por Julio César Durán
El Festival de Cine de Londres que tan amablemente nos ha acogido finalizó, y durante el Film de semana todavía dio bastantes sorpresas. Por un lado, el último día tuvimos varios eventos, como la charla que el filósofo esloveno Slavoj Žižek ofreció con respecto a su participación en los documentales de Sophie Fiennes –sí, la hermana de los famosos Ralph y Joseph–, The perverts guide to cinema (2006) y The perverts guide to ideology (2012), o una de las exhibiciones más esperadas (y gala de clausura): Great expectations (2012) del británico Mike Newell, a quien conocemos bien por Cuatro bodas y un funeral (1994) y por la quinta entrega de la saga de Harry Potter, y que detrás de una superproducción de época, con todo y bellos decorados, vestuario y fotografía (realmente impresionantes), este clásico vuelto a hacer versión cinematográfica no dio el ancho, sin embargo sí es una de las películas que deben verse antes de finalizar el año, y ojalá pronto se pueda en México.
Durante los casi 11 días de Festival nos quedamos con una buena impresión de las distintas secciones que conformaron el evento organizado por el British Film Institute. Nos tocó ver el tercer largometraje que realiza como director el actor Ben Affleck, un intento de thriller llamado Argo (2012) coproducido por George Clooney, basada en el rescate de seis estadounidenses que trabajaban como personal de la diplomacia norteamericana en el Irán de finales de los 70 y principios de los 80. Tony Mendez, agente secreto de la CIA (interpretado por el propio Affleck), urdirá un descabellado plan para sacarlos sanos y salvos del país árabe en conjunto con la embajada canadiense: fingirá una producción cinematográfica de ciencia ficción, la famosa Argo del título, que buscará locaciones en aquella tumultuosa nación. Tras una complicada maniobra que incluye al experto de maquillaje y efectos especiales John Chambers y un personaje que en todo nos recuerda al fallecido Dino De Laurentis, Mendez logrará –después de toda una historia llena del más ridículo drama patriótico norteamericano, conexiones cliché entre los distintos personajes, un muy buen diseño de arte, perfecta fotografía mate del mexicano Rodrigo Prieto y una mala actuación del protagonista–, llevar a los seis gringos de nuevo a la “tierra de la libertad”, recurriendo al desgastado rescate de último minuto griffithiano. Entretenida y de gran manufactura sí, pero bastante sosa e ingenua.
Una curiosa muestra de cine italiano presente en la carrera por el premio principal fue È stato il figlio (2011) de Daniele Ciprì, que narra, a través de esa tradición de comedia sobre la gran familia italiana, el ir y venir de Nicola Ciraulo, hombre maduro que carga con la responsabilidad de mantener y dirigir la vida de casado con hijos y ya avejentados padres en una vivienda popular de los suburbios de Palermo. La cinta que tiene un estilo bastante propio y fuera de lo común, se deja ir entre situaciones trágicas y absurdas que se van sucediendo una por una y que afectan a la familia entera. No obtante, a lo largo de la historia no se encuentra unidad clara entre las situaciones, y sigue así hasta el final, en el que una inesperada muerte ocurre para dejarnos descubrir al narrador de la película, sin que eso realmente importe mucho. La fotografía es bastante interesante, hecha en escalas de sepias con puntos luminosos bastante altos y sombras muy marcadas; la dirección de actores está en su justa medida, pero en general se trata de un trabajo de humor negro bastante simplón y que se queda en la anécdota.
Siete psicópatas
La sección oficial va realmente de arriba a abajo, pero ha sido una antología interesante de filmes que están apostando por cosas distintas a lo que nos tiene acostumbrado el cine más convencional. Una de las favoritas por haber sido la competidora local, a parte de Everyday (2012) de Michael Winterbottom, fue la superproducción Seven psychopaths (2012) de Martin McDonagh –que se estrenará en un mes en México con el ocurrente nombre de Siete psicópatas y un perro, según información de Videocine– cineasta a quien ya le vimos esa rara muestra de thriller-tragicomedia llamada En Brujas (2008), y que regresa con una película en el mismo tono pero esta vez hecha en Los Ángeles y con actores estadounidenses, a excepción del protagonista Colin Farrell.
En principio la película parece ser una oda al cine norteamericano y al culto que éste le profesa a la violencia. El protagónico es Martin (Farrell), en claro tono de alter-ego de McDonagh-director, quien tiene problemas para escribir el guión de su siguiente película, de la que sólo tiene el nombre: Seven psychopaths. Su mejor amigo actor (interpretado por el genial y subvalorado Sam Rockwell) le dará ideas para el texto fílmico mientras que se dedica a secuestrar perros para que más tarde, su viejo socio (Christopher Walken, otro actorazo dedicado a papeles de soporte), los devuelva con jugosas recompensas. Lamentablemente secuestran al perro equivocado, Bonny, la mascota de un mafioso demente (Woody Harrelson) que se dedicará a volarle los sesos a cuanto personaje se le ponga en frente.
Así se va, aparentemente, el argumento de Seven psychopaths, con una breve intervención de Tom Waits como psicópata ex asesino serial de asesinos seriales, y una serie de guiños al cine que suponemos ha influenciado al realizador, desde Violent cop (Kitano, 1989) hasta Paris, Texas (Wim Wenders, 1984), pasando por el cine clásico hollywoodense, bromas sobre la producción del séptimo arte y demás curiosidades, pero la cinta termina siendo más que sólo un divertimento que juguetea con la estructura convencional del cine que se hace en el célebre condado angelino y, partiendo del thriller de acción (lo que sea que signifique lo segundo) con su buena dosis de gore y humor negro, llega a ser un ensayo sobre el absurdo y el ridículo del cine de evasión gangsteril hecho en norteamérica. La pieza de McDonagh afortunadamente prefiere desarrollar personajes bastante inverosímiles, pero entrañables, a los que les da picos dramáticos y giros interesantes, para lograr una película bizarra con mucho qué decir acerca de cómo vemos y cómo consumimos la violencia del séptimo arte. Eso sí, si lo que buscan es una película con balazos y malos chistes que tenga un final predecible (sobre todo después de ver el tráiler que nada dice de la película que uno ve en la gran pantalla), no lo encontrarán acá.
Largo adiós
Pues bien, finalmente, tras la emoción de haber visto a los Rolling Stones para la presentación del nuevo documental sobre sus 50 años de carrera, Crossfire hurricane (2012), y estar en el desfile de muchísimas celebridades internacionales como Bill Murray y cosas raras como el debut del hijo de David Cronenberg con su película Antiviral (2012), la noche del sábado por fin se llevó a cabo la premiación de este singular festival de cine. La cosa quedó así: el premio para la revelación británica del 2012 fue para la cineasta Sally El Hosaini por su filme My brother the Devil (2012); el premio Grierson de mejor documental fue para Alex Gibney director de Mea maxima culpa: silence in the house of God; el premio Sutherland para la mejor ópera prima se fue con Benh Zeitlin (como lo esperábamos por acá) por su maravillosa Beasts of the southern wild; y por último, como la gran cereza del pastel, el premio principal a la mejor película del Festival de Cine de Londres (toda una sorpresa) fue para Metal y hueso del fino realizador galo, Jacques Audiard, protagonizada por Marion Cotillard y que afortunadamente se pudo ver en México en el Tour de Cine Francés.
Así terminó el London Film Festival, dejándonos un gran sabor de boca, mucha lluvia, los famosos fish and chips ingleses, pero lo más importante es el muy buen cine que exhibió. Le decimos adiós a la edición 2012 del festival más importante de la Gran Bretaña con la frase de la rúbrica de la instancia organizadora, el British Film Institute, que atentamente nos invitó a su casa: Film Forever.
22.10.12