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Informe de Londres III

por Julio César Durán

Sigue la aventura cinematográfica en tierras británicas. Entre las sorpresas y la emoción, también ha habido algunas decepciones y momentos flácidos; pero la gran fiesta continúa y nos ha regalado en estos últimos días un par de joyas que nos recuerdan el porqué de nuestra cinefilia.

Para la lluviosa noche del cuarto día en el Festival de Cine de Londres, se tuvo la primer exhibición de la tan esperada película No (2012) de Pablo Larraín –realizador que ya hemos visto en México con Tony Manero (2008)–, co-producción internacional chilena sobre la campaña publicitaria en contra de la continuidad de la dictadura de Pinochet a finales de los años ochenta, que dejó a los asistentes más que satisfechos y de la que podemos afirmar ser ya una de las favoritas de F.I.L.M.E. en este festival. Daremos más detalles de Larraín y su apuesta por un formato en desuso en una próxima colaboración.

Por otro lado estuvimos presentes en la exhibición de la coproducción argentino-española de Todos tenemos un plan (Ana Piterbarg, 2012), protagonizada por Vigo Mortensen en el papel de los gemelos Agustín y Pedro, un médico aterrado con su cómoda vida y un criminal en fase terminal que acecha la campiña argentina, filme en el que la eficiencia formal le da su lugar a un buen thriller que va desentrañando las muertes de varios pobladores de una pequeña comunidad llamada Tigre y sus repercusiones en la vida de un par de peculiares personajes.

También tuvimos la desafortunada experiencia de presenciar la aburridísima película Die wand (Julian Roman Pölsler, 2012) –conocida de éste lado del Atlántico como The Wall)– filme austriaco donde se intenta un ensayo sobre la humanidad que se queda no más que en una serie de postales de los Alpes en los que una mujer común y corriente queda atrapada misteriosamente por un muro invisible que rodea algunos kilómetros a la redonda donde ella se encuentra. La protagonista carece totalmente de empatía y sus aventuras se resumen en cinco minutos, perfectos para dejar que el paranormal misterio de su prisión importe tan poco como el diario que se dedica a escribir.


Beasts of the southern wild

Una maravilla de estilo y arte es lo que la crítica internacional pudo admirar con una de las principales competidoras de la sección de óperas primas. El primer largometraje del joven realizador norteamericano, Benh Zeitlin, mira de manera preciosista a aquella otredad que al cine gringo con sus reflectores y grandes decorados le da miedo voltear a ver, personajes marginados de Louisiana que subviven y sobreviven entre el olvido y el duro embate de las fuerzas de la naturaleza, ignorantes de sus auténticas carencias.

Beasts of the southern wild (2012) es una encantadora mezcla de fantasía en el más puro estilo de Harel o Gondry, con la cruda “verosimilitud” de Korine. La película de Zeitlin es una ópera prima como pocas, de belleza incomparable, que bien podríamos calificar de un realismo mágico que experimentamos a través de los ojos de la pequeña pero aguerrida protagonista llamada Hushpuppy quien diserta sobre la condición humana mientras se enfrenta con la ausencia de una figura materna, a quien siempre visualizará en la lejanía cual divinidad representada en un faro, y con una figura paterna por todos lados despreocupada por fungir como un protector pero que al mismo tiempo se mantendrá al lado de la niña como un igual.

Completamente hecha con cámara en mano, Beasts of the southern wild cansa un poco la mirada de la audiencia al principio, pero en breve va enderezando el camino, el uso de los recursos independientes se va estabilizando y encuentra su punto de equilibrio entre la fantasía y la realidad que Hushpuppy nos va enseñando al paso. La fotografía es porosa, mohosa, húmeda, siempre perdiéndose en los detalles de luz, dejándose llevar por las partículas de polvo que flotan en el aire, haciéndonos saber de la ligereza con la cual se desenvuelven las paupérrimas vidas de los pobladores del lugar.

La dureza de la sobrevivencia se ve contrastada con la ingenuidad de los adultos que viven sin más que sus casas hechas poco a poco con desperdicios y trebejos por todos lados. Aquí el diseñador de producción se desenvuelve de manera exquisita y mesurada. El trabajo de dirección de actores es brillante a la hora de conectar a la protagonista, que seguramente no llegará aún a la década de edad, con el público, y los complejos pero sobrios movimientos de cámara (de la mano/ojo de Ben Richardson) sumados al bien trabajado montaje (cortesía de Crockett Doob y Affonso Gonçalves) hacen de esta fresca muestra del cine contemporáneo una elaborada fábula que va directo a las entrañas pero que sin lugar a dudas permanece, antes que en cualquier otro lugar, en el intelecto del espectador.

F.I.L.M.E. apuesta por la magnífica Beasts of the southern wild, cinta que se regodea en los plano detalles a más no poder -salida de Sundance por cierto- para llevarse el premio de la ópera prima en la edición 2012 del BFI London Film Festival. Veamos qué ocurre.

17.10.12

Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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