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Inauguración Berlinale #69:

“Die Berlinale ist eine Frau": el contexto 

“La Berlinale es mujer” así saludaba el diario alemán Taz el inició de la Berlinale #69, mostrando a un Dieter Kosslick en señal de adiós y una breve sonrisa en el rostro. En ésta, la última Berlinale dirigida por Kosslick, es claro el proceso de continuidad con el me too debate ya muy presente en la edición del 2018 y que esta vez busca confirmarse. Podrían mostrarlo las ya tan citadas cifras de la Competencia donde 7 de 17 filmes cuentan con dirección femenina. Un botón de muestra de la selección que, en palabras de Kostlick, no privilegia el género en detrimento de la calidad. Esta Berlinale resulta pues muy prometedora desde distintos ángulos y sin duda es de celebrarse la siempre creciente presencia de personas y temáticas femeninas en muchos de sus espacios.

En este contexto, el pasado 7 de Febrero, se inauguró el festival con la fábula neoyorkina The Kindness of Strangers de la danesa Lone Scherfig. El porqué en la elección del film de apertura (como ya nos preparaba la directora del jurado Juliette Binoche en conferencia de Prensa) podría explicarse más en consonancia con el lema de esta edición —Das Private ist noch politisch (lo privado es siempre político)—. Con esto se nos permitía entender que la dirección de la apertura no iría en la misma dirección hacia lo especular y frenético de Isle of Dogs (Anderson, 2018), de la pasada edición.  

El film: Cándida bondad

El plot en efecto no es espectacular. Clara (Zoe Kazan) con sus dos hijos recién llega a New York y, en constante huida, pasará de unas “improvisadas” vacaciones para mostrarnos el mundo disparejo de un grupo muy heterogéneo de personas. Un novísimo grupo de amigos (entre “freaks”, una “hada madrina” y falsos rusos) cuya única coincidencia parece ser la más importante: la ayuda incondicional en la cotidianidad del invierno neoyorkino, donde cabe decirlo, la esperanza muere al último. Es una fábula al fin.  El corte dramático presenta un ritmo a veces monótono salvado por los muy efectivos espasmos de humor, por lo general, en la excelente actuación de Bill Naghy en su papel de propietario de una “parodia” de restaurante ruso, en el que deliberadamente se celebran divertidos clichés del alma eslava en pleno New York. El Restaurante como punto de encuentro de los “gentiles extraños” podría traer a la mente otra fábula de la Berlinale de 2017 The Other Side of Hope (Kaurismäki, 2017), mucho más compleja y a nuestro parecer mejor lograda tragicomedia. El film pues funciona como una fábula idílica de la pobreza y de la ayuda comunitaria. En este Nueva York sorprende la ausencia de cualquier latino o asiático y más aún si es que de pobreza y de desgracia se trata. Como parábola romántica el film se aleja siempre más de la veraz jungla de los rascacielos proyectándose hacia cielos rosados del ensueño americano. El film deja claro que la intención es lo que cuenta y desde ahí la enseñanza de la historia vale más por sentimiento empático que por efectivo método.

 



Alan Pérez-Medrano


Realiza estudios en Berlín con la firme intención de doctorarse con un proyecto que pretende alternar teorías ortodoxas rusas de corte cristiano y endecasílabos albureros en toscano antiguo. Entró al cine de la mano de Chavela Vargas y un pinche chango, calcula salir bien librado de ahí.....ver perfil
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