por Praxedis Razo
Con certeza todos los lectores de F.I.L.M.E., a menos de que su vida dependa de eso, han probado distintos tipos de coctel que enarbola el nombre con que Carlos Hagerman ha titulado este documental (su primero como solista; su segundo en la vida como director por Los que se quedan, que hizo con Rulfo, 2008), y es porque el famosísimo Vuelve a la vida no es más que un revoltijo de marisquería fresca con salsas que enmarcan su sabor, y, preparado con mando maestro, puede llegar hasta a ser un agradable momento restaurantero.
Lo mismo pasa con la película, Vuelve a la vida (2010-2013) es ante todo un retrato fresco –en todo sentido– no sólo de la leyenda y semihéroe divino, Hilario Perro largo Martínez Valdivia, sino de una familia dislocada que vive en un inasible puerto de Acapulco que, en algún momento (entre los años 60 y 70), representó los más profundos y oscuros deseos de cualquier capitalino: un paraíso a la altura de su bolsillo, pero que ahora se recrean para también puntualizar sobre el momento climático en su vida: la caza de la tintorera.
El núcleo del filme, la carnita del coctel, es precisamente la cacería del tiburón tintorera (con respectiva cita de la gran producción mexicana, síntoma del Tiburón mobydickiano de Spielberg, Tintorera, Cardona Jr., 1976) que azotaba a los bañistas que nadaban por ahí, al que Perro largo quiere cazar no para otra cosa sino nada más para enseñarle a su compadre quién es el más machirrín machómano allende el mar.
Entonces la historia documental de Hilario, maestro semidesnudo de Johnny Weissmuller, eterno Tarzán que mucho le debía a Perro, se transforma, lo pretende todo: quiere ser un retrato del Acapulco-joven-Don-Juan con las imágenes turísticas de archivo al ritmo de a go go o de plano de a tropicalazo con cuerpos juveniles al sol; quiere saber más de Perro largo, pero también de la esposa (y hasta con el primer y gris esposo va a dar), del hijastro, John Grillo, con el que finalmente acaba prendado, pues es el gran vocero de las hazañas de Hilario, además de guitarrista de lente oscuro y tiempo libre, y por supuesto coproductor de esta película que también coescribió, que hasta en un buen gesto de Hagerman se le permite filmar ¿o sólo innecesariamente retratarse operando cámara? la secuencia vertebral acompasada con Marcha fúnebre para una marioneta de Gounod (una falta enorme, pues pareciera que desde el principio se estuviera anunciando la muerte trágica de un hombre que no controló nunca su destino, cuando se cuenta exactamente lo contrario), y luego, si le escarbas, ya sale que, luego de ésta, Grillo ha apoyado la fotografía en segunda unidad de Enemigos públicos (Mann, 2009), Presunto culpable (Hernández/Smith, 2009) y Rudo y cursi (Cuarón, 2008).
Resulta que el coctelito de Vuelve a la vida resucita a todos. Primero, por evocación colectiva de propia voz de los participantes, a Hilario, como si de un jefe divino de una tribu se tratara, y va bien. Luego, adentro de la historia de vida, Perro largo resucita a la modelito Robyn Sydney, su amante jirafa: la aparta de las drogas, y ya no va tan bien. Pero para terminar, la película acaba documentando la catarsis de Grillo buscándose a sí mismo en sus recuerdos tropicales desde su patio de suburbio gringo (¡!).
De técnica inconsistente, plagada de patitos orolescos (como los chavitos cantando en la playa o la turbulencia de la ola revolcando la cámara), con una editora (Valentina Leduc) que dennota ir casi a contracorriente salvando el discurso, luchando con los años que pasaron entre rollo y rollo para que el largometraje resulte menos el accidente que se dice estar orgulloso de ser (en créditos iniciales) y agrade, como pasa, a chicos y grandes que salen del cine pensando menos en el conflicto magisterial que en la nostalgia por la familia y en la casa; más en el Acapulco idílico que en la cloaca turística en que suele convertirse desde que lo reinventaron los priístas hacia los años 50.
El colmo, es que a ti mismo la dosis de pescado, el orgulloso recuerdo de retrato y la playa fellinesca (medio lograda) te devuelven a una vida apolítica, y eso debiera ser casi insoportable en el contexto actual.
09.04.13
Además, acá abajo les presentamos una entrevista acapulcosa con el realizador, para que se den un quemón y vayan a verla.