. en Literatura Comparada. A la realidad le gustan las simetrías, la ficción no tiene reglas. Para mayores informes: http://lavacamulticolorby.blogspot.com....ver perfil
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