por Natalia Fonseca

Ubicada en la ciudad de Belgrado, Serbia, la historia que se narra en el segundo largometraje del director Miroslav Terzić está basada en una realidad: la desaparición de miles de bebés recién nacidos en los últimos cuarenta años en el país balcánico. Un delito que, aún hoy en día, sigue provocando la movilización de todas aquellas familias que esperan, incansablemente, el esclarecimiento de sus casos y la impartición de justicia. 

Ana, el personaje principal de Cicatrices (2019) interpretado por la actriz Snezana Bogdanovic, pasa de ser solo una víctima a ser la heroína de su vida. Nos recuerda el valor de la perseverancia, pero sobre todo el de la intuición; pues, guiada nada más que por una corazonada se niega a aceptar la versión parcializada, y repleta de irregularidades, de la supuesta muerte de su bebé recién nacido y decide obtener respuestas sobre su paradero por su propia cuenta. 

La búsqueda de Ana es su rutina diaria, navega entre una familia disfuncional, un sistema judicial evasivo e indiferente y un sistema sanitario corrupto y sin ética profesional. La actuación de Bogdanovic es sutil y contenida, personifica, a mi parecer de excelente manera, la expresión de “muerto(a) en vida”. Mientras que la cámara funciona como una espía que nos permite observar a los personajes principales asediándolos, tal como lo hacen las amenazas de sus enemigos. 

Alejada por completo de los gastados recursos del melodrama, la obra dirigida por Terzić es en sí misma una sinfonía del silencio. Un silencio casi espectral y constante que transmite a la perfección la sensación de pesadez que brinda la soledad acompañada por la ausencia. 

Dicha armonía silenciosa solamente es interrumpida, eventualmente, por la aparición de ciertos sonidos en primer plano, como el ruido del motor de una máquina de coser o un grito de coraje, demostrando así que, para conmover a los espectadores, no es forzosamente necesario acentuar el drama con música instrumental superflua. 

Cicatrices (2019) es, en resumen, una película sobre la búsqueda de la pieza faltante y la espera de algo que se intuye que no está donde debería. Lo que buscas, te busca dice un dicho común. Finalmente, la pieza es encontrada y la vida se ordena como esa figurita de porcelana de dos caballos al trote que yace en el buró del vestíbulo, que es colocada, casi obsesivamente, en su sitio, el correcto, el adecuado, el inamovible.