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Abolición de la propiedad
por Daniel Valdez y Praxedis Razo, mejor conocidos como "Satanás"

El arriesgado ejercicio que representa Abolición de la propiedad (Magaña, 2012), filme que juega con un minimalismo extremo, sin un precedente tan mediático en México, es un proyecto en el que la cinematografía se pone al borde de un abismo visual (fotografía sucinta y un montaje elemental), que deposita toda su fe en el diálogo de sólo dos personajes y un diseño sonoro in extremis estilizado, resultando un rotundo y estrepitoso fracaso.

La película se desploma desde los primeros minutos, convirtiéndose en un lodasal de estupideces del que nunca resurge, ni con el guiño trágico de la encarnación del eterno debate eros/tánatos, o la absurda cárcel de la representación en que vive la pareja improvisada. Magaña, junto con sus actores, se sumergen cada vez más, en cada esfuerzo que –se admira–, hacen por rescatar tan siquiera el texto literario que le dio vida, en una agonía bochornosa.

Entendamos algo que esta producción nunca supo o no pudo comprender. Los pocos y bien contextuados alcances de la literatura de José Agustín se signan en la irreverencia que hace del uso del lenguaje, un código estilístico, versátil, que le da voz a personajes de temperamento imprevisible, permitiéndoles, de esta manera, transitar de la divagación filosófica al comentario banal, entre lo vulgar y lo sofisticado, entre el chiste y la sentencia socrática; cuyo destino y psique les rebasa, imposibilitados de analizarse a si mismos, en un contexto típicamente mexicano. En el texto literario funciona a la perfección, además de que los personajes de la novela Abolición de la propiedad estaban trazados en función de la realidad de su tiempo, cosa que en la película se debate sin llegar a nada.


Para Magaña las virtudes de la novela se truecan en repugnantes defectos, ya que se vuelve un suplicio ver a un par de idiotas hablar sobre su puerilidad sexual, sobre sus caricaturizados conceptos de rebeldía, su moral acartonada y las costumbres de una época que ni siquiera el texto original consigue ilustrar, sin contar con lo insoportable que resulta ver el rostro de Derbez (Televisa queriendo pasar de artista) en su intento por demostrar sus escasos dotes de actriz, que hace el papelito de la chica fresa pero estudiosa; feminista pero flagelada; socióloga pero pendejona (¿era la intención de la producción usar esa efigie vacua para expresar lo anterior? Ni eso queda claro).

El empobrecimiento de motivos cinematográficos y literarios al que somete esta película nos hace cuestionarnos ¿es una lectura malformulada en las oficinas de algún burlesque en Santa Fe o una enconada subestimación del espectador? El anti-cine o infracine reluce como idea formidable: Guy Debord (In girum imus nocte et consumimur igni, 1978), Margaritte Duras (India song, 1975), e incluso el friolento circo de creaturas lastimeras de Lars Von Trier (Dogville, 2003) son extremos de una postura frente a lo no convencional, y eso siempre traerá consigo una fuerte carga ideológica. Abolición... separa mágicamente ambas caras de la misma moneda, el contenido embauca, y llega a tal grado de indigencia que nos hace sentir espectadores del ensayo de una obra de teatro llevada a cabo por los cachunes.

Otro problema de Magaña es que ama a la nouvelle vague, técnicamente como cualquiera que haya visto la saga de Antoine Doinel y lo más asequible de Godard. Se nota, lo dice a la fuerza, su trabajo Sobreviviente (2002) es una mascullación formal de Masculin Féminin (Godard, 1966), pero a saber qué diablos ocurre en su dirección que a sus musas siempre las vulgariza, y el público lo padece. Inadmisible que a estas alturas del cine mexicano algo pretendidamente independiente se vuelva algo pretenciosamente industrial, fenómeno que llamaremos el absoluto abominable (exactamente como le sucedió al Santos contra la Tetona Mendoza el año pasado)… no es difícil imaginar la junta del director y los productores viendo un Power Point para estimar cual era su target.

Advertimos que el cinéfilo de buena cepa jamás perdonará la afrenta de haber impuesto un gratuito homenaje al emblemático baile de Band á part (Godard, 1964) para decorar los impúdicos créditos. Ahora que intentemos emular esa grandiosa y desafiante coreografía en nuestras próximas y fantasiosas fiestecillas ¿qué? ¿Estaremos bailando como el par de tontos personajes de Abolición...? Sólo por eso, los cinéfilos nunca en la vida te lo perdonaremos y por ello enterraremos tu película en el oscuro mundo de lo intrascendente, per secula seculorum, y damos un consejo al proyecto independiente de Jesús Magaña, igual de gratuito que su imposición desgraciada del baile: sólo podrán llegar a hacer buenas películas si vuelven a consultar sus cuadernos de teoría básica, o si se sacuden de su pretenciosa zona de confort –que luego viene a ser lo mismo–.

24.01.2013

Además este tráiler es un engaño, pues se engalana con sombrero ajeno, haciéndote calcular todo lo godardiana que podría ser esta película. Pamplinas.

Mr. FILME


@FilmeMagazine
La letra encarnada de la esencia de F.I.L.M.E., y en ocasiones, el capataz del consejo editorial.....ver perfil
Comentarios:
28.01.13
Alejandro dice:
El diablo sabe más por viejo.
comentarios.