por Jorge Luis Tercero Alvizo
Se estrenó este viernes en Cineteca Nacional la cinta mexicana Entre la Noche y el Día (2011) de Bernardo Arellano. Una película que a pesar de haber sido bien recibida en diversos festivales internacionales como San Sebastián, Varsovia o Tokio, aún no encuentra distribución comercial en México.
La pieza manifiesta explícitamente un jugueteo entre la ficción y el documental que a momentos no acaba de cuajar y en otras ocasiones arroja a la luz reveladores destellazos de belleza. El filme nos muestra la historia de Francisco, un hombre con autismo en busca de su lugar en este retorcido mundo. Entre la Noche y el Día es el relato de aquellos que no siempre tienen la oportunidad de tomar la palabra.
Asimismo, la película pone ante la cámara a un no-actor que de alguna manera nos está contando, en esta suerte de simulación documentada, una parte de su propia existencia. Durante la cinta, que recorremos al lado del protagonista, accedemos a la opresora atmósfera cotidiana. El héroe es el prisionero de su propia familia, sin embargo, los sueƱos y la vida, que se le presentan con la forma de roedores amistosos o de un bosque nocturno e insondable, lo invitan a buscar algo más. Allí comienza su fuga, detalle que dará pie al descubrimiento que Francisco hace del mundo natural.
Es destacable también en la película, la extraƱa combinación entre no-actores como Francisco Cruz, el protagonista, con actores profesionales como Carmen Beato, Gabino Rodríguez o Joaquín Cosío. Y en este aspecto es interesante que en cierto punto de la cinta, el no-actor se apodera de toda la historia.
Quizá por ese manejo alegórico de los recursos que Entre la Noche y el Día contiene, la actriz Arcelia Ramírez, quien también actúa en el filme, definió la pieza como: āuna película llena de poesíaā. Y tal vez tenga algo de eso, sobre todo en esas secuencias de exteriores al natural recordándonos que, a veces, la vida no es sólo progreso y opresión. Una película de contrastes, sin duda.
Quizás regida por el influjo de su bipolar título, es claro que la película se corta en dos etapas; vigilia contra sueƱo o ciudad contra naturaleza, como se prefiera. La primera fase del filme, donde el personaje se desenvuelve en el entorno familiar citadino me parece bastante precaria, a pesar de algunos buenos shots (llenos de saudade) y secuencias de la urbe capitalina; imágenes donde podemos apreciar la silueta de Francisco caminando taciturno entre los grandes bloques de concreto y asfalto. El problema con dicha etapa de la película es la no mediación entre relato íntimo-discreto y esos alborotados golpeteos de dramón sin sentido. Digo, a pesar de algunas secuencias rescatables de esa etapa; sobre todo aquellas en las que nos asomamos al mundo interno y onírico del personaje.
Por otro lado, la segunda etapa del filme, que tiene mucho de Alicia en el país de las maravillas, me pareció mejor lograda. La idea de que este hombre quebradizo persiga un extraƱo sueƱo, como Alice perseguía al conejo blanco, creo que es de lo más entraƱable de la película. Por otro lado el encuentro de nuestro protagónico con el ermitaƱo de la jungla, es un pasaje bastante interesante de la película, muy cuidado estéticamente en las tomas y con excelentes arreglos sonoros que además se entiende mejor cuando se ha visto un viejo cortometraje-documental (de cuyo nombre no puedo acordarme) del mismo Bernardo Arellano, que narra la vida de este viejo ermitaƱo que vemos aparecer en Entre la Noche y el Día como el salvador de Francisco.