por: Eliza Cortés
Danyka(2020), la nueva película del director Michael Rowe, sigue la historia de Armando (Demian Bichir), un escritor que junto a su esposa (Lisa Owen), decide visitar a unos amigos que residen en una playa de Sonora. Pareciera que este encuentro será un tanto monótono y aburrido, hasta que aparece Danyka (Sasha González), una joven adolescente que llega para alterar la vida del protagonista. Este encuentro entre un hombre mayor y una quinceañera será la trama principal y la excusa para, supuestamente, sumergirse en la psique interna, en lo que nos hace comportarnos como debemos o como realmente queremos.
Rowe utiliza mucho esta fórmula de querer presentarnos escenarios comunes y corrientes, con los que posiblemente nos podríamos identificar fácilmente como audiencia. Esto, claro, no es igual a que tengas que dejar escenas larguísimas en donde los personajes aparentemente no hablen de nada. Quizá el director y guionista debería de saber que los espectadores no son tontos y tienen la habilidad de entender lo que se les quiere decir con escenas y diálogos concisos y bien armados, no hay necesidad de repetir lo mismo una y otra vez. Esto último es algo que puede aburrir al espectador y no captar el mensaje.
A pesar de las eternas e incluso innecesarias escenas, lo que realmente hace que se pierda el verdadero mensaje de esta historia es el mal manejo y la elección de poner al personaje principal como una niña de 15 años, la cual tiene una relación de atracción hacia un hombre que le lleva más de 30 años. Esto ocasiona que se interprete la historia como una romantización de la pedofilia y de este horrible arquetipo de la “Lolita”.
Estamos conscientes que uno de los problemas internos del personaje de Armando es más que nada el querer salir de su cotidianidad y seguir sus impulsos salvajes. Aparentemente la llegada a este deseo es por medio de una infidelidad, hacia su esposa, con una niña “misteriosa” que se le ha atravesado. Todo esto se pudo haber logrado y captado a simple vista si el personaje femenino hubiera sido una mujer mayor y no una adolescente; no había necesidad de ponerle esa edad como elemento narrativo. Todo se intenta justificar en la película retratando a esta quinceañera como una “chica muy madura para su edad”. Con este intento tan desagradable se expresa lo siguiente: “¿ven? Esto no es raro porque a pesar de su corta edad ella actúa como toda una mujer mayor y así es como deben verla.”
Parece que la intención real del personaje de Danyka es producir estos sentimientos de aventura característicos de la juventud. Si así fuera, no se hubieran utilizado escenas con explícitas insinuaciones sexuales por parte de ella, que llevan a pensar que el verdadero mensaje es el de una interacción romántica y sexual. El arquetipo de “lolita” es algo muy peligroso ya que no solo es utilizado socialmente y mediáticamente como medio de manipulación, además impulsa a que las adolescentes tengan la idea de que el único escape de sus problemáticas vidas es dejar rápidamente su infancia y meterse por una mala vía a la “vida adulta”. Incluso por la edad del personaje femenino, se pierden ciertas características y el trasfondo que la podrían hacer un personaje interesante. Existen mil maneras de escribir algo sin perder la esencia de lo que realmente se quiere decir.
Michael Rowe expresó respecto a esta película lo siguiente: “es una reflexión sobre la naturaleza de los varones y las mujeres”, además de mencionar que “es importante que el discurso artístico no se limite por la crítica social”. En primera el que use la palabra “naturaleza” suena como justificación sobre cómo todo es perdonado porque así es el ser humano y no lo puede evitar. En segunda, no es “varón y mujer” es “hombre y niña”.
Quizá su intención no era glorificar la pedofilia, pero en un contexto como el que vivimos hoy en día, donde nos rodean temas como el feminismo, el acoso y abuso sexual, el movimiento #metoo, entre otros; hay que tener cuidado de que el ego, la necedad y la pretensión no se salgan de control. Todo esto con la finalidad de no terminar contando una historia que no se disfrutará y cuyo mensaje original será opacado por uno totalmente erróneo, horrible e innecesario.