por Fernando Garcia
A primera vista, para muchos, Las ventajas de ser invisible (The Perks of Being a Wallflower, dirigido y escrito, basado en su misma obra, por Stephen Chbosky, 2012) podrá parecer una simple película para adolescentes. Yo caí en el mismo error, pero al terminar de verla me di cuenta que algo había cambiado en este género que por muchos aƱos ha llenado el vacío que tenemos dentro todos los domingos por la tarde.
Charlie (Logan Lerman) es un chico inadaptado que entra a la secundaria para encontrarse, una vez más, en la incómoda situación de ser el rechazado de su escuela. Intenta integrarse de cualquier manera a algún grupo social, pero no logra tener mucho éxito. Un día conoce a Patrick (Ezra Miller) y a Sam (Emma Watson), dos extrovertidos medios hermanos que lo acogen, e inmediatamente se enamora de Sam, inalcanzable desde su punto de vista.
āChico quiere a chica, pero chica quiere otro chico; la chica es súper cool y el chico es súper nerd. Al final la chica acaba enamorándose del chico y aprendemos que todos somos un diamante en bruto, no importa cuán sosos, grises o patéticos parezcamosā. Sí, esta película tiene la formula básica para ser una comedia romántica. Sin embargo, dio un paso adelante.
Stephen Chobsky ha tenido muy poca actividad en la industria como director, apenas presenta su segunda película siete aƱos después, no obstante ha tenido una extensa carrera como guionista, y entre los créditos más relevantes que presenta es la adaptación a guión cinematográfico del popular musical Rent. En esta ocasión, Chobsky al dirigir la película que él mismo adaptó de su novela, la lleva a un estadío diferente.
El desarrollo de los personajes está perfectamente construido, llevando al espectador a identificarse con cada uno de ellos. El mundo interior del Charlie es claro y a su vez confuso, como todo en la vida real. Logan Lerman, se dio a conocer por la fallida primera parte de Percy Jackson y anteriormente ha tenido papeles secundarios poco importantes. Aquí encarna a un personaje bastante complejo, pues en lugar de ser el típico inadaptado, presenta una inestabilidad emocional bastante perturbadora a ratos. El espectador no sabe muy bien realmente que es lo que le sucede a Charlie, el director nos adentra a sus recuerdos por medio de unos flashbacks que indican una cosa, pero al final resultan ser otra con algunos trazos de abuso sexual infantil.
Pero la verdadera maravilla de la película se encuentra en los personajes secundarios. Por un lado, Ezra Miller interpreta extraordinariamente a un extrovertido adolescente que usa su desenvoltura para sobrellevar el conflicto que le causa su homosexualidad. Miller se hizo notar en el mundo del cine independiente por su escalofriante actuación en Tenemos que hablar de Kevin (Ramsay, 2011) e indudablemente se proyecta para ser un excelente actor. Emma Watson por su parte, le agrega cuerpo y dimensión al estereotipo de la chica cool, pues su personaje cuenta con un pasado poco claro, un gusto por lo hombres mayores, pero sobre todo una madurez poco común en los chicos de su edad, aunada a un ligero rastro también de abuso sexual.
Desafortunadamente el filme cae en la maldición de las adaptaciones. Todos los detalles que presenta la novela se ven minimizados en flashbacks que causan una brecha dramática en el conflicto del personaje principal, pues son confusos y fallan como inquisidores. De igual manera, algunos aspectos importantes de los demás personajes quedaron en la superficie, reducidos a simples líneas casuales que debo admitir son aterradoras al mencionarse de manera tan cotidiana, y a pesar de eso, este filme me sigue pareciendo una interesante evolución de las comedias románticas para adolescentes.
03.01.13