siguenos
Mine vaganti o Una familia muy normal

por Julio César Durán

Con el igual de esperado que lamentable retraso entre el estreno internacional y el estreno en México de las películas que no se consideran comerciales –dos años en este caso–, llega al fin a las carteleras de nuestro país Una familia muy normal (2010), penúltima obra (hasta ahora) del realizador italo-turco Ferzan Ozpetek, cinta que algunas ciudades del país lograron ver el año pasado en la retrospectiva que el Festival MIX le dedicó al cineasta.

Tommaso, el hijo menor de la familia Cantone, es un joven que regresa de Roma después de terminar sus estudios en administración. La gran familia italiana de provincia se reúne para recibirlo en una cena formal donde se tratarán los asuntos del exitoso y tradicional negocio de la producción de pasta –de la que el autoritario padre es dueño desde hace ya varias décadas. En tan importante noche se cerrarán varias cosas: el término de la carrera universitaria del vástago más pequeño; el buen trato con un inversionista, y el heredado control de toda la industria para el primogénito, Antonio, con la ayuda del hermano como mano derecha.

Para la mencionada ocasión, Tommaso tiene una gran revelación que hacer. Los últimos años ha estado estudiando literatura, no le interesa el negocio familiar y es homosexual. Todo está preparado para ser una excepcional noche tras los secretos confesados pero Antonio, el hijo mayor, se adelantará y dejará con la boca abierta a más de un comensal.

Una familia muy normal es la cinta con la que Ferzan Ozpetek (El baño turco, 1997; Saturno en oposición, 2007) se acerca a una tradición fílmica –la de la comedia italiana– de la cual ha estado más que separado desde sus inicios, ya que su filmografía se compone principalmente de dramas que diseccionan la identidad gay y la cultura homosexual siempre desde el punto de vista de un extranjero, situación que ha refrescado al cine de Italia, cinematografía nacional que desde hace mucho anda siempre de altas y bajas sin tener regularidad.

Aquí el conflicto se centra de manera inteligente al recurrir al tradicional patriarcado del “pueblo chico infierno grande”. No se trata por supuesto de la acostumbrada comedia del chiste sobre lo curiosa que puede ser la otredad, o de la gracia que puede suponer el “salir del closet”, la película sin duda va más allá. Ozpetek intenta, con una pieza familiar y bastante accesible a cualquier público, hablar sobre la necesidad de la afirmación personal, no sólo en un ámbito sexual sino también del profesional y la manera en que una costumbre puede ser trastocada a partir de una nueva generación que nada o poco tiene que ver con sus predecesores.

En Una familia muy normal –cuyo nombre original es Mine vaganti, es decir minas a la deriva [1]– el erotismo del protagonista puede presumir una forma de escisión hacia la tradición, una posible explosión si se quiere; pero al mismo tiempo, señala la complejidad que lo sexual supone, al confrontar a Tommaso con Alba, chica que se va enamorando poco a poco de él y con la que sin duda mantiene afinidad.

A pesar de ciertas fallas –tal vez mínimas para una comedia de enredos–, en el guión y un ambiguo (estructuralmente hablando) aunque importante pecado del pasado que ha cometido la abuela Cantone, mismo que podemos intuir como un disparador de las transgresiones presentes, la película funciona bastante bien de principio a fin y cumple con la pretensión de ser una representación de lo gay a la vez que se muestra de manera divertida sin bajar al nivel del cliché. Una familia muy normal es una buena muestra de que el cine con compromiso personal y el cine que quiere entretener no están separados.


_________________________________________________________________________________________

[1]. "Andare in giro come mine vaganti", un dicho popular italiano que proviene de la Segunda Guerra Mundial. El ejército alemán dejó sin desactivar (porque nunca se les ocurrió la posibilidad de que no explotaran) un montón de bombas submarinas que, de pronto, soltaron sus amarras y se fueron flotando a la deriva. Los pescadores huían de ellas por obvias razones. La traducción del dicho sería "andar sin rumbo como minas a la deriva".


30.09.12



Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
Comentarios:
comentarios.