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Berlinale 70. Los premios

Por Alan Joaquín, Cuauhtémoc Pérez Medrano y Rodrigo García Bonillas

Es difícil no estar de acuerdo con el ganador del Oso de oro de la Berlinale 70. There is no evil (No hay maldad), del director iraní Mohammad Rasoulof, logra sincronizar, en cuatro historias, los ingredientes que se deben tener para obtener ese galardón: potencia, debate, belleza y sentimiento. El tema: la pena de muerte en Irán. Su hija y protagonista de la cuarta historia recibió el premio en la ceremonia de entrega, dado que Rasoulof no pudo viajar por una restricción de salida establecida por el gobierno de su país. “No está detenido, ni en arraigo domiciliario, simplemente no puede salir”, aclararon sus productores en la conferencia de prensa, para azuzar más la polémica. Por ello, durante su estreno este viernes en el centro de la mesa también titilaba la ausencia del director, recordándonos casos similares como el de Jafar Panahi con Taxi Teherán en 2015. 
De manera ficcional, There is no evil, marca el ritmo en el centro de la crítica sobre los modos en que se normaliza, confronta, sufre y conlleva la pena de muerte en la sociedad iraní. Si bien el premio es merecido, me parece que existe un poco de desequilibrio entre las tres primeras historias y la última, la cual se nota ligeramente desigual en intensidad. Quizás el sentimiento de las experiencias personales del director y su hija, mermaron un poco la fibra y versatilidad alcanzada en las primeras tres historias, nada que desmerezca una estatuilla dorada en forma de oso, como al parecer fue también la opinión del jurado. 

 

El premio para mejore actriz permite plantear también una suerte de paralelismo. Por un lado Paula Beer se lleva el premio por su actuación estelar en Undine; un drama primaveral berlinés de tintes ligeramente cómicos y atmósferas acuáticas, donde la otra gran protagonista es sin duda también la ciudad, la cual es presentada a través de una mirada anfibia; a veces desde sus calles, a veces desde sus alturas, a veces desde sus entrañas fluviales. La actuación de Beer resulta muy interesante pues muestra una expresividad sentimental silenciosa siempre mantenida a raya por la mesura excesiva propia del carácter muy alemán: mesura y drama en los inflamados ojos rojos de Undine, quien solloza no más que “lo estricto necesario”; todo en un silencio estoico y teatral a boca cerrada. Resulta un premio que ganado a pulso pero en una victoria por puntos. Si la cosa se hubiera resuelto por “knock out”, estaríamos celebrando junto con Érica Rivas a la tragicómica “Inés” de El Prófugo. Parece que todavía quedara demasiado invierno en Berlín como para celebrar con carcajadas y humor. 

Favolacce hizo posible el premio al mejor guión para los hermanos Damiano y Fabio D'Innocenzo, que son, ambos, los directores de Favolacce. El actor Elio Germano también participó como actor en este film pero fue su papel en Volevo Nascondermi (una biopic de Giorgio Diritti sobre la vida del pintor Antonio Ligabue), la que le hizo obtener el Oso de plata por la mejor actuación masculina. En el caso de Favolacce, el actor romano realiza una notable interpretación de un padre de familia violento que se enfrenta a una tragedia imprevista, se trata de un papel diametralmente opuesto al Ligabue de Volevo Nascondermi,  donde  el expediente narrativo surge en una libre interpretación del guión. Si bien se trata de un film de tintes biográficos, la interpretación explota cada uno de los misterios de las posibles sensaciones del pintor Ligabue. Se trata de una historia que despega muy lentamente y que a veces se parecería moverse errabunda, aunque la crítica en general fue favorable para la historia.

01.03.2020

 

 

 

Mr. FILME


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