El pasado jueves 20 de febrero, con la presencia de Stephanie Allard, delegada general de Quebec en México, la realizadora Geneviéve Dullude-De Celles y Céline Girard, directora de Quebecine MX, dio inició la sexta edición de la muestra anual que recoge parte de las producciones autorales más relevantes que ha dado la filmografía quebequense contemporánea.
En esta ocasión, la ópera prima de ficción de Dullude-De Celles, es la encargada de abrir el panorama del Quebec de siglo XXI.
por Julio César Durán
Una pequeña el medio del Quebec periférico, cercano a las zonas de naciones indígenas, se encuentra en un momento fundamental. La encontramos en pleno rito de paso, en aquel umbral que las heroínas deben atravesar, y el reto de este inicio de posibilidades será dominar al enemigo más complejo posible: ella misma.
Mylia, nuestra protagonista, vive con sus padres y con su hermana menor, la aguerrida Camille, con quien comparte una conexión especial, distinta quizá a la que mantiene con el resto del mundo que la rodea. En medio del espacio semi rural que habitan, de los juegos diarios, los animales que poseen, los viajes al bosque, llega (no sin cierto aviso previo) un momento que modificará la cotidianidad para las dos niñas: la mayor ingresará a la secundaria y por vez primera estarán separadas en un ámbito tan importante hablando de dimensiones sociales como lo es el colegio.
Si bien no existe un ambiente denso ni mucho menos violento para las dos hermanas, la mayor siente una desconexión hacia el exterior, hacia el resto de las personas; existe algo que no le permite abrirse camino en lo social… quizá la palabra exacta sea incomprensión.
Una colonia (Une colonie, Canadá, 2018) de la realizadora Geneviève Dulude-De Celles, registra imágenes superficialmente acogedoras para manejar dicha incomprensión, que poco a poco se irá convirtiendo en la confrontación con una serie de situaciones inhóspitas. Con los planos cerrados de la cámara de Léna Mill-Reuillard y Étienne Roussy, entendemos el choque que implica este nuevo mundo para Mylia, quien deberá de manejar lo mejor que pueda las personalidades de sus nuevos compañeros de escuela.
Se trata de una pieza que recoge momentos álgidos, sin llegar al tremendismo, de la pubertad; sí en pleno Canadá de siglo XXI, pero donde aún hay muchos estigmas y barreras que romper. Este entrañable filme, el cual se inserta con sus respectivas apropiaciones locales en el subgénero coming of age, pone atención en la sensibilidad de la pequeña Mylia, quien intenta abrirse camino en una nueva escuela, con diversos estímulos, rechazos, formas de vivir la adolescencia distintas, conexiones inesperadas, situaciones que en conjunto le ofrecen experiencias que a ratos la separan de su pequeña Camille y a ratos, también, a aproximarse a un tenso momento familiar.
No obstante, las jóvenes hermanas no están dispuestas a rendirse. Los planos dejan ver únicamente rostros al principio, pero poco a poco se van abriendo para mostrarnos cuerpos, ventanas, luces árboles, y más tarde los hogares así como los inciertos parajes rurales quebequenses, símbolo de la mente de nuestra protagonista, quien busca dejar de ser una colonia más pero antes debe aprender a manejarse con el cúmulo de nuevas sensaciones y sentimientos que le provoca el mundo.
Una colonia es una película para amplio público pero con resonancia en temas de género, raza, clase e inclusión, desde la mirada de dos chavitas que interpretan sus personajes como si no existiese un mañana, logrando conectar de manera simple con el público, transmitiendo inquietudes trascendentales en un drama que no necesita grandilocuencia alguna.
23.02.20