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La Audición: La sutil búsqueda de la perfección

 

por: Eliza Cortés

 

La Audición (2019), último filme de la directora alemana Ina Weisse, nos narra la historia de Anna (Nina Hoss), una maestra de violín obsesionada con la perfección que está en medio de una crisis existencial. Además de la insatisfecha relación que tiene con su marido (Simon Abkarian) y con su hijo (Serafin Mishier), se le suma el hecho de no haber podido tocar en mucho tiempo por una misteriosa razón. Esta falta de control sobre su vida la llevará a aceptar bajo su tutela a un joven músico, Alexander (Ilja Monti), y prepararlo para una importante audición con la finalidad de demostrarle a todos que la perfección existe dentro de ella. 

La primicia del filme puede sonar un poco parecida a Whiplash (Damien Chazelle,2014) o incluso a La Pianista (Michael Haneke, 2001), pero a pesar de las similitudes sus enfoques son totalmente diferentes. Se podría decir que el ángulo de Ina Weisse y Daphne Charizane, co-escritora, es un poco más original. En lugar de demostrar esta búsqueda de la perfección de una manera melodramática u obvia, se muestra con acciones y eventos más sutiles que obligan al espectador a poner atención para no perder la evolución de la protagonista.

Anna es un personaje perfeccionista que no busca demostrar la excelencia mediante sí misma, sino mediante alguien o algo más. Esto es algo que intenta con su hijo; sin embargo, éste (al no estar seguro de querer una carrera en la música) la obliga a buscar su objetivo en su nuevo alumno. Al analizar las acciones que va teniendo la protagonista a lo largo de la historia, el hecho de poner toda su energía en alguien más y no en ella se muestra como una forma de evadir sus problemas, mientras intenta solucionar los de otros. 

Anna ve en Alexander sus propias imperfecciones, es por eso que se obsesiona tanto con hacer que el joven mejore su técnica para tocar ciertas melodías de Bach. Todo esto se volverá contradictorio conforme Anna vaya cayendo en su propia espiral hacia la perdición, lo que desembocará en su manera de enseñar, que aumentará irrefrenablemente de intensidad. La exigencia que no se quiere dar así misma se la lanzará al joven músico. Lo verá a él como un robot (y un nuevo hijo) al que puede programar para convertirlo en una nueva versión de ella misma. En algún momento Alexander llega a aceptar que tiene que ser perfecto y no humano, pero será la sutil obsesión de Anna lo que cause cierto arrepentimiento en él de querer presentarse a la audición. 

Algo interesante de la cinta es que no basa todo en la relación maestra-estudiante, a pesar de que esa sea la historia principal. El uso que da la directora a los personajes secundarios para demostrar y recalcar las características de la ex concertista y las relaciones que ésta última tiene con ellos, ayudará como base para mostrar el arco dramático del personaje principal que parece estar orientado a acciones autodestructivas. Wiesse no utiliza estos papeles secundarios como adornos o simplemente para darle entendimiento a una pequeña escena. Esto es importante ya que la relación de Anna con Alexander es una metáfora de la relación que tiene consigo misma; y evidentemente la película necesita que la protagonista tenga otras conexiones, que servirán como marco teórico para entender el desarrollo y la conclusión de la historia.

La directora, Ina Weisse, no busca exponer este camino hacia el perfeccionismo mediante acciones y momentos demasiado evidentes. Al usar el mundo interno, y su conexión con otros personajes, la protagonista es la clave que hará que cualquiera que esté viendo la pantalla sienta una profunda conexión con todos los defectos que Anna oculta bajo una simple, pero perfecta, melodía musical. 

 

La Audición es parte de la 68 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, y estará en exhibición a partir del 19 de Noviembre de 2020.

 

18.11.20

Mr. FILME


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