por Iranyela López Valdez & Amado Cabrales Quintana
Ante la falta de presupuesto por parte de las instituciones de cine en México, el realizador Marcelo Tobar apuesta por el autofinanciamiento y medios como CC CMX para la distribución de su obra. Dos mil metros (sobre el nivel del mar) (2008) apuesta por un grupo de trabajo reducido, en una sola locación, en el que el peso de la obra recae en los actores.
El filme se desarrolla en un departamento y la trama inicia a partir de la llegada de Fama y Alex, pareja mexico-canadiense, a la casa Galo, un hombre que vive de manera acomodada. En el departamento también reside Carlota, una mujer ensimismada de tendencias adictivas y depresivas. En un paisaje plano en el que los únicos contrastes se da entre el vestuario y la iluminación de las habitaciones, Galo desarrolla una estrategia en la que Alex, Fama y Carlota son las piezas exquisitas de su juego nihilista, donde es él quien impone las reglas.
La película está concebida en el género de pieza, donde el arco del desarrollo de los personajes solo se lleva a cabo a nivel interior. Los planos fijos a nivel sujeto, paneos horizontales, iluminación naturalista cuya sutileza se contrapone a la excesiva brillantez de la habitación de Galo, se combinan con el uso reiterado de los silencios a lo largo de la trama provocando tensión.
La propuesta cinematográfica de Marcelo Tobar remite a la pieza modélica del Kammerspiel Las Amargas Lágrimas de Petra Von Kant (Fassbinder, 1972), cuyo argumento se desarrolla únicamente en la pieza-estudio de la diseñadora de modas Petra von Kant.
Durante el primer día del CC CMX también se pudo ver la obra de Carlos Caño, El Hombre sin la Cámara, misma que se presentó como introducción al festival, y que fue hecha bajo la premisa de Orson Wells: Es imposible hacer una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón del poeta. Caño nos habla de que no son necesarios grandes recursos para la creación cinematográfica, puesto que, todos los recursos están dados, solo existe la necesidad de creación mediante la reinterpretación y apropiación de imágenes, tan es así, que el documental utiliza constantes cuadros de la película El Hombre de la Cámara de Dziga Vertov, como también la primera escena de Un Perro Andaluz. En ambos casos, el director nos invita a ver más allá del ojo del poeta ,en donde los recursos son solo una ventana más de exploración en la cual el cine puede prescindir incluso de la cámara.
Tanto el festival como las propuestas cinematográficas que se presentan, son una invitación a la creación de cine independiente y un punto de encuentro entre el público y los realizadores. EL CC CMX es un lugar donde la falta de ayuda institucional y los problemas de rodaje no son un impedimento, puesto que lo único que requiere una película para su creación son los deseos de llevarla a cabo.
10.07.12