por Luis Backer
El trabajo de la directora Indra Villaseñor, Pinky promise (2020), Ojo a mejor cortometraje de ficción mexicano en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, aborda el embarazo, el aborto y la sororidad. Con 15 minutos de duración, este drama adolescente construido con el mínimo de personajes masculinos cuenta la historia de Luisa y Miranda, dos quinceañeras que se enfrentan a un embarazo no deseado. El ambiente conservador y hostil de una escuela de monjas es el escenario en donde estas dos jovencitas descubrirán la amistad con un toque de hipocresía.
La luz tiene un papel central en este relato, en donde los exteriores, fotografiados con luz natural, nos muestran una atmósfera onírica, mientras que en los interiores predomina un entorno sombrío creado a partir de la presencia de los adultos como figura de autoridad. Mediante el uso de primeros planos y encuadres cerrados, la cámara logra adentrarnos en los sentimientos y emociones de los personajes. El cortometraje también nos regala instantes de gran belleza, como la secuencia de los columpios o la carrera que las dos amigas realizan entre los árboles del patio escolar.
Los prejuicios sociales sobre el sexo, el aborto y la presión social de mantener una apariencia son ejes en esta historia que conmueve por su desconcertante final que dista de ser feliz, pero sin llegar a lo trágico. Si bien el aborto se plantea como el tema principal, subyace un mensaje de prevención del embarazo que nos invita a la reflexión sobre las políticas públicas y educativas al respecto.
A mí, por ejemplo, me surge la duda de si es tan sencillo abortar con un medicamento que requiere prescripción médica, ya que hace poco cierta influencer de la política hizo un tutorial en sus redes sobre cómo abortar con Misoprostol, como si se tratara de una aspirina. A falta de una política de educación sexual adecuada y una legislación seria en materia de interrupción del embarazo, la desesperación puede llevar a las chicas a tomar decisiones arriesgadas para su salud, y precisamente Pinky Promise nos recuerda esos detalles sin entrar en dilemas morales sobre el aborto.
Finalmente, el corto logra conectarnos con la etapa adolescente mediante un juego de dualidades. El despertar sexual y la amistad contrastan con los repentinos cambios de actitud y el deseo por pertenecer a un grupo del cual no se forma parte.
01.02.2021