por Miriam Matus
Nadie me dejará mentir cuando digo que la pubertad es confusa, destructiva y absolutamente formativa; y desde luego, cuando se pasa por ese trance uno trata de escapar cada vez que puede a como de lugar.
La primera opción puede ser refugiarse de vuelta en las cobijas de la infancia, pero como todos sabemos, a los tetos no les va nada bien en la secundaria… entonces la mejor alternativa se convierte en una migración feroz hacia la adultez (o a lo que en ese momento nos imaginamos que debería ser). Es posible que en ese estadio resolvamos profilácticamente el acné, paulativamente la incertidumbre y positivamente las oscilaciones emocionales en lo que vamos descubriendo lo divertido de nuestro cuerpo; y tal vez por eso, es esta opción de fuga la que decide tomar Jasna (Isidora Simijonovic), una bellísima puberta serbia que aparenta unos 17 años (14 tenía, en realidad, cuando grabó la cinta). Su estrategia de escape consiste en disfrazarse performativamente de una mujer ultra follable. Se sexualiza, quizás, para ser deseada, igual como método para ganar autoestima, o ¿evidenciar madurez? y olvidar la penosa situación de no saber quién carajos es o a dónde la está llevando la violenta metamorfosis de la adolescencia. Terrible –digo terrible no por un dejo de moralina, sino porque a la protagonista no le interesa el disfrute propio, sino el disfrute del otro–. Pero lo peor en este caso es que Jasna no sólo busca disipar los sinsabores de su edad; el verdadero fantasma del que huye es la enfermedad que arrebata la vida de su padre, la misma que la deja aún más vulnerable ante todo estímulo dionisiáco, y que evidentemente se centra en el sexo ultra, aquél rol de sometido: víctima-victimario con un chico de la escuela, Djole, hecho que logra suspender el sufrimiento inminente, de pulsión fundamental: es su último refugio de la muerte.
Su relación al estilo Amor-Diablo o más bien tipo “Ser tu perra es mi salvación”, Iggy Pop transplantado, no es lo único que Jasna registra en su dispositivo móvil. No: Lo graba con vocación etnográfica, como si al documentar su realidad lograra distanciarla por el simple hecho de trasladarla a una pantalla digital, práctica común en nuestras horas-días de internet. Es así que se convierte en ficción (¿nos?), o en una cinta de porno-glamour que nada tiene que ver con el dolor que en realidad siente. Pero este sobreregistro no puede quedarse en una única lectura: la documentación exhaustiva que ella realiza sobre su vida (al igual que toda la fauna púber de su secundaria), pone en evidencia una suerte de devenir cyborg, cuando la memoria se ha convertido en un dispositivo externo y la tarea de recordar ya es una labor que le compete más bien a la tecnología. Por eso es que ningún evento trascendente puede ocurrir fuera de la lente del smart-phone, que ya es un elemento extra-orgánico encargado de evitar que el olvido se apropie del pasado. Nuestro último órgano clasemediero venido a más o menos.
Maja Milos dirige esta emancipada pieza cinematográfica que pertenecería al género de la Pornotragedia (y aquí viene bien inaugurarlo), al que bien podría unírsele Shame (Steve McQueen 2011), por sus personajes inconsolables y las escenas de sexo que se oponen al erotismo, mientras muestran a la penetración como un vaivén lamentable, seco y monótono, que parece de fábrica más que de alcoba.
Ya los más ligeros de referentes han comparado Klip (2012) con la polémica opera prima de Larry Clark: Kids (1995). ¿Será nada más porque salen chavitos no-actores cogiendo y drogándose en ambas. Quién sabe. Algo es seguro, si uno mira más de cerca puede saborear –con suerte– las similitudes que tiene con la sublime cinta de Fatih Akin Contra la pared (2004), por la sutil pulsión thanática que develan las relaciones corrosivas, que no son cáusticas del todo hasta que se topan con la terrible posibilidad del amor, un amor tan sádico que inevitablemente consumirá a quien se deje.
Véanla, tal vez no es porno, pero sí es del cine que prende.
* Klip se exhibirá en el CINEBAR con cuatro funciones: el 3, 10, 17 y 24 de septiembre. La cita es en Linneo (Michoacán #121, col. Condesa. DF). Precopeo 20:00h | Función 20:45h.
25.04.13