siguenos
200 años después. La esperanza documentada de lo ido

Siguiendo la ruta 2010, nos encontramos con una ciudad ruidosa que se consume a sí y en sí misma. El documental de Mitl Valdez es un retrato del México decrépito que se deja comer desde las entrañas.


por Josefina Gámez Rodríguez


San Miguel de Allende pleno de bicentenario alocado en el balcón presidencial de la municipalidad, que a grito pelado e incomprensible, entre banderas, cohetones y cornetas cumple con el ritual consabido de hacer pervivir al México inasible y a los héroes que nos dieron patria: puro espectáculo de feria espantapendejos. ¿Se trata de otra pieza, esta vez documental, de la serie insufrible de las obras cinematográficas con presupuesto especial por las “celebraciones” que llega 200 años después (2012) de la mano de Mitl Valdez?

No. Nunca sería eso. Se trata de una investigación personal del director sobre lo que acontece en aquella ciudad de alto turismo que hoy, de plano, está convertida en un gran asilo para gringos retirados. Un reportaje fílmico sobre lo que ha pasado en San Miguel de Allende a 200 años de haber sido cuna independentista.

Dividido en nueve capítulos, a ratos interminables, el documental nos va ubicando en la problemática en torno a la autonomía de una generación cultural mutante que se gestó a partir de la década de los 60, con la llegada de los veteranos de guerra que habían enloquecido en Vietnam, pero que se consolidó en medio de la devaluación salinista de fines de siglo XX.

Se nos expone largamente la condición del paisaje, del todo depredado en la ciudad. Se habla de la falta de recursos básicos, como el agua, cuando antaño (“no hace más de 20 años”, dice un albañil, hoy esclavo de su propia queja) era un valle inundado. Y sí, es un documental todo-abarcador al que lo unico que le hace falta (si nos pusiéramos muy estrictos) serían las voces de los dueños de aquellos suburbios gringos reinventados en aquella ciudad libertaria.

Los interlocutores lo son todo para seguir la línea que importa a Mitl: son artistas nacidos gringos y forjados, hasta donde quiere hacer parecer, mexicanos, muy conscientes y dinámicos frente a la situación clasista que se está generando, finalmente, a ojos vistas de los distintos Allendes que cuidan la ciudad colonial y con quien platica a voz en off el autor; son también la gente que ha construido esa ciudad-binomio abismal, voces populares que suenan a puro jornada de sol a sol, y una maestra al más puro cursi estilo Río escondido (“Indio” Fernández, 1948, hoy imposible de asir teniendo al SNTE en el retrato) defiende a los suyos y lo suyo.

El documental se pasa de serio en medio de un mundo en el que lo documentaloso es llevado a su límite (cfr. El Velador de Natalia Almada, 2011, y/o Moacir de Tomás Ligot, tambén 2011), y lo más atrevido que se podrá ver será la bandera mexicana desgarrada por el aire como antesala de un ritual de velación tradicional, y lo más grave que se dice (y muy importante) es que en realidad los gringos intentan hacer lo que los ingleses en India (“esto”, aquí y ahora “ya es una colonia extranjera en México”, se menciona), y que vienen a hacerlo acá porque es más barato.

Al final se increpa de nuevo al fantasma del capitán Ignacio Allende, un poco para contarnos de su vida, un poco para dar pie a la retórica que acabará cortando la cabeza del héroe, echado de menos para siempre, seguido de unos créditos en habla inglesa de gente que pasa y habita la ciudad de iglesia gótico-barroca.


02.10.12

Josefina Gámez Rodríguez


@PepitaGamez

Maldecida por la conjunción de sus padres, está destinada a desgarrar filmes para ganarse la vida, mientras gusta de prostituirse como divertimento cultural. Si de rostro bizantino, su maquinaria torácica pasa atrevidamente por lo más vanguardista....ver perfil
Comentarios:
comentarios.