por Amado Cabrales
Contienen más verdades las 24 horas de la vida de un hombre, que todas sus filosofías.
Raoul Vaneigem
No muy lejos de las avenidas para los turistas y los procesos de gentrificación del primer cuadro del Centro Histórico, se encuentra la calle López, personaje y escenario del documental del mismo nombre de Gerardo Barroso y Lisa Tillinger, obra que se presentó mundialmente como parte del programa del FICUNAM 2013 dentro de la sección Ahora México que muestra las producciones más recientes dentro del país y que justo ahora tiene su estreno oficial, gracias a Cineteca Nacional, en el circuito cultural.
Con audio ambiental y filmada en blanco y negro, Calle López presenta un retrato objetivo de las personas que pasan sus días de trabajo en ésta ecléctica calle del centro histórico, a partir de sólo filmar con detenimiento sus actividades a lo largo de un día, carente de entrevistas o diálogo, la película da muestra de las diferentes actividades que se realizan: desde el que vende los chicles en la esquina, hasta el que zurce y arregla la ropa, pasando por el franelero, la seño de las quecas, el juguero, el barman, etc.
La obra se presenta y culmina con el barrendero, que deja el escenario limpio para la siguiente jornada, siendo su actividad la que abre y cierra el día para los demás habitantes de la calle. Conforme amanece se observa el despliegue y transportación de todos los puestos ambulantes, la movilización de las materias primas para los demás negocios, y ya una vez asentados y con todo lo necesario se espera al cliente. Es evidente cómo cada persona ha hecho de la repetición rutinaria un arte en el cual su destreza manual y ahorro de tiempo denotan un ejercicio prolongado de sus labores a lo largo de los años.
Resaltan dos personajes de entre los demás: la niña del puesto de la calle que recoge y acomoda cartón, y la que lava coches. Los delicados y precisos movimientos de la pequeña (que no ha de pasar de los cinco años) dan la apariencia de juego y diversión, sus momentos de ocio, su mirada hacia la cámara, la convierten en un personaje entrañable, en contraste con los movimientos bruscos y el aspecto andrógino de la que lava autos, en la que quedan demostrados el endurecimiento de los años de trabajo agotador y la vida dura que lleva. Es ella quien protagoniza uno de los pocos momentos oníricos de la película, en el que, ayudada de alguien más, acarrea a otra persona sentada en sus brazos escaleras arriba, quizá una alegoría del trabajo de todas las personas de la calle López, que realizan labores de servicio y con sostén del trabajador especializado.
Si bien no es un documento cinematográfico que se atreva a experimentar con el límite del formato documental, Calle López posee bellos encuadres y transiciones interesantes de escena a escena, en ocasiones uno juega a identificar en que punto de la calle se encuentra, y si se puede reconocer a alguna persona de las filmadas (en el caso de ser habitante del DF). Resulta un filme interesante para el momento actual, puesto que muestra la singularidad y carácter del trabajador del centro de la ciudad de México, paulatinamente mutante, ya que su imagen ha venido transformándose en algo más ascético y agradable al publico de ocasión y paseante ocioso.
Calle López es uno de esos lugares en donde se encuentra de todo lo que se necesita, y que con sus calles aledañas y su gente, uno recuerda lo que es el mundo sin plantillas y homogenizado del posmodernismo. Es así que los realizadores toman un fragmento de la ciudad para hacer un documento de los habitantes como emblema y retrato de una ciudad en constante movimiento.
25.02.13